En el futbol, como en la alta relojería, cada segundo importa. Un instante puede cambiarlo todo: un gol en el último minuto, un silencio antes del penalti, una carrera imposible hacia la portería. Con esa misma intensidad, Hublot presenta el Classic Fusion Chronograph UEFA Champions League Titanium, una edición limitada que celebra dos aniversarios históricos: los 70 años de la Copa de Europa y una década de la firma suiza como Reloj Oficial de la competición más prestigiosa del futbol mundial.
Desde 2015, Hublot ha estado presente en más de 800 partidos, midiendo la emoción segundo a segundo, gol a gol. No como un mero testigo, sino como parte activa del espectáculo. Este nuevo cronógrafo, limitado a solo 100 piezas, es un homenaje a esa historia compartida y al ritual moderno del futbol de élite.
La pieza se presenta en una caja de titanio satinado y pulido de 42 mm, ligera pero contundente, pensada para acompañar tanto la adrenalina del estadio como el pulso urbano del día a día. La esfera azul degradada, inspirada en el color icónico de la Champions League, incorpora el logotipo aplicado de la UEFA en el contador de las tres horas, mientras que la correa fusiona caucho negro y piel de becerro azul, sellando el vínculo entre deportividad y elegancia.
El lanzamiento está protagonizado por Kylian Mbappé, embajador de Hublot y uno de los futbolistas que mejor encarna el espíritu de una nueva era: velocidad, precisión y ambición sin concesiones. Representa una generación que entiende el tiempo como un aliado estratégico, donde cada decisión se toma al límite y cada segundo se juega como si fuera el último.
Detalles únicos
Más allá del reloj, la experiencia se completa con un guiño emocional al trofeo más deseado del futbol europeo. Cada pieza se entrega en una caja de madera personalizada, acompañada por una réplica en miniatura del trofeo de la UEFA Champions League. No hay que ganarlo en el campo para sentir su peso simbólico en la muñeca.
Como resume Julien Tornare, CEO de Hublot, el futbol no es solo un juego, es un sentimiento compartido. Y este cronógrafo no se limita a medir el tiempo: lo celebra. Porque cuando el reloj late al ritmo del estadio, el tiempo deja de ser abstracto y se convierte en memoria.