¿Vive la relojería una burbuja de precios?

El alza de los precios, principalmente en el mercado de segunda mano, han marcado el devenir de la industria en este año. Investigamos las causas de esta subida y las alternativas para evitar las fuerzas especulativas.

Todo tiene un precio y, por lo que hemos visto este año, el de los relojes es muy alto. Al menos, esa es la sensación que tienen los coleccionistas. ¿Pero es solo una impresión o realmente los relojes están subiendo sus precios de un modo vertiginoso? Como siempre ocurre en economía, no hay nada que sea de un solo color y la respuesta está llena de matices. Eso sí, si quieren una respuesta breve, pues le diremos que sí. Los precios han subido. 

Haces dos números dedicamos este espacio al auge de la micromarcas. Allí pudimos comprobar la importancia del factor precio y su estrategia para ocupar el hueco que han dejado las marcas más establecidas en el mercado. Christian-Louis Col, dueño de Ikepod, nos ofrecía una imagen muy gráfica. “Hace 25 años, un ejecutivo se compraba un icono de acero con la paga de un mes. Ahora mismo ese precio ya ha subido a dos meses de salario y una lista de espera de 3 años”.

Como decimos, no es una sensación. En lo que llevamos de año, las grandes firmas han ajustado su precio en una media que ronda un alza del 5%. En algunos casos, incluso se han visto obligadas a realizar una segunda subida; algo excepcional en los últimos años. 

Los precios suben, las ventas también

Para empezar, la razón más evidente es la actual época inflacionista. Una situación provocada por el auge de los precios de las materias primas que aún colea y que tiene su inevitable correlación en los procesos de fabricación de los relojes. A partir de estas circunstancias, lo normal sería que este aumento de los precios viniera acompañado de una bajada de la demanda. En realidad, ha ocurrido todo lo contrario.

Según los datos recién publicados por la Federación de la Industria Relojera de Suiza, el país centroeuropeo ha exportado relojes en los primeros nueve meses del año por valor de 18,109 millones de francos suizos. Esto es, 12.6% más que en el mismo periodo del año pasado

Las casas de subastas se han visto beneficiadas del creciente interés de una nueva generación de coleccionistas por los relojes mecánicos. En la imagen, Thomas Perazzi en una subasta de Phillips celebrada en Hong Kong en 2021.

También es importante destacar que las tendencias alcistas de la relojería en los últimos años siempre han venido acompañadas de un crecimiento del valor, aunque no del volumen de venta. Dicho de otro modo, gran parte de los números positivos de la industria se han apoyado en el alza del precio medio

También es verdad que hay muchas razones que pueden explicar este crecimiento del precio medio, no solo debido al citado aumento de las tarifas. La más lógica es la causada por la mejora de los productos desarrollados. Ejemplos evidentes son Oris y Bell & Ross, donde este aumento del precio se ha debido a la incorporación de movimientos manufactura y la sofisticación de las novedades. Un proceso lógico de evolución en busca de un público más refinado y con mayor poder adquisitivo, cuyo espacio es ocupado por firmas de nuevo cuño. 

El problema de la segunda mano

Sin embargo, no ha sido la subida de los precios de los relojes nuevos el principal motivo de asombro para el mercado. Toda la atención ha sido acaparada por el mercado de segunda mano, foco principal de las noticias más mediáticas en los últimos años, como el gran causante del alza de precios.

En el recuerdo de todos están los importes pagados por el Rolex Oyster Perpetual de carátula azul turquesa, lanzado por Rolex en el otoño de 2020 a un precio que rondaba los 6,000 dólares y que esta primavera, ya descatalogado por la firma, se ha llegado a pedir por alrededor de 70,000 dólares en los principales foros de segunda mano. Es el ejemplo más recordado, aunque no el único. Modelos como el Patek Philippe Nautilus, Audemars Piguet Royal Oak y Omega Speedmaster han sufrido el mismo proceso de calentamiento de precios en los últimos meses. ¿A qué se debe esta alza? 

El Rolex Oyster Perpetual carátula azul turquesa es un ejemplo de la burbuja que ha sufrido el mercado con las piezas contemporáneas de segunda mano. Lanzado en 2020, su precio oficial era de 5,900 dólares. Este año ha alcanzado en segunda mano precios por encima de los 70,000 dólares. 

