Urban Jürgensen, el nuevo renacimiento de una dinastía danesa

Tras 252 años de herencia, la histórica casa relojera busca su tercera edad de oro con Kari Voutilainen y el coleccionista Alex Rosenfield al frente. Una meditada propuesta para quien ya lo tiene todo

Hay marcas relojeras que se reinventan. Y hay marcas que simplemente regresan a ser lo que siempre fueron puestas al día. Urban Jürgensen pertenece a esta segunda categoría, aunque su historia sea tan extraordinaria que parece ficción. Una casa fundada en Copenhague en 1773, proveedor oficial de la Marina Real danesa, maestro de cronómetros marinos cuando la precisión era literalmente cuestión de vida o muerte en alta mar. Pero lo que hace diferente este relanzamiento de 2025 no es solo quién está detrás. Kari Voutilainen, el relojero independiente más galardonado en la historia del GPHG con 11 premios, junto a Alex Rosenfield, coleccionista y estratega de marca, están reinterpretando el ADN de Urban Jürgensen para el más educado coleccionista contemporáneo.

De izquierda a derecha, Kari Voutilainen, Andy Rosenfield y Alex Rosenfield.

“Cuando mi padre me habló de esta oportunidad, pensamos: ¿no sería maravilloso que Urban Jürgensen volviera a estar con una familia?”, explica Alex Rosenfield, el nuevo co-CEO junto a Voutilainen. Los Rosenfield no son novatos en esto. Andy, el patriarca, es presidente de Guggenheim Partners y un coleccionista consumado. Su hijo Alex trae experiencia en marketing de moda y belleza. Junto a Voutilainen y su hija Venla como COO, forman una “familia políglota”, como dice Alex, una aproximación refrescante para una marca de alta relojería.

La filosofía nórdica del tiempo

Hay un dato geográfico que explica mucho: Dinamarca está entre los paralelos 54 y 58 Norte. En invierno, la luz dura unas horas. En verano, las noches blancas se extienden casi hasta el amanecer. Cuando el tiempo en luz es escaso durante meses, se aprende a valorar cada minuto de otra manera. No es casualidad que los daneses lideren consistentemente los índices de felicidad mundial, ni que tengan un término, hygge, para describir el arte de saborear los momentos. 

De izquierda a derecha los nuevos modelos UJ-2, UJ-1 y UJ-3.

Urban Jürgensen el hombre (1776-1830) creció en esta cultura. Aprendió con Breguet en París, con Arnold en Londres, con Houriet en Le Locle. Pero filtró todo ese conocimiento europeo a través de una sensibilidad escandinava única: elegancia sin ostentación, precisión como fin en sí mismo, respeto casi espiritual por el tiempo bien empleado para la gente educada. Su filosofía, ‘time kept and spent beautifully’ no es marketing.

Es el mantra que articula la nueva colección presentada en junio en Los Ángeles en un evento que, por primera vez, unió a Hollywood con el gusto danés y la haute horlogerie helvética. No se había visto nada parecido desde el renacer de A. Lange & Söhne hace más de 30 años. Celebridades, jugadores de la NBA y lo que sea que pase por influencers de la moda llenaron un hangar del aeropuerto en Santa Mónica. En el centro de todo, Kari Voutilainen, el tímido, pero brillante relojero finlandés, observaba con una mezcla de asombro y satisfacción.

Los tres nuevos pilares

Nada expresa mejor el nuevo proyecto que sus tres nuevos modelos cuidadosamente urdidos. El UJ-1 es el puente entre tres generaciones. Es una edición de 75 piezas con tres referencias de 25 unidades cada una. Este reloj conecta directamente con Peter Baumberger y Derek Pratt, los artífices de la segunda edad de oro de UJ en los años 80-90. 

UJ Pratt Oval Pocket Watch.

