No imaginamos una composición sinfónica menor a siete minutos. El ritmo de la música siempre se acompaña por el tiempo, que es fundamental. La matemática exacta de la secuencia constante de acuerdo al género que se interpreta. De igual manera, la duración de las melodías son un sello característico.
Si nos trasladamos a épocas más recientes, muchas estaciones de radio convencionales no programan melodías mayores a tres minutos con 30 segundos (con excepción, claro, de “Bohemian Rhapsody” de Queen).
La moda también funge un papel importante en todo esto. Antes era inconcebible ver a un director de orquesta con un atuendo informal o imaginar a Johnny Rotten, exvocalista del legendario grupo de punk Sex Pistols, con corbata —algo a lo que ha accedido en entrevistas recientes para la televisión británica—. Pero como todo se transforma, hoy es incluso esperado que una banda de trash metal como Metallica tenga alianzas con marcas de lujo como Brioni y que colabore con una marca estadounidense para diseñar su propio reloj.
¿El mejor hilo conductor para estas tres pasiones? El séptimo arte; encuentro crucial entre la música, el tiempo y la moda. La relación más definitiva de tres universos que se entrelazan para darnos testimonio de la poderosa combinación que hacen las notas, los segundos y, claro, un buen estilo.
Representantes del ritmo
En los años 60 los Rolling Stones rompieron el molde del rock en Inglaterra. Son ancianos, millonarios y siguen siendo bestias salvajes de la música.
En los 80, Madonna irrumpió en la música pop. En un inicio, según sus declaraciones, se vestía con ropa prestada y pasada de moda. Hoy cuida más su imagen que su voz.
John Mayer es fiel admirador de los dos primeros y desafió a su familia para estudiar música. Actualmente abarca desde el jazz hasta country, pasando por el pop y el rock. En 2001 celebró los 4.5 millones de copias vendidas de su álbum Room for Squares con la compra de un Rolex Explorer II, además de ser un coleccionista de piezas de alta relojería.
Pharrel Williams, productor de la reina del pop, inició su carrera con el grupo N.E.R.D., con un estilo agresivo. Posteriormente se lanzó al estrellato con el sencillo “Happy”, que lo colocó en la mira de los grandes diseñadores.
Brendan Fallis llegó de Canadá para amenizar los restaurantes de moda de Nueva York y, gracias a su canción “Day and All Night”, la top model Kate Moss promovió que varias marcas de moda lo buscaran para que colaborara en sus presentaciones.
Moda
La de la música y la moda es una conexión íntima y antigua. No hay cultura en el orbe que no haya destinado vestuarios especiales a los performances relacionados con este arte casi siempre ligado, en esos otros tiempos, a eventos sociales y rituales religiosos. Así, la figura del ídolo musical como la comprendemos ahora, se ha “disfrazado” siempre para representar su carácter de especial e inalcanzable.
La moda, para un músico, es una herramienta de comunicación, es “parte del show”. Eso lo entendió siempre Freddie Mercury, quien recurría a la creatividad de Zandra Rhodes y hasta los caóticos miembros de los Sex Pistols, quienes más de una vez usaron atuendos de la rebelde Vivienne Westwood.
¿Alguien podría olvidar la imagen de Madonna con el bustier que le hizo en los años 90 Jean Paul Gaultier o, en años más recientes, pensar en Lady Gaga sin las extravagantes creaciones de Philip Treacy? Por supuesto que no. Y es así como muchas figuras de la moda se han puesto a la altura de los rockstars, popstars y etcétera de stars que visten.
Alexander McQueen, Hedi Slimane y Anthony Vaccarello son nombres básicos para quienes osan pisar grandes escenarios. Lo mismo pasa con Tom Ford, quien más de una vez ha sido presumido por Rihanna, o con John Varvatos, quien posee una colección de 15 mil álbumes que, según la revista People, incluyen desde a Jimmy Hendrix hasta R.E.M.
Así que no es extraño que Mick Jagger e Iggy Pop le confíen su imagen (el último incluso figuró en una de sus campañas publicitarias). Alessandro Michele, el golden boy de la moda que ha puesto a Gucci en alto en los últimos años, no ha perdido la oportunidad de enfundar en sus diseños a Harry Styles y a Jared Leto, quien además de actor es vocalista de 30 Seconds to Mars, mientras el nuevo consentido de la industria, Virgil Abloh, productor musical y diseñador de moda que tras su alianza con Kanye West fundó la marca Off-White, hoy viste tanto a los reyes del rap y el hip-hop como a sus antes “opuestos” Justin Bieber y Beyoncé.
Cine
En Walk the Line, Joaquin Phoenix interpreta al legendario Johnny Cash, el llamado “hombre de negro”, quien siempre vistió trajes hechos a la medida y era considerado un ícono de sensualidad masculina. A otro hombre de negro más autoritario lo personifica J. K. Simmons en la cinta Whiplash, en su papel del profesor Fletcher. Tono elegante y militar que no deja de intimidar al baterista Andrew Neiman en busca de un lugar en la banda de jazz del Conservatorio de Música de Nueva York. Otra cinta para melómanos, aquella en la que Angela Bassett da vida a Tina Turner; What’s Love Got to Do, donde deja ver el estilo de la “Acid Queen”, que, a la fecha, sigue siendo una influencia para diversos diseñadores de moda.