Cuando se tomó un segundo para respirar profundamente y sonrió como una niña supe que ese era el punto central de esta plática: “A mi papá…” Esa fue la respuesta de Carmen al contarme a quien le recordaba su prístino Mercedes-Benz 230 SL de 1963, un descapotable conocido como Pagoda que en la década de 1960 fue uno de los vehículos más admirados y deseados por los entusiastas del automóvil por el nivel de lujo y exclusividad que solo el diseño biplaza de un descapotable puede ofrecer.
Este modelo, conocido internamente con el código W113, continuó uno de los capítulos más reconocidos en la historia de la marca, escrito por el 190 SL, un convertible que tiene ya un lugar en el Olimpo de los autos. Para Carmen González el gusto por la firma de la estrella nació cuando era una niña que aprendía a caminar. “Recuerdo que iba sentada en las piernas de mi papá, tenía tres años, me llevaba al kínder. En este auto fueron por mí al hospital cuando nací. Siempre he tenido la estrella bien marcada en el corazón. Crecí con ese legado y ahora sigo cumpliendo la tradición que me heredó mi abuelo y mi papá”.
Actualmente pertenece al Club Mercedes-Benz México y eso le permite no solo mostrar su vehículo en los eventos organizados por este grupo de entusiastas, sino estar en contacto con autos de diferentes épocas y tipos de carrocería, todos de la firma de Stuttgart. “Es un tema de mucho cariño, pero también de apreciar la ingeniería alemana. Para mí un Mercedes es un auto que va a estar aquí cuando nosotros no estemos, duran para siempre al igual que sus líneas y diseño”. De hecho, este modelo marcó un hito en su época.
Sus principales avances fueron: inyección mecánica de combustible, dirección asistida, frenos de disco, transmisión automática y manual de 4 y 5 velocidades y suspensión independiente. Bajo el cofre del 230 SL se esconde un seis cilindros en línea que logra generar 150 CV, con inyección de combustible por bomba y dos válvulas por cilindro. Este motor de 2,308 cm envía la potencia a las ruedas traseras mediante una transmisión manual de cuatro velocidades.
A poco más de 60 años de su nacimiento, se mantiene en forma gracias a los cuidados de su orgullosa propietaria. Lo demuestran las emociones de Carmen cuando se pone ante al volante. “Su manejo es muy purista, sientes el motor, la suspensión, la dirección… sientes claramente como la tracción se transmite a las ruedas. Es una conexión muy especial, porque además debes estar muy atenta a todo lo que ocurre a tu alrededor. Es una sensación que me hace pensar que este coche va a seguir muchos años aquí y mucha gente lo va a seguir disfrutando”.
La conexión emocional es un hecho, pero también se trata de un auto que deja volar la imaginación. Carmen piensa en el momento ideal que le gustaría vivir con él. “Me imagino escuchando música clásica o a The Beatles… tal vez a los Rolling. Con mis lentes con mica verde botella, mis guantes de piel, mi mascada. Así sería mi paseo ideal”.
Este Mercedes-Benz 230 SL es más que el auto de sus sueños, es una máquina cómplice del tiempo, algo que para Carmen tiene un significado muy especial que se materializa con una pieza de alta relojería: “Para mí, un reloj me permite ver el tiempo, me aterriza. Para mí el tiempo es algo invaluable. Tener un auto así o un reloj tiene un valor incalculable; proyecta lo que quieres ser y a lo que aspiras”. Y esto es lo que Carmen ha sentido con el excepcional IWC Portofino Perpetual Calendar.
El deportivo más deseado de los años 60
Hace 61 años, la marca alemana presentó el Mercedes-Benz 230 SL (W 113) en el Salón del Automóvil de Ginebra. Las expectativas del público eran enormes porque el 230 SL sustituía a dos autos legendarios, el 300 SL Roadster (W 198) y el 190 SL (W 121). El W 113 se fabricó hasta 1971 en tres versiones: 230, 250 y 280 SL. Sus principales innovaciones fueron: inyección mecánica de combustible, dirección asistida, frenos de disco, transmisión automática y manual de 4 y 5 velocidades y suspensión independiente. Arriba a la derecha, el IWC Portofino Perpetual Calendar, el reloj que acompaña a Carmen González en esta sesión de fotos. IWC Schaffhausen y Mercedes-AMG son socios desde 2004.