La catedral del método

Visitamos PP6, la planta más avanzada de alta relojería. Todo gracias a ‘El Método’, un gigantesco departamento de control de relojeros y procesos con la misma excelencia de un reloj Patek Philippe

Si no eres un geek, este artículo puede no interesarte. No habla de relojes, ni de fiestas, ni de celebrities. Habla de fabricar relojes como ascesis del conocimiento, como otra de las bellas artes. Desde que visité la icónica manufactura Patek Philippe de La Espiral en Plan-les-Ouates tras su inauguración en 1997, algo me atrae hacia las plantas relojeras. No es el olor a aceite ni la ciencia ficción de las máquinas robotizadas de troquelados imposibles. Tampoco el silencio de los relojeros en sus tareas monacales. Puedes conocer la historia de una firma, a sus directivos y su forma de pensar, su marketing, los catálogos de productos de la A a Z, pero nunca llegarás al alma de un reloj hasta que no conoces dónde y cómo se hace. 

A Patek he vuelto una y otra vez y nunca me aburro. Siempre nos tratan –voy con colegas– como inspectores ‘tecno-craft-as’ en busca de datos. A mí de Patek me llaman la atención otras cosas. Por ejemplo, esa vocación de practicar discretamente un modelo de hacer relojes como ascesis existencial que te conecta con algo en el cielo. Claro que buscan la rentabilidad. Son suizos. Pero esto no es solo capitalismo de lujo. Yo creo que los señores Stern son una dinastía que ve el reloj como una especie de método místico de excelencia humana, como una forma de justificar la vida a través de lograr la perfección con un objeto material. El reloj como dogma universal a través del tiempo.

El pasado mayo visitamos PP6, la planta estrenada en 2020 que hoy opera a plenitud. Y descubrí lo que imaginaba: una especie de laboratorio que avanza para perfeccionar un modelo. Como la cronometría, nunca es perfecto, pero aspira a ello. El nuevo complejo es enorme. Tiene diez plantas, cuatro de parking y mantenimiento, 133,650 m2, 1,700 trabajadores y ha requerido 600 millones de francos suizos (100 solo de instalaciones), todo un hardware de racionalidad virtuosa creado por Frisk de Marignac y Frei & Stefani en su interior, donde apenas hay elementos alegóricos para expresar lo que proyecta. Ahora que en El Espiral ya solo queda la atención al cliente, PR, Comunicación, encajado de movimientos y control final de piezas, y que PP5, el anterior edificio de 2009 fue desmantelado, PP6 emerge como un nuevo arquetipo en la relojería. Lo veo como el mejor ejemplo de cómo la tecnología avanzada puede estar al servicio de los oficios manuales para hacer los mejores relojes. Está pensado para cubrir las necesidades de los próximos 20 o 30 años. Dudo que en Silicon Valley puedan estar seguros de dónde estarán en las próximas tres décadas.

Detalle de micro partes para la creación de una carátula de marquetería hiperrealista en el departamento de Rare Handcraft de PP6.

En nuestra última entrevista Thierry Stern, el presidente de la marca, hablaba de PP6. “Este espacio no se ha creado para incrementar la producción. Más allá de 75,000 piezas anuales comprometemos la calidad de Patek”, nos dijo. La familia Stern encuentra razón de ser no solo en hacer el reloj con valor más elevado y longevo, sino también en el rigor, la destreza, la transmisión de los oficios… Lleva tres décadas perfeccionando un método.

Basta plantarse frente al edificio de hormigón blanco y esquinas contorneadas como un Nautilus y entrar para entender algo. Philippe Stern cumplió el sueño al reunir en 1996 bajo un mismo techo todos los oficios que la familia tenía dispersos en Ginebra en diez lugares diferentes. El mismo viejo espíritu que los fundadores tuvieron en 1853 cuando juntaron sus ateliers en el edificio histórico de la Rue de Rhône. Una vez que la fabricación de cajas y brazaletes –que se hacían en Perly desde 2003– pasa a PP6, hoy Patek ha encontrado otra forma más evolucionada de expresar su filosofía con la perfección de los procesos productivos. Una especie de obra dentro de la obra. 

