Manolo Caro habla siempre desde la autenticidad. “Me atraen los temas que me incomodan”, suelta como quien confiesa un mantra creativo. El director, creador de fenómenos como La Casa de las Flores y, recientemente, Serpientes y Escaleras, atraviesa una etapa marcada por la paternidad, la introspección y un renovado sentido del tiempo. Celebra lo que lo toca, cuestiona su propio privilegio y defiende la congruencia como brújula ética. Entre confesiones y proyectos en marcha —incluida una nueva película en España y la posibilidad de volver al musical—, Caro revela cómo se siente a estas alturas de su éxito. Y también por qué Montblanc, sus objetos y su estética dialogan tan bien con su forma de contar historias.
> ¿Qué te atrajo de Montblanc?
Siempre he intentado ser congruente con lo que soy, digo y hago. Hago equipo con una marca solo si confío en su discurso y me siento orgulloso. En el caso de Montblanc, mi manera de trabajar y la filosofía de la marca van de la mano. Yo siempre cargo una libreta y una pluma; para mí es la mejor marca de plumas. Cuando me buscaron, me pareció divertido, congruente e inteligente. Es un lugar donde me siento muy cómodo.
>Montblanc creó una campaña con Wes Anderson. La marca creó un set cinematográfico para contar su historia. ¿Cómo resuena eso contigo?
Estuve en la inauguración de la boutique de Guadalajara y fue de las mejores celebraciones que he vivido en México. Como contador de historias —así me defino antes que director o guionista— todo empieza en el papel. Que Montblanc viaje de la mano de un director como Wes Anderson habla del proceso que recorre una idea: de la cabeza al papel, del papel a la pantalla y de ahí al público. Eso es lo que buscamos: llegar con nuestro mensaje.
>De la estética y los objetos de Montblanc, ¿con cuáles conectas más?
En relojería, con los modelos conmemorativos. Soy un alma vieja, muy ligado a la celebración del tiempo y los momentos. Un reloj es una pausa, una toma de conciencia. Ahora, como papá, el tiempo tiene otro significado.
> ¿Eres de usar reloj a diario o solo en ocasiones especiales?
Lo usaba en momentos especiales, pero una amiga me dijo algo hermoso: “Los momentos especiales son la vida misma”. Antes guardaba mi primera Montblanc como si no quisiera que se desgastara. Ahora pienso que hay que usar las cosas cuando te plazca. La vida es lo que se celebra a diario.
> ¿Cuándo descubriste que tenías una voz propia para contar las historias que te interesaban?
Cuando el público empezó a decir “esto es muy Manolo”. Ahí entendí que me había convertido en una marca, en un sello. Y eso es una bendición. No te propones pulirlo: la vida, las horas en el set y los actores lo van refinando.
> ¿Qué referentes cinematográficos te han marcado como creador?
Muchos. Buñuel, El Callejón de los Milagros, Almodóvar, Woody Allen. También admiro a Rubén Östlund, Taika Waititi, Luca Guadagnino. Y a creadoras como Marta Pazos o Bárbara Colio. Siempre digo que en esta diversidad y en el caos es donde uno encuentra la inspiración.
> ¿Alguna película de cabecera?
Match Point, de Woody Allen. Me encanta el tenis, la pasión, cuando el malo gana. No es mi favorita, pero sí la que más envidio no haber dirigido.
> En Serpientes y Escaleras te criticaron por hablar de poder y moral desde tu privilegio. ¿Qué respondes?
Sería tonto no reconocer mi privilegio. Intento usarlo para crear y dar voz a otros grupos. Como miembro de la comunidad LGBT, he buscado personajes que no caigan en el cliché. Que en La Casa de las Flores hubiera personajes trans icónicos y fijos fue fundamental para mí. Privilegiado sí, pero consciente y en aprendizaje constante.
> ¿Crees que un artista tiene un compromiso social?
Cuando llegas a cientos o millones de personas, sí. Al menos debes ser congruente y hablar de lo que te atañe. Serpientes y Escaleras nace del deseo de señalar que la ética y la moral no tienen precio. Pero hay quienes creen que sí… y también quienes se dejan aplastar por eso. Me parecía urgente hablarlo.
> ¿Cómo eliges las historias que quieres llevar al cine?
Si no me quita el sueño, no me interesa. Necesito sentir incomodidad o vulnerabilidad. Pueden ser temas profundos o banales, como angustiarme porque el saco no combina con el pantalón. Pero algo me tiene que inquietar.
> ¿Hay un género en el que quieras incursionar?
El musical me ha tratado mal, pero me lo siguen ofreciendo. Tengo una oferta ahora mismo que estoy considerando. Más adelante quiero crear algo para niños. Donde más cómodo estoy es en la comedia, incluso la que roza la farsa. Y ahora, siendo papá, mi centro creativo está en un bebé de cinco meses, así que quizá es momento de seguir haciendo comedia.
> Cuando trabajas en España, ¿te entienden bien creativamente?
Muchísimo. Me siento muy querido en España y he encontrado un público que me entiende. La Sagrada Familia funcionó muy bien: era un melodrama con ADN mexicano. El puente entre México y España se nutre de la curiosidad: ellos se ríen de cómo hacemos melodrama; a mí me intriga su forma de hacer comedia. Mi trabajo transita bien entre ambos mundos.
> Después del éxito abrumador de La Casa de las Flores, ¿cómo se gestiona ese nivel de exposición?
Igual que el fracaso: como un buen vino, se saborea, se escupe y se sigue. No puedes quedarte en esa copa. Un éxito te abre puertas; un fracaso te las complica. Pero no es determinante. Contamos historias, no hacemos cirugía a corazón abierto.
> ¿Tienes un proyecto próximo?
Estoy por comenzar una película en España. Es completamente española. Un thriller, un drama. Me emociona enfrentarme de nuevo a un proyecto que no es en mi país. Aunque me quieran mucho acá, es un reto.
> ¿Qué ha cambiado al ser papá?
Las prioridades. No me autocensuro: quiero que mi hijo crezca en libertad. Ahora me preocupa el tiempo. Escribo cuando él duerme; cuando está despierto, estoy con él.
CONFIDENCIAS EN CORTO
• Talento oculto que te gustaría tener en un rodaje.
Leer la mente. El equipo muchas veces no se atreve a decir algunas cosas por no incomodarme, y eso complica la comunicación.
• Si pudieras congelar una imagen, ¿cuál sería?
El nacimiento de mi hijo. Podría vivir en esa escena.
• Manía creativa confesable.
Soy neurótico en el buen sentido de la palabra. Y cuando grabo, tengo una adicción muy seria al chocolate.
• ¿Qué es la risa para ti?
Esencial. Lo más importante es saber reírte de ti mismo. Me puedo enamorar de cualquiera que me haga reír.