La Quête du Temps: la hazaña mecánica de Vacheron Constantin

Siete años de desarrollo, 6,293 componentes y 15 patentes. Así es el reloj monumental La Quête du Temps de Vacheron Constantin, un objeto que fusiona filosofía, mecánica y arte.

El Museo del Louvre en París ha sido el escenario elegido para desvelar una de las creaciones más ambiciosas de la historia reciente de la relojería. En el corazón de la exposición Mécaniques d’Art, Vacheron Constantin presentó esta semana La Quête du Temps, una obra monumental que celebra el 270 aniversario de la Maison. No se trata solo de un reloj astronómico, sino de una escultura cinética y filosófica que reúne arte, ciencia y técnica en un objeto único. Este reloj monumental se puede ver en el Museo del Louver del 17 de septiembre al 12 de noviembre de este año.

El reto fue titánico: concebir un mecanismo que no solo integrara 23 complicaciones relojeras en un calibre mecánico, sino que además diera vida a un autómata de 28 cm de altura, capaz de 144 gestos diferentes. Para lograrlo, los ingenieros desarrollaron un sistema de 158 levas enlazadas al movimiento del reloj a través de una memoria mecánica. Este ingenioso puente transcribe la hora al autómata, que la reproduce con movimientos fluidos y silenciosos.

Un tourbillon fuera de escala

En la parte frontal de la pieza, un tourbillon descomunal se lleva las miradas. Con un diámetro de volante de 16,8 mm y una Cruz de Malta de 28 mm, es más del doble de grande que los que suelen encontrarse en un reloj de pulsera. Su tamaño no fue un capricho: en un mecanismo de esta envergadura era imprescindible garantizar estabilidad cronométrica a pesar de la posición estática vertical. Para ello, los artesanos trabajaron con tolerancias microscópicas en piezas de dimensiones gigantes, un desafío que Christian Selmoni, director de estilo y legado cultural de la Maison, calificó como “la prueba más dura jamás enfrentada en términos de precisión”.

Calendario perpetuo y astronomía aplicada

La esfera frontal alberga un calendario perpetuo completo, con indicaciones de día, mes, año bisiesto y fecha retrógrada. A esto se suma una reserva de marcha de 15 días, indicada también de forma retrógrada en dos sectores. La mitad inferior de la esfera muestra una indicación de 24 horas con un disco Sol/Luna guilloché, acompañado de indicadores de amanecer y atardecer que se ajustan a la latitud de Ginebra.

La cara trasera es un viaje al cosmos: un mapa celeste en tiempo real del hemisferio norte, con indicación de día sideral (23 h 56 m 4 s). Alrededor, círculos concéntricos marcan meses, estaciones, equinoccios y signos zodiacales, subrayando la vocación astronómica de la obra.

Una de las innovaciones más notables es la fase lunar tridimensional retrógrada, precisa durante 110 años sin corrección. Para lograrlo, los ingenieros diseñaron un barrilete independiente oculto dentro de la propia esfera lunar, que permite la función retrógrada sin comprometer la exactitud astronómica. Esta complicación no solo es un logro técnico, sino también una pieza de escultura mecánica, con un efecto visual envolvente.

El autómata: un humanista mecánico

El centro poético y filosófico de La Quête du Temps es el Astronomer, un autómata de bronce fundido y dorado que observa y señala el cosmos. Sus gestos indican la hora en escalas suspendidas bajo la cúpula de cristal. La dificultad fue mayúscula: las escalas están dispuestas con números en orden aleatorio, para que cada movimiento sea distinto aunque solo pasen unos minutos entre activaciones. Con ello, la coreografía se vuelve siempre sorprendente. El autómata fue concebido por François Junod, el famoso autómata de Sainte-Croix. El mecanismo del reloj y su caja se diseñaron en colaboración con L’Épée 1839. Se consultó a astrónomos del Observatorio de Ginebra. 

El autómata está animado por un sistema de tres plataformas giratorias que gestionan los gestos y la música. Para acompañar su coreografía, se integró una máquina musical mecánica compuesta por un metalófono y tubos “wah-wah”, que interpretan tres melodías compuestas por Woodkid.

Como se explica en el comunicado de prensa de la marca, “el autómata adopta la forma de un astrónomo humanista, cuya coreografía no solo indica el tiempo, sino que también invita al espectador a contemplar la belleza y los misterios del cosmos y los fenómenos astronómicos que fundamentan la capacidad humana para medir el tiempo”. 

