En el corazón de la Quinta Avenida de Nueva York, un edificio se impone sobre muchos otros, no por su tamaño, sino por su historia. Es la Maison Cartier, que desde 1917 le ha regalado a La Gran Manzana una historia de leyenda. Ayer mismo tuvo lugar la gran celebración de apertura que congregó a celebridades planetarias y convirtió en escenario de película el edificio más emblemático de la casa de la Rue de la Paix. Sofia Coppola, Olivia Palermo, Neil Patrick Harris, David Burtka, Katie Holmes, Sienna Miller y Uma Thurman estaban entre los invitados.
La importancia de esta reapertura se cimenta en sus orígenes. El mito comienza con la misma adquisición de la casa. Pierre Cartier –nieto del fundador de la firma- buscó la mejor locación para su tienda durante 5 años, hasta que dio con el edificio enclavado en Manhattan. Este pertenecía a Maisie y Morton Plant, un acaudalado matrimonio que no pretendía vender su propiedad… hasta que ocurrió la magia. Pierre, obsesionado con el lugar, propuso un trueque extraordinario: ofreció a Maisie un collar de perlas valuado en 1 millón de dólares (más 100 dólares). Seducida por la joya, la dueña de la casa convenció a su marido de hacer el intercambio, pues la mansión estaba valuada, en ese momento, en poco más de 900,000 dólares. Fue así que la casa Plant se convertió en la bandera de Cartier en Estados Unidos.
A punto de cumplir 100 años, la nueva dirigencia de la compañía, decidió que era momento de renovar y mejorar un espacio de por sí histórico, en aras de celebrar su centenario. Tras dos años y medio de restauración, hoy la maison reabre sus puertas, lo que marca el fin de una de las más largas renovaciones en la historia de Cartier, sin comprometer un ápice de su herencia e historia.
El arquitecto Thierry Despont fue el elegido para encabezar este proyecto. La remodelación externa incluyó modificaciones a la fachada: se movió ligeramente la entrada que da a la Quinta Avenida, para que se alineara con el centro del edificio. En lo que respecta al interior, fue pensada como un espacio con grandes salones, donde los clientes pueden contemplar la joyería, relojes, objetos y accesorios que la casa ha creado. También cuenta con un número abundante de áreas privadas, donde los asiduos podrán sentarse junto a los socios vendedores y realizar transacciones especiales. Estos salones de venta están equipados con antigüedades de lujo e iluminadas por 30 candelabros, réplicas de los originales encontrados en la mansión. Muchas de las habitaciones llevan nombres de la clientela más famosas de Cartier: Grace Kelly, Elizabeth Taylor, Andy Warhol y Gary Cooper, entre otros.
En el interior, casi todo está hecho a medida. Entre los innumerables artículos incluidos, encontramos que se dio mantenimiento a 101 ventanas, se colocaron 43 telas y cueros diferentes en paredes, muebles y cortinas, además de que el propio Despont diseñó 35 muebles en exclusiva para este templo del lujo. Una gran pared de acabados en roble fueron preservados con tal de mantener el espíritu original, al tiempo que se reinstalaron y reformaron paneles para adaptarse a las nuevas habitaciones.
Una parte vital de otras mansiones similares, como las de París y Londres, es el gusto por las antigüedades como parte del decorado. Para esta ocasión, se seleccionaron 110 objetos preciosos, los cuales fueron valorados por los encargados del patrimonio Cartier, así como por el mismo Thierry.
A todo esto hay que añadir que la firma no da la espalda a la tecnología, pues ha provisto a la casa de una red Wi-Fi que, al momento de accesar a ella, te redirige a una guía de todos los espacios públicos de la Maison.
Es así que una de las casas más elegantes de la historia, agrega aún mayor prestigio a su historia mítica. Bienvenidos de vuelta a la Maison, donde habita una leyenda máxima: Cartier.