Al sonoro rugir del cañón

Saber de dónde venimos es la mejor ayuda para proyectar nuestro futuro. Sin pasado, estamos perdidos. En Montblanc lo saben y, pese a la evolución que han hecho de su producto e infraestructuras, se han preocupado de cuidar sus orígenes. La firma tiene en Minerva un tesoro que protege y fomenta.

Y, a pesar de la progresiva integración de la manufactura en la producción general de la compañía, siempre ha tenido el acierto de mantener parte de ese legado inalterado. Lo ha hecho integrando estos productos de manera magistral en el concepto actual de la casa, combinando referencias más comerciales con exquisitos cronógrafos realizados de manera artesanal y lanzados en ediciones de escasas unidades.

El 1858 Split Second Chronograph de 2019 mantiene la senda trazada con modelos parecidos de años anteriores. En 2017 fue el 1858 Chronograph Tachymeter en bronce y un año más tarde el 1858 Monopusher Chronograph con caja de acero de 40 milímetros. La novedad de este año retoma el bronce como material de referencia y añade al cronógrafo la disposición rattrapante para el agrado de los amantes de los movimientos antiguos.

La sorpresa con la que nos encontramos ahora es que este flamante 1858 Split Second Chronograph, del cual se anunció una edición limitada de solo cien ejemplares para todo el mundo, se presenta ahora en una modalidad exclusiva para el mercado mexicano de solo ocho piezas.

Las características técnicas no cambian. La diferencia está en la carátula de nefrita, una de las variedades naturales del jade, cuyo tono verde da el contraste ideal al bronce con el que está fabricada la caja. Se mantienen las escalas taquimétrica y telemétrica, habituales en los cronógrafos de Minerva de época.

Más allá del verde de la carátula que entronca con la bandera mexicana, el 1858 Split Second Chronograph es uno de los cronógrafos más fascinantes que ha lanzado Montblanc en los últimos años. Gran parte de su atractivo reside en la posibilidad de disfrutar de un calibre de otra época.

Y no es una mera expresión comercial, porque el movimiento M16.31 es una derivación de la legendaria maquinaria 17.29, creada por Minerva en 1929,  para equipar sus cronógrafos de bolsillo y cuya arquitectura se ha mantenido intacta a lo largo de las décadas. Es un movimiento a la antigua que nos recuerda que esta manufactura es una de las pocas de toda Suiza que aún elabora y ajusta a mano sus espirales.

La cadencia de su volante de 18,000 alt/h es un fiel reflejo de cómo se hacían los movimientos. Y, como decíamos, Montblanc ya se preocupa de que toda esta belleza clásica y conocimientos artesanales no desaparezcan con el paso del tiempo. 

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