El color es cada vez más importante en el catálogo de Rolex al ser un factor determinante para cambiar la imagen de colecciones plenamente consolidadas. Un ejemplo es el Cosmograph Daytona, el emblemático cronógrafo que este año se presenta en una original combinación de caja de oro amarillo de 18 quilates con carátula lacada en azul turquesa. Este modelo se ha convertido en objeto de deseo de los coleccionistas y en protagonista de los éxitos del tenista y Testimonial Rolex Carlos Alcaraz.
La adaptabilidad del Cosmograph Daytona le permite jugar con el acabado del bisel en las opciones de oro en acabado metálico y con disco de Cerachrom negro. En esta última opción, la casa ofrece una versión más deportiva al combinarse con el brazalete Oysterflex. Es en esta variante (oro amarillo y Oysterflex) donde encontramos esta nueva carátula azul turquesa, que viene a completar la reciente oferta de carátulas de meteorito que Rolex incorporó recientemente a su catálogo de Daytona de oro con brazalete Oysterflex. Sin novedad en el apartado técnico, el Cosmograph Daytona equipa el célebre movimiento 4131 de manufactura con reserva de marcha de 72 horas y una desviación de -2/+2 segundos al día tras el encajado.
Carátula ojo de hierro
El color también va más allá de los lacados como el de este Cosmograph Daytona. Los materiales naturales son una fuente de inspiración en la historia de Rolex, también en el caso de las carátulas. Su fabricación con piedras es una tradición que la firma suiza ha mantenido durante décadas, normalmente en sus referencias más valiosas y dentro del segmento femenino. Ahí tenemos el Oyster Perpetual Day-Date con sus preciosas esferas de cornalina, cuarzo, turquesa y aventurina, entre otros materiales. O, en un producto más enfocado para el hombre, el fabuloso Yacht-Master con carátula de piedra ojo de halcón, descatalogado este mismo año.
A este último lo releva el no menos fascinante Oyster Perpetual GMT-Master II con caja de oro Everose y carátula de ojo de hierro. Esta piedra natural, un mineral perteneciente a la familia de las cuarcitas, destaca por sus vivos colores contrastados, con matices que incluyen marrones, rojos, amarillos y negros. Una paleta cromática que contrasta con el disco de Cerachrom del bisel, en marrón y negro, y realizado en una sola pieza. Aparte de su atractivo, el uso de piedras naturales en las carátulas consigue que cada reloj sea único e irrepetible.
Por último, el Oyster Perpetual Sky-Dweller en oro amarillo de 18 quilates se viste con una esfera verde vivo con acabado tipo sol. El brazalete Jubilee, igualmente en oro amarillo de 18 quilates y con cierre Oysterclasp, le aporta un toque adicional de exquisitez.