Alain Prost está como en casa en el circuito de Paul Ricard en Le Castellet, ubicado en el sur de Francia. A los 62 años tiene la misma mirada bondadosa que se asoma en sus fotografías de joven, cuando empezó a destacar en el karting hasta ganar la categoría junior de Francia y Europa en 1973, y el título europeo senior en 1974. Quizás esos ojos pacíficos despistaban a sus adversarios, quienes ya en la pista descubrían el feroz espíritu competitivo de este hombre de 1.65 metros —“un pequeño jockey”, lo llamó Tony Jardine, ex gerente adjunto de la escudería McLaren— que se convirtió en uno de los pilotos más monumentales de la Fórmula 1.
Prost ganó cuatro campeonatos del “Gran Circo”, tres con McLaren en 1985, 1986 y 1989, y el último con Williams-Renault en 1993, el año de su retiro del automovilismo. Desde 1980 participó en 199 grandes premios, subió a 106 podios y obtuvo 51 victorias. También fue parte de Renault y Ferrari, y protagonizó una de las rivalidades más agridulces en la historia del deporte con Ayrton Senna, su coequipero en McLaren, quien en 1994 murió en un accidente en el circuito de Imola en Italia.
Pero fue en el asfalto de Paul Ricard donde su inteligencia estratégica y su talento comenzaron a llamar la atención de los equipos profesionales cuando en octubre de 1975 levantó el trofeo Pilote Elf, tras quedar en primer lugar en una serie de carreras entre los mejores alumnos de la escuela de pilotos Renault-Elf Winfield. Esa victoria lo catapultó a la Fórmula Renault, después a la Fórmula 3 y, finalmente, a la Fórmula 1 en 1980.
Así que Alain Prost luce feliz y relajado, como en su casa, en este día de principios de octubre, minutos antes de recorrer una vez más la pista que lo vio definir su futuro a los 21 años y en la que ganó cuatro Grand Prix de Francia. Prost ha viajado aquí con su familia para dejarse hipnotizar por el encanto de Richard Mille, su amigo y el propietario de la marca homónima de relojes deportivos de ultralujo que ha desarrollado una edición limitada para esta leyenda del volante.
Curiosamente, el RM 70-01 Tourbillon Alain Prost no tiene relación con el automovilismo, como cabría esperar. Y no solo por el currículum del homenajeado, sino porque Mille es un apasionado de los coches y un visionario que ha aplicado en sus creaciones la tecnología y los materiales de avanzada de los bólidos de carreras. Desde 2016 patrocina a la escudería McLaren-Honda de la Fórmula 1 y desde 2014 al equipo Renault e.Dams de la Fórmula E, fundado por Jean-Paul Driot y Prost, y en el que uno de los pilotos es Nicolas, el hijo mayor de Alain.
Sin embargo, con Richard Mille la lógica es relativa, por lo que la nueva pieza está inspirada en la otra afición del dios galo de la velocidad: el ciclismo.
“Siempre practiqué deporte, fui futbolista desde muy joven y casi llego a ser profesional, pero me rompí la muñeca y entonces descubrí los karts”, recuerda Prost en la presentación ante la prensa mundial. “Entrenaba mucho cuando era piloto, corría seis días a la semana, hacía pesas, jugaba tenis y golf. Empecé a tener problemas en la rodilla y la espalda. Mi entrenador era ciclista y me presionaba para que practicara ciclismo. Un día fui a andar en bicicleta de montaña y me agoté a pesar de que tenía muy buena condición física. Así es que decidí comprar una bicicleta de montaña y empecé a usarla cotidianamente. Con unos amigos entrenamos y participamos en una etapa del Tour de Francia para amateurs en 1993, me fue muy bien y ya nunca me detuve. Desde entonces he hecho unas 17 etapas del Tour”.
Ahora tiene unas 10 bicicletas, entrena de 12 a 20 horas a la semana, pertenece a un club de Provenza y recorre entre 5 mil y 10 mil kilómetros al año.
“Alain es una leyenda y pensé que si hacíamos algo con él, todos esperarían que fuera una pieza racing”, dice Mille. “Sé de su amor por el ciclismo, le propuse crear un reloj para que lo usara cuando anda en bicicleta y él estuvo de acuerdo con el concepto”.
El resultado es una pieza de estética extrema incluso para los estándares de una casa que ha producido algunos de los guardatiempos más radicales de las últimas dos décadas. Y en su rareza reside su atractivo.
La característica caja de forma tonneau de la marca se vuelve drásticamente asimétrica para adaptarse con comodidad a la posición y los movimientos de la muñeca derecha sobre el manubrio, a la vez que asegura la legibilidad. No es la primera vez que la firma experimenta con las líneas de una caja con fines ergonómicos, sin importar los desafíos que eso implica en el proceso de producción. El RM 59-01 Tourbillon Yohan Blake aumenta su grosor entre las 2 y las 5 horas para evitar que la corona lastime al atleta cuando espera la señal de salida. “Nos encanta mostrar que vamos más allá de los límites, que progresamos. Nos gustan estos desafíos y la ergonomía es un parámetro muy importante para nosotros”, asegura Mille.
En la fabricación del RM 70-01 Tourbillon Alain Prost se han empleado materiales de gran resistencia y ligereza usados en el ciclismo de competencia, como carbono TPT para el exterior y titanio grado 5 para el mecanismo. Además de señalar las horas y los minutos, el modelo tiene un tourbillon a las 6 y un indicador de la reserva de marcha de 70 horas que puede ser leído a las 5 h gracias a un diferencial planetario. No obstante, la función novedosa es un contador mecánico con cinco rodillos que ocupa la parte superior de la carátula y con el que se pueden registrar hasta 99,999 kilómetros.
“Me gusta proponer funciones útiles y, en este caso, al platicar con Alain y otros amigos ciclistas descubrí que ninguno sabía exactamente cuántos kilómetros ha recorrido desde el principio de la temporada, por ejemplo. Con este reloj es muy fácil llevar la cuenta. Lo único es que tú tienes que hacerlo de forma manual, porque como sabes somos una marca barata y por este precio no lo haremos por ti, lo siento”, bromea Mille.
El contador se ajusta mediante dos pulsadores: uno a las 2 para controlar el selector de engranajes que involucra a los rodillos o activa la posición neutral, y otro a las 11 para rotar el rodillo seleccionado y agregar los kilómetros al terminar el entrenamiento. Este mecanismo se basa en el del RM 69 Tourbillon Erotic, solo que en ese caso los rodillos giran al azar para formar frases románticas.
Mille subraya la dificultad de hacer un movimiento de este tipo no solo por su construcción, sino porque tiene que resistir las vibraciones y los impactos del ciclismo. “Estamos en un mundo de marketing en el que muchas cosas son falsas y la gente se pone los relojes solo para la foto. Yo no tengo miedo de que mis creaciones sean usadas por los deportistas cuando compiten. Me da orgullo decir que somos una de las marcas más jóvenes, pero por mucho somos la que tiene mayor experiencia en términos de desarrollo técnico. El problema es que combinamos dos mundos opuestos: el de la complejidad extrema y el de la resistencia extrema”.
Al terminar la conferencia y después de comer, Prost se enfunda en su maillot negro para salir a la pista del circuito Paul Ricard de nuevo, pero ahora sobre dos ruedas. En la muñeca lleva su imponente reloj. Se le une Mark Cavendish, uno de los mejores ciclistas de hoy y también amigo de la firma. Los ojos de Prost son tan amigables como siempre, pero mientras se alejan y se pierden a la distancia, uno está seguro de que Cavendish tendrá que pedalear más fuerte de lo que esperaba