Como Chief Designer Officer de IWC Schaffhausen desde hace 16 años, Christian Knoop ha sido protagonista de la consolidación de la firma en la primera línea del mundo del lujo a nivel mundial. Hace poco, IWC ganó la “Aiguille d’Or” del Grand Prix d’Horlogerie de Genève 2024, el máximo premio del sector relojero, con el imponente Portugieser Eternal Calendar. En entrevista con Tiempo de Relojes, Knoop habló de lo que significa esa pieza para la marca y de los desafíos de rediseñar un icono como el Portugieser.
Ingenieros de corazón
“IWC ha experimentado una transformación. Hace unos 20 años, era una marca muy técnica, de nicho, dirigida a unos cuantos clientes, sobre todo en la parte de habla alemana de Europa. Pero en los últimos años, hemos alcanzado el estatus de marca de lujo y nadie duda de que lo somos. El reto ahora es trabajar en diferenciarnos dentro del sector del lujo. Si todos usan los mismos códigos –madera pulida en sus boutiques, celebridades, eventos glamurosos–, ¿cuál puede ser nuestra fórmula? Estamos convencidos de que nuestro enfoque debe ser el mundo de la ingeniería”.
“Nuestra historia es muy particular y está marcada por nuestro fundador (Florentine Ariosto Jones), que siempre combinó tecnología y artesanía. Esto dio lugar a una cultura única. Es algo que comunicamos incluso en el diseño corporativo, con un fuerte contraste en blanco y negro que es muy técnico y se basa en nuestro enfoque de ingeniería”.
“En las últimas décadas, las familias de productos de IWC se habían vuelto más poderosas que la firma. Tuvimos muchos lanzamientos emocionantes de Aquatimer, Ingenieur, Portofino, pero cada año parecía que era una marca diferente y sentíamos que carecía de identidad. Tenemos que hablar como IWC y no como Portofino, Aquatimer y así sucesivamente. Nuestra labor ha sido crear un paraguas de marca tan fuerte que se pueda reconocer en todo el mundo e identificar en todas las colecciones. En eso hemos trabajado durante los dos últimos años”.
Algo nuevo e inesperado
“Cuando se rediseña una colección icónica, siempre hay mucho respeto por la historia y el legado de la marca y de esa colección. En el caso del Portugieser, que tiene más de 80 años, muchos clientes y coleccionistas tienen una idea de cómo debe ser un Portugieser. Así que cuando empezamos a rediseñarlo, teníamos que respetar el ADN del producto. Pero, a la vez, como diseñadores teníamos que encontrar algo nuevo e inesperado que sorprendiera a los clientes. Lo logramos de varias maneras, con un par de movimientos inéditos, una nueva construcción de la caja, algunos modelos y colores nuevos, y un cristal de zafiro abovedado. Trabajamos en el refinamiento de la carátula, pero no añadimos más elementos, sino que realzamos aún más la increíble pureza del reloj.
“El Portugieser Eternal Calendar es un producto fascinante. Llamó mucho la atención porque establece algunos récords, pero también es un testimonio de la cultura de innovación de IWC. Cuando hablamos de ingeniería, no solo nos referimos a la expresión técnica, sino también a la actitud general que tenemos como relojeros, ingenieros y diseñadores de seguir superando los límites, de siempre buscar mejoras y no conformarse con el statu quo, sino cuestionarlo. Así surgió el calendario perpetuo de Kurt Klaus en la década de 1980. Lo lógico es que sigamos superando los límites y presentemos algo mejor. En ese sentido, el Portugieser Eternal Calendar es una especie de testimonio de este espíritu de trabajo, de la ética laboral que tenemos como ingenieros en Schaffhausen.”
“Me formé como diseñador industrial, así que siempre he trabajado con productos técnicos en muchas categorías e industrias diferentes. Cuando me uní a IWC, hace 16 años, tengo que admitir que veía al reloj como un producto técnico. Sin embargo, pronto descubrí cuánto significan los relojes para nuestros clientes y así vi que el poder emocional del reloj no tiene comparación. Es uno de los aspectos más fascinantes y motivadores de mi trabajo”.
“Cada color debe tener una razón. No podemos seguir los colores de moda porque tenemos una velocidad de desarrollo y un nivel de complejidad diferentes. Obviamente, el Portugieser es un reloj muy serio y respetado. Se trata de alta relojería y de la pureza. Así que buscamos colores que pudieran combinar con este nivel de producto, que tuvieran cierta seriedad, que fueran bonitos, refinados y elegantes, pero no colores de moda. El Dune y el Horizon Blue son colores clásicos que queremos que sigan durante algunos años en la colección y no que duren un año o una temporada. Estos colores juegan con la forma clásica del Portugieser, pero no lo convierten en un reloj de moda. Más bien, apoyan la elegancia y la seriedad de la colección”.
“Sin duda, IWC es una marca muy cool. Pero no queremos solo ser la firma de moda que usa colores extravagantes. Para nosotros también es importante que nos tomen en serio como relojeros. Que la gente sepa que seguimos innovando y que hacemos las cosas con una calidad muy especial que viene de Schaffhausen”.