Patek Philippe tardó cinco años en construir PP6 y otros cuatro en dotarla de toda su capacidad. Hoy, con 1,700 operarios y 400 máquinas, es la planta manufactura de creación de alta relojería más avanzada y estructurada de Suiza.

Nuestro guía lo justifica con discreción: “Los nuevos espacios permiten mejorar procesos y adaptarnos a las nuevas normativas de protección civil. PP6 es un compromiso con la calidad y la eficacia”. Empezamos en la planta baja destinada a la producción de componentes básicos como platinas, ruedas, piñones y puentes. Aquí se agrupan la mayor parte de las 400 máquinas, como las de control numérico computarizado de última generación adaptadas a Patek. 

La segunda planta está destinada a los pulidos y el montaje de cajas, brazaletes y otros componentes externos del reloj, además del engaste de gemas y la creación de piezas de recambio. Es siempre útil ver por qué los 55 procesos que implica acabar por fuera un Nautilus, con satinados y pulidos espejo o el biselado de los bordes, representa más valor tiempo-operario que el ensamblado de su calibre para la versión básica. Nos invitan a jugar a relojeros haciendo perlados, achaflanados de ángulos, estirado de flancos y pulir un piñón para un calibre de una fase lunar. Del resultado ni hablamos… Me consuela saber que se necesita un año para lograr un perlado con los criterios del Sello Patek Philippe. Me gustan las estadísticas, así que me distraigo interpretando que los 16.5 millones de componentes que se producen en PP6 pasan por etapas de ensamblado, acabado o control de calidad individual donde al menos en dos de ellas está la mano del hombre. Se arman 70,000 relojes anuales, 63,000 de ellos mecánicos. Cifras mareantes para una manufactura de alta relojería.

Métier d’art y Advanced Research

En la tercera planta está el talento más creativo. Aquí se aloja el I+D que concibe el departamento de Advanced Research, el diseño, los ateliers de alta relojería y de prototipos. La cuarta planta incluye un auditorio para 299 invitados, las salas de formación, una división crucial para el futuro de la casa, y los talleres de Métier d’Art para grabados, esmaltados y guillochés. Las piezas decoradas con oficios raros artesanales históricamente han estado presentes en Patek, pero ahora vive una nueva edad dorada en la casa. En PP6, además de la marquetería hiperrealista cortada con máquinas del siglo XIX, se incluye una docena de esmaltados, además de los de Cadrans Flückiger, en Saint-Imier, o los que se encargan a artistas como Anita Porchet. Algunos relojes como el Tourbillon Gran Complicación Sky Moon Ref. 6002 incluye los esmaltados en ‘colección regular’ y hay una tendencia hacia las piezas que mezclan diversas técnicas decorativas en un mismo reloj. 

La planta superior se corona con un restaurante para 880 comensales y cuatro salones para invitados especiales. Como sospechaba, el milagro PP6 y su nivel de organización es una orquesta sinfónica perfectamente sincronizada en una especie de tailorismo de bata blanca 2.0 controlado por un departamento llamado The Method. Cada operario tiene establecido en una partitura sus funciones, procesos, tiempos y controles de productividad. El Método traduce cada plano de producción a un esquema individual que evita errores humanos en cada etapa, incluso las manuales, para lograr un perfecto reloj Patek en el tiempo y con la calidad deseados. Cuando se inauguró el edificio de 1996, El Método solo contaba con tres personas. Hoy este departamento, el verdadero cerebro de PP6, incluye 120 operarios en labores de planificación, cartografía y estructura de procesos en cada etapa. ¿Alguien creía que la perfección de un Patek venía por arte de magia? Demasiado patrimonio para dejarlo al criterio del instante.

