Si el tiempo decimal de la Revolución francesa hubiera prevalecido (días de 10 horas, horas de 100 minutos y minutos de 100 segundos), este Zeitwerk Minute Repeater sería un inquietante —por sus dígitos— clásico de la sonería. Pero el racionalismo matemático por una vez no triunfó y A. Lange & Söhne quiere ajustar cuentas con las incongruencias de la historia.
Parece incomprensible que hoy la disciplina más escurridiza del arte relojero, la sonería, siga encomendada a una adivinanza mental que obliga al creyente aficionado a un cálculo de unidades después de intervalos de cuartos de hora en el codiciado repetición de minutos. Desde su renacer en 1994 a Lange le ha llevado 21 años y 51 calibres proclamar que la 7:52 h debe ser simplemente siete sonidos graves, cinco mixtos y dos agudos. Ni más ni menos que una traducción literal en sonido de lo que expresan sus dígitos.
El inglés Matthew Stogden fue el primero en idear una arquitectura relojera perdurable para un reloj con repetición a cuartos en una fecha indefinida entre 1712 y 1728. Eran los inicios del tiempo acústico y sus soluciones sirvieron después de base a John Ellicott (1747), Thomas Mudge (1766), John Arnold (1768) y Abraham-Louis Breguet (1787) en sus evoluciones con la sonería. Es muy probable que Stogden sea el culpable de que en la hora de oído hayan regido los intervalos de 15 minutos en lugar de otra cosa. John Arnold ya se cuestionó el dogma de los cuartos al plantear una repetición de minutos decimal en un reloj creado para el rey George III, y Breguet, que modernizó mucho de lo aprendido del maestro inglés, presentó cinco años antes de la Revolución francesa un repetición también decimal pero que no daba los minutos. La abolición de la métrica revolucionaria en París al poco tiempo de ser establecida debió influir en el ánimo de Breguet para volver a los viejos patrones.
Entre los iluminados del siglo XVIII y el XXI sólo contados relojes de Audemars Piguet, el Decimal Minute Repeater de Karin Voutilainen (2005) y el repetición de minutos Credor de Seiko se han atrevido de nuevo con el tiempo sonoro interpretado en horas, decenas y minutos.
El Zeitwerk Minute Repeater, además de ser un manifiesto de sensatez (el modelo sin sonería es una de las más logradas creaciones de relojería contemporánea) aporta múltiples soluciones inéditas como cada vez que la firma de Glashütte enfrenta un nuevo desafío. A diferencia del Grand Complication de 2013, el primer reloj de pulso con sonería de Lange, o el Zeitwerk Striking Time, que marca los cuartos al pasar, el nuevo calibre L043.5 incorpora seis patentes para disipar cualquier anacronismo técnico. Las congruencias empiezan por aprovechar el principio básico de las cifras saltantes con un disco de horas y dos de minutos, que se muestran en sus dos grandes ventanas, trasladados a tres niveles acústicos asociados al mecanismo de la indicación. Sus dos timbres simétricos visibles al frente, que delinean los contornos del rostro del reloj, son golpeados por los martillos de fuera a dentro a diferencia de lo habitual (de dentro a fuera) y van adaptados al movimiento de una forma patentada para transmitir el sonido al exterior en contacto con su caja de platino. Según sus creadores, la belleza de un sonido, que únicamente se puede afinar al oído con procesos manuales, no depende tanto de los materiales que interviene (el platino obligado en el debut de las grandes complicaciones de Lange no es el metal más idóneo para transmitir el sonido) sino de los innumerables procesos de afinamiento en la interacción de los componentes que intervienen en la sonería.
Entre las muchas soluciones inteligentes de este reloj está el uso de un pulsador externo a las 10 h en lugar de la habitual pestaña deslizante para lograr una hermeticidad más eficaz (30 m). El sistema incorpora un dispositivo técnico de seguridad que impide el ajuste de la hora con la corona mientras la sonería está en funcionamiento para no dañar el mecanismo. Gracias a este desacoplamiento se impide también que durante el proceso de repetición se provoque un conflicto con el sonido al perder energía si la cuerda es cargada al mismo tiempo desde la corona. Para no poner nunca en riesgo la intensidad del sonido, un sistema bloquea la activación de la sonería cuando el indicador de la reserva de marcha entra en zona crítica, indicado con una marca roja por debajo de las 12 horas de carga, cuando la tensión del muelle principal es insuficiente para impulsar los martillos con eficacia o la carga succionada por la sonería puede impedir que no quede energía suficiente para el impulso de los discos de la hora y los minutos.
Pero el gesto más admirable de este desarrollo es que las cifras saltantes del reloj detienen su avance mientras la sonería está activada sin perder su precisión. Por ejemplo, si el sonido es activado a las 12:59 (y 59 segundos) las cifras esperan los 20 segundos aproximados que tarda en sonar la secuencia lógica de los doce dongs, cinco dongs-dings y nueve dings antes de saltar, instantáneamente, recuperando el tiempo perdido en espera antes del siguiente salto de minutos. Esta solución smart ha sido posible gracias a un calibre que integra el dispositivo de la sonería con el resto del movimiento con un único muelle principal. En los desarrollos convencionales el módulo de repetición es adicional al movimiento base con su propio barrilete, tren de transmisión y escape. Una paso más de A. Lange & Söhne hacia la perfección, más que admirable cuando viene enmarcada en la bella divergencia del Zeitwerk. (Por Carlos Alonso)