Para contestar esta pregunta hemos acudido a tres de las personas que mejor conocen los vericuetos del mercado y las turbulencias que han vivido en los últimos meses. Nuestro primer contacto, el coleccionista y hombre de negocios italiano Alfredo Paramico, nos sorprende con su primera opinión. “Hace años ya decía que no había una burbuja en el mercado del reloj y sigo sosteniéndolo. De hecho, creo que es muy probable que los precios sigan aumentando en el futuro”.

Para Paramico, el bajo precio del dinero, y la consecuente enorme liquidez que esto provocaba, explica en parte el auge de las ventas de relojes nuevos en los últimos años. “Ahora que los tipos de interés han subido, y el acceso al efectivo será más difícil, creo que muchos compradores se refugiarán en las piezas de segunda mano”

Un nuevo perfil de aficionado

Paul Boutros conoce a la perfección el mercado de segunda mano en su cargo de responsable de relojes de Phillips Auctions para el mercado estadounidense. Por su experiencia de los últimos años, hay una evidente relación con el aumento de la liquidez monetaria vivida durante la época de pandemia y la incorporación de nuevos aficionados recientes.

“Otro factor que ha contribuido a esta alza de los precios fue la cobertura mediática que obtuvo la subasta del Rolex Paul Newman Daytona que hicimos en Phillips en octubre de 2017 y por el cual se pagaron 17.8 millones de dólares. Aquella noticia abrió los ojos a muchas personas para que comenzaran a interesarse por los relojes”.

Nuestro tercer invitado es buen conocedor de una de las firmas que más se han visto afectadas por las grandes crecidas de los precios en subasta. Nos referimos a John Reardon, experto en Patek Philippe (en cuya sede norteamericana estuvo trabajando), con experiencia en subastas (Sotheby’s y Christie’s) y fundador del portal especializado Collectability.

Para Reardon, todos los relojes usados de Patek Philippe han experimentado un incremento de los precios, que ha sido mucho más marcado en las referencias más modernas como Nautilus y Aquanaut. “También hemos visto cómo han sido estas mismas piezas las que más han caído en las últimas semanas”, mientras los modelos más antiguos y buscados por coleccionistas han mantenido un crecimiento más estable. “Como consecuencia de esto”, apunta Reardon. “Quien compró un Nautilus en el hype del reloj habrá sufrido pérdidas, mientras los segundos se han salvado de esta corrección de precios”

Los problemas de la relojería como inversión

Los tres coinciden en la transformación de la relojería como medio de inversión; algo que no es novedad, pero sí que se haya incrementado de manera exponencial en los últimos años. Cambia la visión del negocio y, con él, cambia el tipo de clientela, algo evidente en los últimos. “No me gusta que la gente se acerque a nosotros para buscar ayudas y trucos para la invertir. No soy banquero ni tampoco asesor. Mi trabajo es educar sobre los relojes que están interesados en adquirir”, dice Reardon. “De todos modos, no soy ingenuo y veo que muchas personas compran Patek Philippe por inversión. Son compras pensadas para cubrir otros activos en tiempos turbulentos. Algunos acertarán y otros perderán dinero”. 

“Hemos registrado un evidente cambio en la tipología del comprador de relojes”, confirma Paul Boutros. “Pero es un cambio lógico. La relojería es un escenario que ha atraído a gente nueva y, naturalmente, estos recién llegados son gente mucho más joven que los coleccionistas habituales. Además, también hemos notado en Phillips un importante aumento de mujeres coleccionistas”. 

Aun lógico, como dice Boutros, este “rejuvenecimiento” del nuevo perfil de coleccionista viene aparejado a la incontenible subida de los precios de los llamados “unicornios” y cuya principal consecuencia ha sido la huida de los coleccionistas tradicionales. A diferencia del segmento de los relojes modernos, los usados es un mercado limitado (es imposible fabricar más Rolex Daytona Paul Newman de los años 70 de los que ya hay) que lo hace muy sensible a los aumentos de la demanda. Algo que ha ocurrido precisamente con la llegada de la nueva generación de coleccionistas.