El legendario UJ Pratt Oval Pocket Watch, un cronómetro de bolsillo con tourbillon volante y remontoir d’égalité que Derek Pratt empezó en 1982 y que Voutilainen terminó en 2005, tras la enfermedad de Pratt, fue vendido en subasta por Phillips, en noviembre de 2024, por CHF 3.69 millones, un récord absoluto para la marca. El nuevo modelo traduce el espíritu de esa pieza maestra a la muñeca. El reto era monumental. El reloj de bolsillo original era de cuerda y puesta en hora por llave. El de pulsera debía ser de corona. Dos barriletes volantes, el mecanismo de remontoir en la jaula del tourbillon, el sistema de cuerda funcionando en reversa con todos los engranajes en el lado del dial. Cada elemento requería repensar la arquitectura completa.

Voutilainen pasó de dos a tres meses conceptualizando el UJ-1 antes de sentirse seguro de que podía hacerlo. Sus credenciales: tourbillon volante, remontoir d’égalité para fuerza constante, segundero muerto, caja de 39.5 mm en platino u oro rosa 5N, esfera guilloché grain d’orge lineal hecha a mano y un precio de CHF 368,000. El precio puede ser elevado para un Kari-que-no-firma-Kari, pero los creadores mandan un mensaje: aspiran a la obsesión artesanal especulativa que tienen las creaciones del propio Voutilainen, F.P. Journe, Philippe Dufour o Roger W. Smith.

Innovación disfrazada de tradición

El UJ-2 responde a quienes han visto los cronómetros de tres agujas como el nuevo refugio del coleccionismo, pero hay algo más. Usa un escape natural que da impulso directo, una conexión intelectual con Breguet, mentor de Urban Jürgensen. Breguet persiguió este escape toda su vida y nunca lo perfeccionó completamente. Voutilainen lleva 17 años perfeccionándolo en su taller y pensó que era una idea bonita aplicarlo en esta aventura porque Urban Jürgensen estudió con Breguet, así que tener un escape natural se sentía como una conexión a través del tiempo

Pero no nos confundamos. Es una construcción moderna con un tren de engranajes moderno. Los puentes evocan los movimientos históricos de Jules Jürgensen, pero por dentro late tecnología del siglo XXI. ¿Por qué nos debe importar este escape? Porque entrega un impulso directo al volante mediante un rodillo, reduce la fricción hasta 30% comparado con un escape suizo de áncora tradicional, funciona sin lubricación e incorpora espiral con curva rara terminal Grossmann.

Sofisticación técnica

Este nivel de sofisticación técnica que otras marcas reservan para sus grandes complicaciones aquí es el nuevo calibre base de Urban Jürgensen. El reloj de tres agujas ya lleva la excelencia que otros guardan para perpetuos o tourbillones. Nuevamente, la caja es de 39 mm en platino u oro rosa, la carátula mantiene el guilloché circular grain d’orge en la periferia, las Clous de Paris a 45° en el segundero auxiliar a las 5 y la emblemática reserva de marcha retrógrada a las 12 marcada por indicaciones de cuartos de carga en lugar de horas. Precio: CHF 105,000.

El UJ-3 propone un calendario perpetuo con fase lunar instantánea desarrollado con Andreas Strehler, el mago de las fases lunares eternas. Esta función es precisa por un día cada 14,000 años y es la primera vez que el sistema Strehler se licencia para producción seriada. El calibre UJ-3 tiene 484 componentes, calendario perpetuo con salto instantáneo a medianoche e indicador de año bisiesto en el movimiento. Y todo impulsado por el escape natural de doble rueda del UJ-2. Caja de 39 mm, esfera negra con guilloché grain d’orge circular, Clous de París para fecha/segundero auxiliar y sauté-piqué en el minutero. Precio: CHF 168,000.

Los detalles que definen

Hay marcas que hacen relojes y hay marcas que hacen declaraciones sobre cómo debería hacerse un reloj. Los tres UJ comparten un diseño, pero no monótono. Las asas son en forma de lágrima elegante, inspiradas en los Jürgensen originales, ahora escalonadas. Las esferas también tienen ADN común, con guilloché impecable que es una firma de Jürgensen, Pratt y Voutilainen. Los números romanos están impresos en el interior de la zona de horas y minutos, con el árabe ‘0’ a las 12.

