Maxime Büchi ha creado un pequeño imperio multidisciplinario de cultura alternativa. Se llama Sang Bleu y su pilar principal son los tatuajes, ya que el propio Maxime es uno de los tatuadores más reconocidos de la actualidad. Pero también incluye revistas, libros, consultoría creativa, tattoo studios en Londres y Zúrich con artistas residentes, pop-up shops en ferias como Art Basel Miami y una marca homónima de streetwear. Esto sin olvidar la elaboración de tipografías y logos para firmas de moda como Balenciaga, Damir Doma, Alexander McQueen, Thierry Mugler y Rick Owens, la ciudad de Estocolmo y el CCS Bard Hessel Museum de Nueva York. Además de su alianza con Hublot para los modelos Big Bang Sang Bleu.
Poco afecto al romanticismo que se asocia a los artistas como él, Büchi es un hombre de su época, pragmático, emprendedor, consciente de los beneficios de la economía colaborativa y del valor que tiene su obra como un puente entre lo underground y el mainstream. No hay rastros de sentimentalismo cuando explica su filosofía creativa.
“Yo crecí con la idea de que si tienes una buena idea, no es una buena idea si nadie está listo para comprarla”, dice en entrevista con Tiempo de Relojes. “No puedes ser un genio de forma abstracta o absoluta, todo es contextual. En el arte, la innovación, la tecnología, la filosofía o la religión, en todo en realidad, las ideas y las cosas que tienen éxito no es sólo porque son hermosas, sino porque satisfacen una necesidad. Por esta razón siempre he considerado al comercio como la ultima prueba para una idea, además de una herramienta de difusión”.
Tampoco hay en esto una traición a la “pureza” del artista. “Siempre ha existido un antagonismo entre la gente creativa y las corporaciones, pero yo decidí hacerlo todo, hasta la parte del negocio, que es divertida pero que también es mi manera de comprometer lo menos posible mi visión”, afirma. “Para mí, si algo no vende es quizás porque no hice bien mi trabajo, no lo promoví de forma adecuada o no era tan buena idea. Mi percepción de la creación no es romántica, sino estructural y sociológica. Hago muchas cosas diferentes, pero siempre es mi visión porque tengo un plan, un enfoque y un mensaje que quiero expresar. Si se vuelve un reloj, un tatuaje o un logotipo, es mi visión expresada en mundos distintos. Puedo cambiar mi estilo de trabajo para aplicarlo en otros campos, no me molesta sino que me emociona porque me abre posibilidades”.
Nacido en 1978 en Lausana, Suiza, Maxime cuenta que creció en un entorno promedio de clase media en esa ciudad. Estudió sicología y arte, y atraído por los tatuajes, no encontraba a alguien que fuera capaz de expresar aquello que lo representara a él.
“No quería un tatuaje de marinero, me encantan pero no soy marinero. Decidí hacer tatuajes que representaran mis antecedentes, mi historia y mi cultura, para personas como yo”, dice. “Fue bastante obvio que no había muchos tatuadores haciendo cosas que reflejaran la cultura europea, todo era muy anglosajón o asiático. Tomé las cosas que estudié de arte y de arte folclórico, la arquitectura clásica que nos rodea a quienes vivimos en Suiza, Alemania u otros países, y empecé a tatuar basándome en eso. Y de inmediato hubo gente que conectó con mi propuesta”.
Está en búsqueda de un “nuevo clasicismo”, con otras fuentes de inspiración como la iconografía occidental o las obras de grabadores como el alemán Alberto Durero. Pero a la vez se declara abierto a la influencia de la fotografía, la ciencia, la moda o incluso la política.
Su colaboración con Hublot ilustra el estilo de Büchi a la perfección. En la esfera del reloj hay un juego de polígonos que, de acuerdo con la marca, “evoca las proporciones y la armonía del Hombre de Vitruvio de Leonardo da Vinci”.
En nuestra conversación con él, Maxime elabora más al respecto: “Una parte de la inspiración de este diseño son las marcas de los canteros medievales. La gente que construía edificios en esa época, incluyendo iglesias, marcaba las piedras con las que trabajaba porque se les pagaba por la cantidad de material. Muchas de esas marcas eran geométricas con un monograma arriba. No tiene ningún otro significado, eso es lo que me gusta del arte abstracto. Si quisiera mandar un mensaje, lo hubiese escrito. Este diseño es lo que quieres que sea, lo que quieres proyectar, pero estoy contento de que muchos piensen que hay un mensaje detrás de él”.
Antes de empezar a tatuar, Büchi fundó el estudio de tipografía Swiss Typefaces en 2004 junto con Ian Party y lanzó la revista Sang Bleu en 2006. Después se entrenó con el también artista suizo Filip Leu, miembro de una legendaria familia de tatuadores de la que destacan sus padres Felix y Loretta Leu. Vive en Londres desde hace más de una década, con una breve estancia en París, y trabaja mucho en Estados Unidos. Además es cofundador de Novembre Magazine.
En torno a Sang Bleu y su creador se ha formado una comunidad que tiene una intensa actividad digital. Esto ha globalizado su imagen y su impacto. Sobre el proyecto con Hublot, Maxime piensa que la manufactura demostró su espíritu transgresor al pensar en él.
“Hay muchos otros tatuadores que hacen cosas comerciales, yo no soy necesariamente la típica persona a quien acudir, no hago diseños bonitos”, afirma Büchi. “Tomar este paso fue una declaración audaz por parte de Hublot y pienso que a muchas personas en la industria del tatuaje les gustó ver un compromiso serio de la marca. La industria relojera debe mantenerse conectada en el sentido social del término, seguir siendo relevante y ver hacia el futuro”.