Gérald Genta, últimas confidencias. Primera parte

Es el año del Royal Oak, pero también de Gérald Genta, el genio del diseño relojero que creó uno de los relojes más icónicos de la industria suiza. Un maestro de las formas que se inspiró en Raymond Loewy para idear su estilo transgresor. Esta entrevista la dio a Tiempo de Relojes tres meses antes de fallecer. Merece la pena recuperarla.

Genialidad por partida doble. Una abreviación que estará asociada a la posteridad a Gérald Genta. Desde sus primeros diseños en los años 50 hasta su muerte el pasado 17 de agosto trazó a mano multitud de formas icónicas que ilustran la modernidad en relojería. El Royal Oak, el Nautilus, el Ingenieur, el Constellation, el Bulgari-Bulgari, el Pasha, el Da Vinci… le consagraron como artista visionario. Pero también ideó decenas de relojes joya, extravagantes clocks para saciar los caprichos de personajes ilustres. Con la pintura, su otra pasión en el retiro, desahogó anhelos creativos que seguían girando en torno de su temas recurrentes. El 17 de mayo (de 2011), consciente de su delicado estado de salud, compartió con Tiempo de Relojes dos horas y media de conversación en su apartamento-estudio de Mónaco. Sus juicios, lúcidos y directos, suenan a un ajuste definitivo de cuentas con el pasado. Monsieur Genta se sentía incomprendido por las marcas que contribuyó a consagrar, a veces dolido con los hechos porque la historia no le laureó en vida.

¿Qué relación tiene hoy con la relojería?

Sigo teniendo contratos con grandes compañías que confían en mí, pero no puedo dar nombres.

Es una pena que en lo suyo no existan los derechos de autor, que le paguen por cada reloj vendido de los que diseñó.

Sí, es triste. Hay dos sociedades que han respetado las regalías, Patek Philippe con el Nautilus, únicamente por tres años, que no son los mejores porque no se vende mucho en los primeros años. Tuve regalías importantes que duraron hasta la venta de la última pieza con los japoneses (Seiko) que son gente muy seria. Rolex hubiera sido una sociedad seria, pero no hice patentes con ellos.

Usted fue el primer gran ‘rock star’ de la relojería moderna. Todas las firmas querían sus diseños.

Sí, sí, pero era yo quien iba a tocar a sus puertas diciendo: ¿les interesaría tener el beneficio de una creación? Cuando empecé, el oficio de estilista no existía. Yo lo inventé y he seguido en esta pasión de hacer relojes diferentes. Entonces, todos hacían réplicas de Omega. Yo ya había realizado para ellos el Constellation. Toqué la puerta de todos los fabricantes del Jura, en Alemania, en Francia, en Italia. Vendía cada creación en 15 francos suizos. No llevo una contabilidad exacta pero en el transcurso de 50 o 55 años he diseñado alrededor de 100,000 modelos (se refiere con variaciones incluidas).

¿Cuál fue el secreto para que le aceptaran tantos diseños?

No sé. Es algo totalmente paradójico porque las marcas están convencidas de que no necesitan a nadie. Fue necesario ‘violar’ a la gente para que aceptaran una autenticidad que venía de mí. Del Nautilus siempre se ha dicho que no es un Patek. En Audemars Piguet se decía lo mismo del Royal Oak. Soy alguien que hace descubrir a una firma su autenticidad. Bulgari es quizá la marca que ha ganado más dinero con mi creación. Bulgari-Bulgari se muestra hoy también en lentes, pendientes, etc.

Cuando los tres hermanos Bulgari vieron el diseño dijeron que poner su nombre (en el bisel) era vulgar. A esto me refiero con la violación de la personalidad de una casa que no tiene personalidad. Un día a los 23 años me encontré un librito sobre un francés en los Estados Unidos, el Sr. Raymond Loewy, que era un genio de la creación, un esteta que había diseñado locomotoras, el famoso coche Studebaker y la cajetilla de Marlboro. Él explicaba que todo 

podía ser diferente y fue quien me dio la idea de aportar nuevas formas a la relojería aunque no me gustaban los relojes. Yo tengo una formación de joyero y para la relojería había que conjugar la estética con la mecánica.

Fue el primero que tuvo la osadía de mezclar a Mickey Mouse con altas complicaciones, de introducir los colores vivos en piezas muy técnicas, la moda de las funciones retrógradas… ¿Cree que se le ha reconocido todo eso?