Patek Philippe como símbolo social

“El perfil sociológico del coleccionista ha cambiado”, comenta Paramico. “En el caso de Patek Philippe, hace veinte años el 90% del mercado de sus piezas de segunda mano estaba copado por relojes antiguos o cronógrafos clásicos de la década de 1940. También estaban los espectaculares cronógrafos con calendario perpetuo como las referencias 1518 y 2499. Hoy en día muchas personas compran un Patek Philippe para formar parte de un entorno social. Y me parece normal que esto ocurra, porque el reloj sigue siendo el gran accesorio con el que cuenta el hombre”

Un cambio de paradigma que nuestros expertos atribuyen a la popularidad que ha ganado la relojería gracias, en gran parte, a las redes sociales. Un crecimiento de popularidad fácilmente convertible en cifras. Así lo acaba de hacer Deloitte en su reciente informe anual de la relojería. Dicho informe valora el mercado actual de los relojes de segunda mano en una cantidad cercana a los 20,000 millones de francos suizos. Lo más increíble es que la consultora calcula que este mismo mercado alcanzará una cifra de 35,000 millones de francos suizos en 2030. ¿Habrá tantos relojes de segunda mano para garantizar un crecimiento tan enorme de este mercado?

La mejor alternativa para evitar las turbulencias es buscar los “tesoros ocultos” que nos ofrece el mercado que mantengan aún un precio razonable. Una de estas piezas es, según John Reardon, la Referencia 5115 de Patek Philippe. (Foto cortesía de Antiquorum). 

Con una oferta tan limitada (piezas históricas de firmas tradicionales), tanto los portales de venta como las casas de subastas han tenido que buscar alternativas para satisfacer la creciente demanda. Y es aquí donde entran en juego las firmas independientes, cuyo papel en el mercado es cada vez más importante. “Han sido muchas las marcas que han entrado en escena en los últimos años”, nos comenta Paul Boutros. “La lista es larga: Richard Mille, F.P Journe, De Bethune, MB&F, Laurent Ferrier o Akrivia son cada vez más demandas por los nuevos coleccionistas. Todas ellas tienen en común que no son fáciles de encontrar y que ofrecen atractivos imposibles de hallar en otras referencias más comunes. No nos extraña que sean cada vez más buscadas”. 

Amigos de los que hay desconfiar

En principio, lo que parecía una buena noticia para estas firmas, corre el peligro de convertirse en parte de la burbuja mencionada. La búsqueda de ediciones especiales, principalmente de F.P Journe, De Bethune y George Daniels, ha motivado una subida de las cotizaciones dramática hasta alcanzar rasgos especulativos. El ejemplo más sintomático es la pieza única entregada del Chronomètre Souverain que F.P Journe regaló a George Daniels en 2010. Fue subastado en 2012 a un precio aproximado ligeramente superior a los 71,000 dólares. Es el mismo reloj subastado por Phillips Auctions en Nueva York el pasado mes de junio, con un precio final de 1,482,000 dólares. 

Las firmas independientes también se han visto afectadas por el espectacular crecimiento de los precios de segunda mano. En la imagen, pieza única de F.P Journe regalada a George Daniels y la cual fue subasta el pasado junio, con un precio final de puja de 1,482,000 dólares. 

Esta incesante búsqueda del nuevo “chollo” corre el riesgo de convertirse en un círculo vicioso que acabe estrangulando al mercado de segunda mano. El alza de los precios corre el riesgo de echar a los coleccionistas tradicionales y que los recién llegados pierdan su interés por él. Toca buscar soluciones y los grandes operadores del mercado ya se están preocupando de “enfriar” el mercado para mantener su interés. 

En cualquier caso, no nos resistimos a preguntar a los expertos qué alternativas aún accesibles nos ofrece aún el mercado. Todo ello, dentro de los rangos de precios en los que nos movemos. “Es una pregunta difícil, pero sin duda me decantaría por los relojes que eran más caros hace diez años que hoy”, apunta Alfredo Paramico. “Dos ejemplos muy buenos serían el increíble cronógrafo Longines 13ZN o el Omega Chronos 33.3. No descartaría algunas de las referencias de Patek Philippe olvidadas en la última década, como el 3970 o el 5004. También sigo pensando que un Rolex “Ovettone” es siempre un estupendo reloj de uso”.

Por parte de John Reardon, una recomendación que no conviene perder de vista. “Yo no puedo dejar de comprar la Referencia 5115. El hecho de encontrar un Patek Philippe Calatrava con carátula de esmalte con un precio por debajo de 20,000 dólares es algo que me resultado extraordinario”. Sin duda, precios increíbles si los comparamos con las cifras que se manejan en el mercado. Siempre es una buena solución salirse de la norma y preguntar a los expertos qué tesoros ocultos nos ofrece el mercado… Por ahora. 

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