El intérprete mexicano pasó de papeles en un par de proyectos independientes y algunos capítulos en la serie de Narcos: México a coprotagonizar junto a Brad Pitt y Margot Robbie Babylon, de Damien Chazelle. Ahora los proyectos se amontonan. Este año estrenó Bird Box y en 2024 vendrá la serie Midnight Family. Y en puertas la adaptación cinematográfica de la novela On Swift Horses, que protagonizará junto a Jacob Elordi. Y mientras todo esto sucede, pinta y escribe poemas. También es Amigo de Omega.
> ¿Cómo es tu relación con Omega y los relojes?
Omega me buscó antes de estrenar Babylon. Me acompañó en todo el tour de prensa de la película. Aquí empezó todo. De alguna manera estar con Omega me ayuda, me cimenta. Es una marca con mucho prestigio y muy cuidadosa. Paralelamente yo estoy empezando mi carrera y son importantes estas primeras decisiones: ¿qué películas haces, con qué marcas trabajas? En el momento en que yo comencé a trabajar con Omega es para mí como una decisión de películas. Es como trabajar con un muy buen director, uno que ya tiene toda una carrera, una vocación y un prestigio.
> ¿Qué faceta de Diego Calva has descubierto con Omega?
He descubierto el arte de ver que los relojes también tienen su personalidad. A mí me gustan más los relojes que son más sobrios, más clásicos. Pero si quiero lucir más juvenil, prefiero más los nuevos Aqua Terra, que traen más colores. Creo que a nivel personal es eso, creo que la ropa y los accesorios pueden significar mucho. Estoy empezando a dialogar con lo que se va diciendo de lo que traes puesto.
> Omega llega justo después de Babylon, un film que te ha posicionado mucho como actor. ¿Existe un Diego Calva antes y después de esta gran producción?
Sí, totalmente. No solo a nivel profesional, sino en la vida y en la familia. Babylon llegó a moverme todo. A nivel carrera me puso en otro lugar, en un lugar de empezar a pensar en la responsabilidad de las decisiones. Cuando uno empieza como actor se siente bendito por tener una chamba, no escoges los papeles, se romantiza que los papeles lo escogen a uno y Babylon me da la oportunidad de posicionarme en un lugar donde empezar a escoger y a delinear o dibujar la carrera que quiero y eso es muy chido.
> ¿Tienes miedo a que te encandile Hollywood?
Después de hacer una película con Brad Pitt y Margot Robbie, ya conozco esa parte de Hollywood. Me nominaron a los Golden Globes. Recuerdo mucho una frase que me dijo mi madre, algo así como “la cabeza la vas a perder. Lo que te pasa es muy grande. Habrá momentos donde no veas bien, te lamparees, te deslumbres, pero la onda siempre es recordar el camino a casa”. Yo sigo viviendo en la CDMX, mantengo el mismo grupo de amigos. Hay que rodearse de gente que te mantenga con los pies en la tierra.
> ¿Atesoras momentos que te hicieron perder la noción del tiempo?
Recuerdo mucho uno en la fiesta de los Golden Globes, a la que llevé a mi mamá. Para mí era la emoción compartida de vivir algo tan surreal. En un momento de la fiesta, después de la ceremonia, empezamos a bailar y mi mamá se puso a medio llorar. Cuando terminamos de bailar había gente aplaudiendo. Nos separamos y esos que aplaudían eran Tarantino, DiCaprio y Brad Pitt. Era surreal. Este momento lo recuerdo muy bonito, muy honesto. Por un momento no estaban ellos, éramos ella y yo, nada más, y eso fue lindo.
> ¿Cuáles son tus referentes?
Hay tres a los que regreso siempre. Scorsese es uno de ellos. Mi película favorita (aunque es difícil tener solo una) Goodfellas. Con esa película pensé que tal vez quería hacer cine. Otro es Chan-wook Park. El cine coreano me voló en su día la cabeza, el animé me encanta, pero cuando le entré al cine coreano me di cuenta de que había otras narrativas. Que había otro punto de vista para contar historias. Ellos combinan muchos géneros. Sus películas son comedia, drama, acción, todo mezclado. Y me encanta una directora argentina, Lucrecia Martel, que está haciendo cine-teoría, cine-ensayo, pensando el cine desde muchas partes. No solo en el entretenimiento, sino como expresión artística y expresión de la humanidad.
> ¿Te interesa entonces otra mirada del cine?
Me interesa pensar que nos traduce y que en el cine se puedan depositar preguntas y que si yo actúo y participo en pelis aspiro a hacer cintas que pongan en duda algunas cosas. Soy muy cinefan y me gusta pensar que el cine es el momento donde el arte y el entretenimiento pueden hacer algún tipo de matrimonio.
> ¿Con qué directores te gustaría trabajar?
Muchísimos. Martin Scorsese sería el sueño guajiro, me gustaría trabajar con Lynne Ramsay que hace unas películas muy radicales, con Alonso Ruizpalacios, Gaspar Noé, Abbas Kiorastami. En México con Amat Escalante. Y bueno, Tarantino está haciendo su última película. En una de esas necesita un mexicano.
“Hay cosas que no
se pueden sustituir.
Los celulares nos pueden dar la hora cuando queramos, pero los relojes tienen historia. Creo que son objetos con cierto misticismo y valor propio. La historia y carga emocional de un reloj nunca es reemplazable”
> Querías ser poeta y sigues leyendo mucha poesía, pero a veces lo haces de una forma distinta.
Hay una poetisa que se llama Alejandra Pizarnik. Una vez tuve un quiebre amoroso muy fuerte y ella es una poetisa muy oscura, de las herederas de Sylvia Plath. Como ya había leído uno de sus libros varias veces, lo que empecé a hacer es abrirlo por cualquier página, como el I Ching. Me salvó la vida. En ese momento su poesía me ayudaba a espejearme. Fue una manera de experimentar el libro de otra manera.
> ¿Escribes poesía?
Sí. Me di cuenta de que no iba por ahí mi camino profesional, pero es mi manera de traducirme, así me hablo. No he pensado en publicar un libro, tal vez un sueño sería abrir una editorial y publicar a otras personas. Y algo que hice mucho tiempo y todavía de pronto hago es que me gusta imprimirlos y pegarlos en la calle, incluso escribirlos en la calle. Generalmente son mensajes subliminales para ciertas personas, los pego cerca de sus casas y pienso que los van a leer y sabrán que soy yo.
> Otra de tus pasiones es Pokémon.
Soy un fanático religioso de Pokémon. No he ido a Japón todavía, pero seguramente iré este final de año. Estoy muy emocionado porque en el Pokémon Center de Hiroshima han puesto, con Inteligencia Artificual, un Mewtwo, un Pokémon al que le hablas y solo te contesta en haikús. Es el Pokémon existencialista, al que le puedes preguntar si hay que destruir a los humanos o no (risas).