Tuve la sorpresa de leer un artículo de Business Montres que decía: “Sería quizás el momento de que los relojeros, y menciona a Patek Philippe, Audemars Piguet, Bulgari, Universal (Geneve) o Internacional (Watch Co.) reconozcan lo que Gérald Genta ha aportado a la relojería suiza”. No hay una sola firma que me haya hecho cumplidos extraordinarios. Y durante 25 años diseñé los relojes de Van Cleef & Arpels.

Cuando fui a Brunei el sultán me pidió que le hiciera el reloj ‘Mickey Mouse’ y se estableció con él una relación afectiva. Lo mismo con el rey Hassan de Marruecos que fue el cliente al que más me gustó atender. Tenía muy buen gusto. Es muy difícil dar servicio a gente que no tiene la misma sensibilidad que uno. ¿Le digo algo?, el secreto de un reloj reside esencialmente en la carátula porque aporta lo más importante.

Gérald Genta posa con su propio Royal Oak, el mismo que ayer se subastó Sotheby´s por más de dos millones de dólares. El bisel de oro amarillo lo produjo y puso en el reloj el propio Genta. Aparece junto a Octavio Garcia. Foto: Saraí Suárez.

¿Por qué creó su propia marca? 

Cuando pasé de ser un diseñador a ser un fabricante tenía muchos lazos con Audemars Piguet y ellos me dijeron que me impedirían que vendiera relojes. Los relojeros son una mafia, sabían que tenía talento y querían impedirme existir pero ya había firmado contratos con algunas boutiques. Mi primer cliente fue Fred y después Van Cleef & Arpels, Hermès, Chaumet… Fui yo quien hizo la primera colección de Breguet. Hasta entonces hacía exclusivamente private label. Después me llamó a Japón el Sr. Hattori, de Seiko, para solicitarme que hiciera relojes con mi propio nombre para su tienda Wako. Me dije, este tipo está loco, mi nombre no es nada y no tenía ninguna ambición de ser relojero. Así que debido a un japonés existe la marca Gérald Genta.

¿Cómo lo tomó el establishment?

Me criticó por servir a los japoneses. Cuando hice relojes complicados como Gérald Genta –porque fui yo quien hizo el primer calendario perpetuo repetición de minutos con gran sonería y tourbillon–, los japoneses no tenían el acervo para hacer esto. Así que levantamos el prestigio de la relojería suiza pero Rolex, Patek, Audemars Piguet y otros sintieron que ponía demasiada pasión con los japoneses. Si lo pude hacer fue porque me llegó el primer pedido de Seiko por 7 millones de francos. Cuando tomé el avión para Tokio, hice cálculos mentales para un pedido de 5,000 relojes y representaba mucho dinero. No sabía cómo lo iba a hacer. Se compró la fábrica gracias a los japoneses.

¿Prefiere sus propias piezas o las que ha hecho para otros?

Creo que cada vez que se hace algo nuevo, algo bello, se siente cierta  satisfacción. Si me pregunta cuál es el reloj más excepcional que he creado, tengo tendencia a decir que el Royal Oak, porque fue la implementación de una arquitectura especial para un reloj deportivo muy caro. Estamos todos de acuerdo con que es verdaderamente el ‘reloj del siglo pasado’. Pero ¿cuál es el que yo prefiero?:  ¡El que todavía no he diseñado! Le diría que no me gustan los relojes, no me interesan en realidad. Lo que me gusta es crearlos.

Foto: Saraí Suárez

¿Cómo vivió la venta de su marca  a Hour Glass y después a Bulgari? 

Fue una decepción. Hour Glass compró la marca y empezaron a fabricar relojes baratos de 2 mil francos cuando el precio promedio de un Gérald Genta era superior a 15,000 francos. Mataron la marca. Laurent Picciotto en París me llamó diciendo que ya no podía vender relojes míos a una clientela acostumbrada a repetición de minutos. Con Bulgari fue peor. Lo que buscaban era tener el taller de complicaciones. Trajimos aquí a Mónaco cuatro relojeros especializados en movimientos complicados porque Patek Philippe nos quitaba en Suiza a nuestros artesanos. Montaron un taller de repeticiones de minutos  con Enrico Barbasini que trabajaba conmigo. Es el mejor relojero de oficio para las complicaciones.

