Hay quien puede pensar que cuando algo se hace de forma habitual, deja de poseer ese carácter de sorpresa que se le pide a lo excepcional. Nada más lejos de la realidad cuando quien está detrás de la idea es Piaget. No por conocida, su capacidad para asombrar al mundo con sus calibres ultraplanos sigue intacta. De poco vale pensar que son 25 los movimientos (de los 37 que ha creado a lo largo de su historia) que cuentan con esa virtud de la ‘extremada delgadez’. Cada nueva demostración es eso, una forma de reivindicar que nunca nadie ha ejercido con tanta maestría el arte de reducir al máximo el espesor de un reloj. Una buena parte de estas experiencias en el límite de lo permitido se encuadran en la colección Altiplano, a la que ahora llega una nueva visión, en este caso añadiendo una complicación relojera, la de un cronógrafo flyback.
Y lo hace con un calibre, el 883 P de tan solo 4.65 mm de espesor que se aloja en una caja que llega a los 8.24 mm. Un nuevo registro, uno más que añadir a la lista para llegar hasta los 14 récords que desde 1957 validan esta forma diferente de interpretar la relojería. Un calibre de cuerda manual que, como también es común en la casa, sigue las pautas de la mejor tradición y herencia relojera.
Por eso, este Altiplano Chronograph transmite en sus 41 mm de diámetro lo mejor de la estética clásica pero con unas líneas tan refinadas y sobrias que muestran su intemporalidad. Volviendo al calibre 883P, decir que se deriva del movimiento automático 880P, aunque en esta ocasión se ha optado por la cuerda manual para cargar, con una autonomía de 50 horas, el movimiento de este cronógrafo de rueda de pilares y sistema de embrague vertical. Es decir, la tradición relojera vuelve a imponerse también en la concepción de la precisión que debe guardar todo cronógrafo.
Sin embargo, hay una serie de condicionantes que Piaget ha tenido que salvar para lograr que este Altiplano también ostente el privilegio de marcar un nuevo registro. Después de dos años de desarrollo para convertirse en esta pieza de récord, ha sido necesario aplicar una serie de mejoras en algunos componentes. Así, por ejemplo, el engranaje del cañón tiene ahora un espesor de 0.12 mm, el conjunto del barrilete apenas marca un 0.115 mm y el dedo de marcha del cronógrafo, unos sorprendentes 0.06 mm. Si a eso se le suma que la esfera también se ha sometido a un proceso de ‘delgadez’, así como los ajustes de manillas y de la sujeción del cristal, se entiende cómo se ha logrado esta nueva hazaña.
Ahora bien, no se ha renunciado a los detalles, a esos acabados que han distinguido siempre a la marca. El calibre 883P cuenta con todo aquello que se le debe exigir a un mecanismo de excepción conformado por 240 piezas. Côtes de Genève circulares, platina perlada, puentes biselados, ruedas decoradas con motivo soleil y los tornillos azulados, respiran el ADN de la manufactura. Un espectáculo que se puede contemplar en toda su plenitud en la parte trasera del reloj a través del cristal de zafiro.
Si espectacular es el trabajo desarrollado sobre el calibre, el diseño de la esfera también merece ser destacado y analizado. Tras una aparente sencillez se esconde un notable trabajo para encontrar la fórmula perfecta, la pureza más sublime que enmarque de forma también clásica el pequeño segundero a las 6 horas, el contador de minutos a las 3 horas y, otra sorpresa más, un segundo huso horario con indicación de 24 horas a las 9.
Pura, limpia, con un acabado satinado y decoración soleil, la esfera es tan elegante como refinada y una muestra de ello es que los contadores de las indicaciones no están hundidos, como es habitual en los cronógrafos, sino que se hallan en el mismo nivel que el resto de la esfera. Dos versiones, en oro rosa y en oro blanco con el bisel de diamantes lo atestiguan. Piaget ha vuelto a conseguirlo. (Por Ricardo Balbontín)