La cúpula celeste: un desafío artístico y material

Encima del autómata se extiende una cúpula de 40 cm de diámetro en cristal de roca, pintada a mano con constelaciones. Representa el cielo de Ginebra el 17 de septiembre de 1755, día de la fundación de la Maison, con Venus, Marte, Júpiter y Saturno visibles sobre la ciudad. La pintura fue ejecutada desde el interior del cristal, en imagen especular y sin guías previas, lo que exigió seis meses de preparación y tres semanas de ejecución impecable.

Los retos técnicos se extendieron al plano estético. La base octogonal alberga una representación del sistema solar en lapislázuli y piedras duras: azurita para la Tierra, jaspe rojo para Marte, ágata crazy lace para Júpiter. El uso de cristal de roca en grandes dimensiones fue otra odisea: se necesitaron dos años para encontrar bloques lo bastante puros, que luego fueron cortados, pulidos y montados a mano.

El acabado de los 6,293 componentes también supuso una prueba inédita. A esta escala, la mínima imperfección sería visible, lo que obligó a un trabajo meticuloso de biselado, pulido y grabado, aplicando los más altos estándares de alta relojería.

Más que un reloj, La Quête du Temps es una declaración sobre la capacidad humana para transformar la ciencia en poesía mecánica. Como señaló Olivier Gabet, director de Objetos de Arte del Louvre: “Evoca desde los relojes de agua egipcios hasta los autómatas cordobeses, recordando que los mecanismos complejos son parte de nuestra genealogía cultural”.

Ficha técnica La Quête du Temps

  • PATENTES: 15 en total (7 de relojería, 8 del autómata)
  • MOVIMIENTO: Calibre 9270, cuerda manual
  • COMPLICACIONES: 23 en total
    • HORA CIVIL (4):
      • 24 horas giratorias
      • Retrógrado 3D por el autómata
      • Tourbillon 1 min
      • Día/noche
    • CALENDARIO PERPETUO (6):
      • Calendario perpetuo completo
      • Día (gregoriano)
      • Mes frontal
      • Mes trasero
      • Mes y fecha retrógrados
      • Años bisiestos y ciclo de 4 años
    • FASES LUNARES (3):
      • Fases lunares de 110 años
      • Edad de la Luna
      • Fase lunar 3D retrógrada con barrilete
    • ASTRONOMÍA (5):
      • Salida del sol (Ginebra)
      • Puesta del sol (Ginebra)
      • Bóveda celeste hemisferio norte
      • Hora sideral
      • Estaciones, solsticios y equinoccios
    • FUNCIONES ADICIONALES (5):
      • Signos zodiacales
      • Alarma del autómata
      • Reserva de marcha retrógrada (dos sectores)
      • Reserva de marcha trasera
      • Reserva de marcha de corrección rápida
  • COMPONENTES: 2,370 (movimiento), 6,293 en total
  • RESERVA DE MARCHA: 15 días, cinco barriletes
  • TOURBILLON: volante 16.8 mm, jaula Cruz de Malta 28 mm
  • AUTÓMATA: 144 gestos, 158 levas, bronce fundido dorado, engastado con 122 diamantes
  • FUENTE DE ENERGÍA AUTÓMATA: barrilete independiente, cuerda manual con manivela
  • SECUENCIAS MUSICALES: metalófono y tubos wah-wah (534 componentes), tres melodías de Woodkid
  • DIMENSIONES: 1070 x 503 mm
  • PESO: aprox. 250 kg
  • MATERIALES: cristal de roca, lapislázuli, piedras duras, esmalte Grand Feu, marquetería de nácar

Yolanda Ruiz

Periodista todoterreno, llevo más de una década tomando el pulso a la industria relojera. “De los relojes lo que más me asombra es cómo actúan como instrumento de identidad. Son testigos de los cambios sociológicos y culturales».

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Directora comercial relojes

Heredé el gusto por los relojes desde niña y profesionalmente por el diseño. Desde hace 21 años estoy en este fascinante sector relojero, trabajando de la mano junto con las marcas haciendo estrategias comerciales y de marketing.

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Diseñador digital y multimedia

Geek millennial, amante de la tecnología. Ing. en comunicación multimedia, llevo los relojes mecánicos a la dimensión digital. Siempre al tanto de las tendencias tecnológicas.

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Lector antes que editor. Planté un limonero y escribí un libro. Espíritu deportivo para templar el ánimo. Ldo. en Filosofía (Univ. de Sevilla) y Máster de Periodismo (Complutense de Madrid).

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Redactor

Decía Antonio Machado que el hacer las cosas bien importa más que el hacerlas. Me he guiado por esta máxima durante casi veinte años que llevo escribiendo de relojes. En mi mano está hacerlo del modo más ameno posible.
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