Texto: Yolanda Ruiz
La última jugada de Chanel en el tablero relojero es la compra del 20% de Kenissi, una manufactura suiza de movimientos automáticos. Aunque la venta de guardatiempos de la firma parisina solo representó el 0.3% del mercado mundial y recaudó 120 millones de francos suizos en 2017, según Vontobel, la casa de la Rue Cambon se está tomando muy en serio sus vínculos con la alta cuna relojera. No es la primera incursión de la marca en el sector. Sus alianzas o participación en algunas empresas como F.P. Journe, anunciada en septiembre, Romain Gauthier o Bell & Ross dan fe de la filosofía empresarial de la casa fundada en 1910 por Coco Chanel.
En realidad, es la máxima que ha hecho fuerte su imperio independiente. Desde su prêt-à-porter hasta la alta costura, pasando por los relojes. Así procedió para fortalecer su savoir faire cuando compró a Desrues, un fabricante de botones en 1984; Lesage, una empresa de bordados, en 2002 o Barrie, un fabricante de cachemira con sede en Escocia, en 2012…
En alta relojería sus movimientos también han sido minuciosamente estudiados. Compraron G&F Châtelain Manufacture en 1993. Ubicada en La Chaux-de-Fonds, crea cajas y movimientos de alta gama. Hoy, la compañía se especializa en la fabricación de cajas de cerámica (principal componente de su emblemático J12), y produce y termina relojes para Chanel y Bell & Ross, del que Chanel tiene también una participación desde 1988.
Pero, ¿quién es Kenissi? Es un nuevo fabricante suizo de movimientos automáticos en el que la casa de moda invirtió 20.4 millones de dólares en marzo de 2018, según adelanta Reuters. En el periódico suizo Le Temps también se encuentran pistas sobre esta nueva compañía. Dice que es el “brazo industrial de Tudor”. Actualmente está en Ginebra, pero se mudará a un nuevo edificio en Le Locle en 2021. Las nuevas instalaciones están siendo construidas por el Grupo Rolex y se dividirá en dos partes, una para Tudor y otra para Kenissi.
No se sabe mucho del fundador de Kenissi, solo que el propietario es un proveedor industrial de cristal de zafiro para algunos de los grupos de relojería más importantes. Le Temps también nombra a Jean-Paul Girardin como la persona encargada de la nueva fábrica de Le Locle. Esta noticia no sorprende, ya que Breitling y Tudor han estado compartiendo algunos movimientos durante varios años y Girardin viene de Breitling. Ahora la noticia también es que Chanel presentará su propio calibre automático Kenissi en Baselworld en marzo. Con este paso Chanel continúa con su filosofía de desarrollar experiencia y apoyar a los relojeros independientes que comparten los mismos valores de creación y excelencia que ellos.
Chanel cumplió en 2017, 30 años en la relojería y en este tiempo ha demostrado sus exigencias mecánicas con colaboraciones con Audemars Piguet Renaud et Papi en relojes como el J12 Rétrograde Mystérieuse y el Première Camélia Flying Tourbillon. Chanel quería trabajar con los mejores y se dirigió a Romain Gauthier. La alianza llevó a la firma de lujo a tomar una participación en la compañía en 2016. Este fue también el año en que Chanel presentó su primer movimiento in house, Calibre 1. Un calibre con horas saltantes, minutos retrógrados y pequeños segundos aparecieron en un reloj masculino, Monsieur. Un año después, lanzó Calibre 2, un segundo movimiento propio que latía en el Première Camélia Skeleton. En 2018, estrenó Calibre 3 en el modelo Boy.Friend Skeleton.
“En Chanel la técnica debe estar al servicio de la belleza”, dijo Frédéric Grangié, presidente de Relojes y Alta Relojería a Tiempo de Relojes. “Todas nuestras creaciones comienzan como un concepto estético que luego toma forma a través de la técnica. Esta filosofía permite una completa libertad creativa. De ahí que los movimientos y los relojes cobren vida gracias a la estrecha colaboración entre el estudio de diseño de Chanel en París y nuestra manufactura. Es un esfuerzo conjunto entre especialistas calificados y reconocidos”.
Hoy Chanel es una voz respetada en la industria relojera. Sigue algunas de las premisas que Coco hizo famosas. “El único modo de ser irreemplazable siempre es ser diferente” es una de ellas. Y esta visión parece dar resultados. Lo prueban sus cifras, que la propia compañía hizo públicas por primera vez el año pasado y que registran ventas por 8,300 millones de euros en 2017. Estos resultados equiparan a la casa de la Rue de Cambon con Louis Vuitton, del imperio LVMH (alrededor de 8 millones de euros), por delante de Gucci (6,211 millones de euros) y Hermès con 5,554 mde.