Todos los días, la botsuana Tekolo Sethebe —o “TK” como le dicen sus colegas— sube al autobús rumbo a su trabajo en la mina
Karowe con un objetivo en mente: “Encontrar grandes diamantes”. Su trabajo, al que ella llama su “misión”, es recuperar estas piedras preciosas del abundante concentrado de minerales que a diario es extraído de las profundidades de la tierra.
TK vio recompensada su pasión y su esfuerzo. Un gran diamante llegó a sus manos un día y supo a primera vista que se trataba de una piedra fuera de lo común: 342 quilates y color D, es decir, incoloro y, además, purísimo. “Vi esa enorme gema, un diamante claro… y dije ‘¡guau!’”.
“De inmediato tuve la sensación de que me encontraba ante una piedra extraordinaria”, dijo Scheufele, quien la bautizó “Reina de Kalahari”, en referencia al mítico desierto que extiende gran parte de su territorio semiárido sobre Botsuana. Famoso por su arena roja, es un lugar hostil cuyo nombre, en tswano, significa “gran sed”. El diamante encontrado en Karowe fue, sin embargo, como una abundante fuente de agua que sació la sed creativa de Scheufele y su equipo.
El Jardín de Kalahari, la colección resultante que forma parte de la línea de alta joyería Precious Chopard, consta de un juego de pendientes, un anillo y un collar espectaculares cuyas piezas pueden desprenderse y unirse a voluntad de quien tenga el honor de portarlo, para así volverlo algo tan discreto o tan ostentoso como se desee. Es un ensamble que recuerda, de manera poética, que todos estos diamantes fueron, alguna vez, parte de una sola pieza.
“Nuestros talleres se han superado a sí mismos”, aseguró Scheufele, reconociendo la labor de los artesanos que mostraron su virtuosismo en esta colección y cuyos oficios van desde la escultura en cera y la joyería, hasta el labrado, engastado, el pulido y, por supuesto, la alta relojería.
Caroline Scheufele es pionera en estos temas dentro del mundo de la joyería. La mina Karowe, que se sumó recientemente a la lista de proveedores de la marca suiza, ha sido inspirada por el compromiso de Chopard y ha iniciado un camino en favor del desarrollo sostenible buscando la certificación del Consejo de Joyería Responsable (RCJ).
De este modo, Chopard presenta en una sola línea su concepción del lujo contemporáneo: materias primas excepcionales que son tratadas con la delicadeza artesanal del pasado y obtenidas con códigos éticos que sientan bases para el futuro. “Mi reto y mi deseo”, afirmó Scheufele sobre el Jardín de Kalahari, “fue crear algo diferente, no hecho antes, no visto antes, algo que transforme”.