Un día me dijo que se iba porque su esposa pensaba que no tendría una buena jubilación y que era mejor trabajar en una sociedad segura. Me dijo que se iba a Patek. ¡Entonces, recoge tus cosas y te vas inmediatamente! Nunca trato de retener a la gente que trabaja conmigo. Se quedó diez años en Patek, después se fue a Franck Muller, después con Mathias Buttet y Michel Navas, que también fue mi empleado. Un día me encontré a Enrico en BNB y le pregunté, ¿quién paga ahora para tu jubilación? Yo, me contestó (risas).

Gérard Roden, ex director de Gérald Genta, decía que trataba de hacer los relojes como usted los hubiera diseñado. ¿Le gustaron?

No se puede tocar música como Rubinstein sin Rubinstein. El maestro tiene que estar presente. Cuando Bulgari compró la marca le hablé a Paolo Bulgari y le dije, aquí estoy. Vamos a retomar el asunto. Hice Gérald Charles únicamente para demostrar a esta gente que eran unos imbéciles y que aún se podían hacer otras cosas. Fue por eso por lo que creé el reloj A-Evolution. Los de Bulgari no entendieron nada. Me hicieron venir hasta Neuchâtel.

Hablé con (Francesco) Trapani, el patrón. Me había citado a las once, me recibió a las once y media, y al cuarto para las doce me despidió. Venía desde Londres y no fue capaz de invitarme a comer. Realmente es un señor muy mal educado. Dijo que yo estaba viejo y senil. Una lástima. Meses después oí decir que Gérald (Roden) estaba decepcionado porque él quería trabajar conmigo. Hicieron en París el nuevo Gefica y es casi un verdadero Gérald Genta, aunque con algunos defectos. Sabe, se puso a la venta hace tres meses en Nueva York un Rolex que diseñé yo hace 50 años, pero ni Rolex no lo sabe. Es el reloj King Midas que llevó puesto Elvis Presley y Sean Connery.

Foto: Saraí Suárez

¿Esperaba más éxito con Gérald Charles?

Fue una venganza contra Bulgari. Gérald Charles no podía funcionar porque es una marca sin marca, es sólo una expresión que me da la oportunidad de hacer relojes únicos para amigos. Me gusta realizar piezas únicas pero todo hubiera sido más fácil con 30 años menos.

¿Quién le ha inspirado?

Mi inspiro en la naturaleza, todas las marcas de costura tienen algo interesante. Mis respetos por el Sr. Karl Lagerfeld porque ha hecho un gran trabajo para Chanel en relojería y joyería. No me interesa lo que hacen los otros relojeros. La tendencia actual de los relojes más grandes no me atrae. Me gustan los relojes estéticos que se acarician con la mirada. Si hoy me piden que vaya a comprar un reloj, no sabría qué comprar. Tengo una Nautilus, un Royal Oak, el prototipo de la Grande Sonnerie, una repetición de minutos y debo tener tres Gérald Charles. Pero eso es todo.

¿Qué reloj ha usado más?

Actualmente llevo el Nautilus. En otros tiempos el Royal Oak, el Gérald Charles y mucho tiempo un Audemars Piguet extraplano que fue el que dio a luz a la ligne douce. Me surgió la idea de su diseño al tener en la mano una pastilla de jabón muy usada, una ‘savonette’. El director de la firma me dijo: ¡Genta, imagínese, hemos vendido 600 relojes! Era tan ligero que había que tocar la muñeca para saber que estaba ahí.

Fechas clave

Genta, de padre piamontés y madre suiza.

1951. Obtiene un diploma suizo de creador de joyas. Años después trabaja para Universal Geneve.

1961. Se establece por su cuenta como el primer diseñador independiente de relojes. 

1968. Diseña el Patek Philippe Golden Ellipse. 

1969. Crea la marca Gérald Genta gracias a un pedido de relojes con su firma de la tienda Wako de Tokio, propiedad de Seiko.

1972. Diseña el Royal Oak para Audemars Piguet por petición de Jacques-Louis Audemars.

1974. Da forma al Nautilus de Patek Philippe. 

1975. Diseña el Ingenieur de IWC partiendo del SL Jumbo ref. 1832.

1981. Crea una extraordinaria repetición de minutos automática en una caja de 2.72 mm.

1994. Presenta su Grande Sonnerie, el reloj más complicado del mundo hasta la fecha.

1996. Vende su compañía a Hour Glass Group de Singapur y se dedica a su otra afición, la pintura. 

1999. Bulgari compra Gérald Genta y sitúa al frente de ella a Gérald Roden como director.

2001. Presenta su nueva marca Gérald Charles, una expresión de piezas exclusivas ‘para amigos’.

2011: El 17 de agosto fallece a la edad de 80 años.

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