Las agujas son de inspiración Breguet y requieren más de 50 operaciones individuales. La de las horas va calada con su icónico ojo y se compone de cuatro piezas separadas. El azulado se hace a la llama, artesanalmente. El contrapeso ovalado de la aguja de segundero se fabrica con métodos casi extintos. Los acabados guilloché requieren cuatro días por carátula en tornos manuales y una sola línea mal trazada arruina semanas de trabajo. 

Acabados excepcionales

En los acabados de los calibres no se escatiman recursos. Van chapados en oro rosa 5N con grenage, perlage, achaflanados abombados, tornillos pulidos a espejo y ruedas satinadas. Todo a mano. Incluso los componentes que jamás se verán sin desmontar el reloj. Esto es lo que pesa en los dilemas del coleccionista contemporáneo en los tiempos extraños que vivimos, donde hay más conocimiento técnico que nunca, pero el mercado premia cada vez más el hype, la visibilidad, el reconocimiento instantáneo en la muñeca.

Urban Jürgensen propone algo radicalmente distinto, alejado de los relojes para Instragram: elegancia discreta con profundidad técnica extrema para quien entiende que un escape natural de doble rueda en producción seriada es más difícil de lograr que muchos tourbillones contemporáneos. 

La campaña con Ellen von Unwerth

De izquierda a derecha, Kari Voutilainen y Alex Rosenfield captados por la lente de Ellen von Unwerth.

La firma contrató a Ellen von Unwerth, fotógrafa legendaria, famosa por capturar a Claudia Schiffer, Naomi Camp­bell y la esencia cruda y vital de los 90, para la serie Time Well Spent. No hay poses estáticas de muñeca. Hay gente haciendo lo que ama: un pintor en su jardín o una diseñadora en su yate de regata. Y luego el reloj en su entorno con estilo: un tocador, un casillero, un escritorio… Vida real, imperfecta, auténtica. Si la filosofía es que el tiempo bien empleado define una vida bien vivida, en UJ creen que no pueden vender sus relojes con modelos posando en una alfombra roja. 

El nicho tiene sus reglas

UJ bajo Voutilainen y Rosenfield no compite por un pedazo del pastel del mercado contra Patek Philippe, Audemars Piguet o Vacheron Constantin. Está construyendo algo más de nicho: una casa para coleccionistas que prefieren algo con alma que poca gente tiene. Cada reloj toma aproximadamente un mes de trabajo de un relojero maestro y la distribución es directa al cliente. Es un modelo de negocio arriesgado, pero coherente si haces 50 UJ-3 al año en lugar de miles y buscas mantener el nivel de acabados artesanales y construir relaciones reales con coleccionistas. Este año harán entre 50 y 70 relojes. Planean entregar todos los UJ-1 entre año y medio y dos años. La producción se duplicará en 2026, pero siempre manteniendo la calidad. En los próximos años producirán algunos cientos de relojes anuales.

Conclusión

La nueva Urban Jürgensen 2025 no es perfecta, pero en una industria plagada de revivals sin alma y decenas de marcas con estilo heritage, es una grata excepción. Aquí Voutilainen no juega a ser curador de museo, sino a escribir el próximo capítulo de una historia que comenzó hace 250 años. Hay trabajo por hacer en visibilidad entre los coleccionistas. Tal vez hay que explicar que las altas exigencias técnicas y la pequeña producción definen un precio que puede resultar alto. Pero hay algo auténtico aquí. Voutilainen tiene credenciales indiscutibles y Rosenfield entiende la cultura contemporánea, lo que busca un coleccionista de ultra nicho. Los relojes, especialmente el UJ-2 con escape natural ‘en serie’ y bella carátula descentrada, son una propuesta más que interesante. No es para todos, pero quizá eso es lo que se busca en un reducido club de high horology menos convencional.

Carlos Alonso

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