Acabamos nuestra serie dedicada a la relojería accesible con los perfiles de Ikepod y M.A.D Watch. A diferencia de las anteriores firmas, tanto Ikepod como el proyecto de Maximilian Büsser tienen su origen en un producto relojero de un precio mucho mayor. Diferentes razones, las cuales son recogidas en este artículo, explican por qué sus responsables han tomado la decisión de ofrecer su producto a un precio mucho más accesible. Estos son los links de las anteriores entregas (UNO y DOS)
Ikepod es un ejemplo de transformación de una marca en un segmento inferior de precios. Fundada en 1994 por el diseñador Marc Newson y el emprendedor Oliver Ike, Ikepod fue todo un emblema de la mejor relojería de diseño del periodo del cambio de siglo. La curiosa forma guijarro de sus relojes fue todo un éxito entre los aficionados y su influencia ha durado hasta nuestros días. Solo hay que ver las formas de muchos de los smartwatches que han salido al mercado en los últimos años para percibir la huella de los primeros Ikepod en su diseño. Sin embargo, este éxito de crítica no vino acompañado de una larga vida comercial. La compañía quebró en 2006, hubo un primer intento de relanzamiento en 2008 y desapareció completamente en 2012.
El dueño que no pudo comprar su propio reloj
Para sorpresa de todos los aficionados, Ikepod resurgió en 2018 con los diseños originales de Newson, pero en un segmento de precio muy inferior al que tuvo en su primera etapa. El responsable de aquel renacimiento fue Christian-Louis Col, directivo con una larga experiencia en el sector relojero y que apostó por la compra de Ikepod como proyecto personal. Col da en clave para explicar el error de la primera etapa. “Para ser honestos, nunca tuve los medios para comprar un Ikepod ya que siempre los encontré muy caros. Me encantaban sus diseños y concepto, pero eran más caros que un Rolex, así que era difícil competir en ese segmento”.
Christian-Louis lanzó el proyecto de la nueva Ikepod con dos premisas que más tarde se repitieron en otros proyectos similares del mercado. La primera fue el precio. Su primer Ikepod costaba 475 euros, nada que ver con los 5,000 euros de los primeros Ikepod. Una tremenda bajada del precio final que tenía su explicación en el uso de calibres de cuarzo y la fabricación de los relojes fuera de Suiza. Hoy en día ya existen Ikepod mecánicos. Incluso la firma se ha aventurado a lanzar una edición limitada Swiss Made del icónico Megapode Chrono a un precio de 8,000 euros, con un movimiento vintage. Pero es una excepción: los precios asequibles siguen siendo una constante de la marca.
Un reloj pensado para las personas queridas
Un ejemplo revelador de la democratización de la relojería de autor es Maximilian Büsser. El carismático es todo un símbolo de la relojería independiente, primero con la colección Opus en Harry Winston y después con su propia firma MB&F. Todos estos relojes siempre se han caracterizado por su alto precio, en la gran mayoría de los casos superando los 100,000 dólares. “Siempre ha querido crear un reloj para mis amigos y familiares desde el comienzo de MB&F en 2005”, nos comenta el propio Maximilian Büsser. Nadie de mi entorno puede permitirse un reloj de MB&F y es frustrante para un creador que las personas que más quieres no puedan disfrutar de tu trabajo”.
La idea original de crear esta firma más económica surge en 2014, aunque se ve frustrada cuatro años más tarde, con todo preparado para salir al mercado. La razón: “había descubierto que no tenía tiempo suficiente para conciliar mi familia y MB&F, así que era una locura comenzar una segunda marca. Creo que fue la mejor decisión”. La situación cambia en 2020 cuando surge desde el equipo la recuperación de aquel proyecto, pero de un modo más sencillo, reduciendo la marca a la edición de un solo reloj.
Cuestión de suerte
El proyecto se materializa en 2021 en forma de M.A.D.1, con un precio de 1,900 francos suizos, impuestos aparte. Y fue todo un éxito, aunque más mediático que comercial, porque el reloj no salió a la venta de manera directa. “Fue nuestro modo de dar las gracias a los clientes de MB&F, así que casi todas las piezas fueron para ellos”. La edición RED que acaba de presentarse este año sí que va dirigida al público genera. Un total de 1.000 piezas que se han repartido una mitad entre aficionados que habían solicitado el primer modelo y la otra a partir de un sorteo en el cual participaron 22,000 personas, lo que ha dejado en una probabilidad de 1 por 50 de obtenerlo.
Para Büsser, el precio de sus relojes viene marcado por la complejidad de su fabricación asociado a sus escasas tiradas. En comparación, el M.A.D.1 parte de un movimiento estándar Miyota, aunque esto no implica que el proceso de creación fuera más sencillo. “En realidad, las M.A.D Editions no son un negocio para nosotros. Podrían serlo si hubiéramos decidido lanzarlos con una tirada mayor, pero esta decisión implicaría poner en peligro MB&F, que es mi proyecto vital. Tratar con decenas de miles de unidades es peligroso para una estructura como la nuestra”.