Ante la confirmación del spin-off de The Office, Stephen Colbert le dijo a Steve Carrell que internet estaba “explotando” por saber si volvería a interpretar a Michael Scott. “¿‘Explotando’?”, respondió Carrell, incrédulo. “¡Estás delulu si no lo crees!”, aseguró el conductor quien, al ver que el actor no entendía, lo llamó “abuelo falto de rizz”. Porque todos los jóvenes —aunque sea de espíritu— saben qué es estar delulu.
El término se usa en redes desde 2014. Se aplicaba como peyorativo hacia fans del k-pop convencidos de tener una relación real con los idols. Un fenómeno que se conoce como conducta parasocial, aunque a la Gen Z le bastó la palabra “delusional” (delirante). Eso se acortó a “delulu” y, con el tiempo, se volvió algo positivo. Hoy, lo delulu es una filosofía Gen Z/Millennial que invita a la gente a ser feliz con su excentricidad. Esto se resume en su frase más sonada en redes: May all your delulu come trululu, because being delulu is the solulu.
En Vogue España, el filósofo Eudald Espluga opina que lo de estar delulu es una suerte de fe. “Es liberador, una manera de sortear la desesperanza. Una reacción casi religiosa al hecho de heredar un mundo cada vez más desigual, al borde de un colapso climático”. En esto coincide el reporte The age of reenchantment de Wunderman Thompson, que dice que los jóvenes buscan reencantarse con el mundo postpandemia no por placer, sino por supervivencia. Evasión lúdica e irónica para resistir una realidad hostil que los ha convertido en las que Dacher Keltner, psicólogo de la Universidad de California, considera “las generaciones jóvenes más estresadas, ansiosas y acomplejadas de la historia”.
Cultura pop
Los memes lo dicen todo. ¿Por qué estar triste cuando puedes estar loco? ¿por qué no activar tu botón delulu o ponerte un sombrero delulu y ser feliz? Estos mensajes, replicados millones de veces a través de las redes sociales, son producto de una búsqueda desesperada por encontrar algo positivo en un mundo cuya realidad no provoca más que desesperanza. Por supuesto esto no refiere a la locura de una manera clínica o irresponsablemente evasiva. Como explicó Matthew Barros, profesor de lingüística de la Universidad Washington en St. Louis al New York Times, las palabras cambian de propósito dependiendo del contexto. “Lo delulu es divertido, incluso tierno. Algo que en definitiva lo separa de lo delirante (que provocaría preocupación)”.
Entretenimiento
Si alguien tiene duda sobre lo delulu como herramienta ante una crisis, tiene que ver Spaceman (Dir. Johan Renck, 2024). En esta película, Adam Sandler interpreta a un astronauta que viaja en solitario mientras experimenta una crisis matrimonial y existencial, pero que recupera su resiliencia gracias a una criatura alienígena que aparece en su nave. ¿Realidad o delirio? No queda claro, pero sin duda es un salvavidas para el protagonista. En If (Dir. John Krasinski, 2024) analiza un fenómeno similar. Lo hace por medio de una niña que no solo tiene un amigo imaginario, sino que puede ver los demás. En otro tono, Jerry Seinfeld es súper delulu en su película Unfrosted (2024) en la que narra, de la manera más absurda posible, la historia de creación de las Pop-Tarts (que en realidad es bastante aburrida).
Además, como prueba de la versatilidad de lo delulu, en el podcast The Delulu Diaries dos conductoras ofrecen sus opiniones de libros, películas y series de la forma más delulu posible.
Moda
“Abrazar” lo delulu también implica expresarlo en la vestimenta. La apertura de la Generación Z a la excentricidad ha permitido que hasta las más locas propuestas de los diseñadores de moda pasen por normalidad. Balenciaga, donde lo delulu es una constante, propone siluetas oversized en looks que parecieran estar armados al azar (aunque ocurre lo contrario). Schiaparelli, otra firma conocida por sus “rarezas”, ahora se inspira en las investigaciones que el astrónomo Giovanni Schiaparelli (tío de Elsa) realizó sobre Marte, por lo que vemos la presencia de “marcianos”. Rick Owens juega con siluetas que él mismo describe como “grotescas e inhumanas” y que no dejan de tener su toque futurista. Y Larha sigue esos pasos, pero aterrizando más las prendas al contexto urbano con toques “incoherentes” como jeans baggy llevados con guantes largos que contrastan épocas y estéticas.
Diseño
Para fortuna de todos, siempre ha habido mentes delulu proponiendo objetos y espacios que retan a la imaginación. Por ejemplo, la arquitecta griega Katerina Kamprani ha desarrollado desde la década pasada su colección The Uncomfortable. Ahí crea productos deliberadamente inservibles que provocan risa y sorpresa entre quienes los ven. Ese factor alocado e inspirador también se ve en el interiorismo. En Eatrenalin, un restaurante en Alemania, los comensales se sientan en sillas “flotantes” y mesas que giran como en un juego mecánico para reforzar una experiencia inmersiva que utiliza el multiverso y la inteligencia artificial para proponer paisajes tan emocionantes como irreales. Esas mismas herramientas han permitido que artistas visuales como If Only, reimaginen boutiques de lujo en locaciones imposibles gracias a herramientas como Midjourney.
Pero también están quienes llevan lo delulu al plano físico como vimos en el diseño de las vitrinas con las que Loewe presentó su colección cápsula inspirada en la película El increíble castillo vagabundo de Hayao Miyazaki.
Relojes para estar delulu
La relojería también ha sido un lienzo para delirar, lo que han dejado claro firmas como Hautlence o Konstantin Chaykin. Un espíritu que ha animado a otros a “alocarse”, como vemos en los nuevos Tambour Slim Jumping Hours de Louis Vuitton. Estas piezas tienen como protagonista a Vivienne —personaje que la firma presentó en 2017— quien ahora presume dos nuevas aventuras, una en el espacio y otra entre los árboles de cerezo en floración.
Siempre delulu, Max Büsser —por medio de M.A.D. Editions— presentó una colaboración con el diseñador Jean Charles de Castelbajac que lleva un mensaje de amor y paz. Algo muy acorde a esta tendencia. En otra alianza, pero esta vez entre MB&F y H. Moser & Cie., un pequeño oso panda trabaja como DJ en un Streamliner absolutamente delulu que fue hecho para Only Watch. Llevando todo esto a los mercados masivos, Swatch propone una alianza con el artista gráfico japonés VERDY, quien usa lo rebelde y lo absurdo para generar positividad.
Este texto se publicó en la edición 133 de Tiempo de Relojes y está disponible en este enlace.