Un largo pasillo vertebra cada planta del edificio en toda su extensión de 189 metros. La función determina la forma y no la arquitectura fotogénica. Mucho de lo que Jean Calvin hubiera imaginado para expresar la perfección del hombre a su paso por la Tierra está en PP6. En el hall de entrada una gigantesca Cruz de Calatrava, el emblema de Patek Philippe registrado como logotipo en 1887, recuerda que el símbolo con cuatro lirios, que indica los puntos cardinales, apareció por primera vez en el siglo XII en una orden de caballería española. Encarna los valores de independencia y búsqueda de la excelencia de la casa fundada en 1839. Desde los años 60, La Cruz se utiliza para el decorado de movimientos y la corona de los relojes y da nombre a una de las colecciones más emblemáticas. Hace cuatro años, con motivo del estreno de la nueva planta, se presentó el Calatrava Ref 6007A-001 con caja de acero y carátula azul con relieve y un grabado con el distintivo “New Manufacture 2019” sobre el zafiro.

En la última etapa del recorrido nos espera una de las especialidades de la casa. Entre varias piezas magistrales, un Repetición de Minutos con Calendario Perpetuo Ref. 5374/300P sirve de ejemplo para descubrir que el sonido es, como el resto del método, una matemática exacta. Patek ha deconstruido el sonido de cada una de sus sonerías en un patrón virtual con gráficos que reflejan el gusto Stern, para no correr riesgos. Pero los más puristas no tienen que temer. Cada uno de los relojes con sonería se afina finalmente al oído de un relojero, lo que permite mínimos matices con personalidad, como en un Stradivarius. En el departamento de altas complicaciones trabajan 120 relojeros, 65 de ellos con la capacidad de ensamblar un reloj. Algunos como Frank Perner lleva 30 años en Patek y se dedica a la restauración de piezas anteriores a 1945. Le preguntamos cuál es el proyecto más complicado que ha recibido. Nos dice que llegó un Patek encontrado entre los restos de Las Torres Gemelas con parte de su estructura fundida, tan difícil de reconstruir que Thierry Stern decidió no restaurarlo.

La nueva planta custodia también los archivos históricos físicos y digitalizados desde 1839. Permiten certificar como auténtico cada reloj. Su responsable es nieto de Louis Cottier, el creador del legendario World Time en los años 30. Estos caballeros de Calatrava vienen perfeccionando un método por generaciones.

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MANUEL MARTÍNEZ

Director editorial

Me gusta encontrar y contar historias, desde hace 15 años con la relojería, el estilo de vida y el lujo como telón de fondo. Las revistas siguen siendo mi debilidad, así que en Tiempo de…

Alma Delia Pacheco

Directora comercial relojes

Heredé el gusto por los relojes desde niña y profesionalmente por el diseño. Desde hace 21 años estoy en este fascinante sector relojero, trabajando de la mano junto con las marcas haciendo estrategias comerciales y de marketing.

KEVIN GONZÁLEZ

Diseñador digital y multimedia

Geek millennial, amante de la tecnología. Ing. en comunicación multimedia, llevo los relojes mecánicos a la dimensión digital. Siempre al tanto de las tendencias tecnológicas.

LESLIE LÓPEZ

Director editorial

Lector antes que editor. Planté un limonero y escribí un libro. Espíritu deportivo para templar el ánimo. Ldo. en Filosofía (Univ. de Sevilla) y Máster de Periodismo (Complutense de Madrid).

CARLOS ALONSO

Director general

Los contenidos en evolución son su razón de ser sin que importe el soporte. “La vida y la relojería, donde se ha especializado por más de 30 años, no son nada sin contenido”. Después de que los soportes hayan vivido una revolución tecnológica es momento de volver a defender el buen periodismo como una necesidad general.

ANDRÉS MORENO

Redactor

Decía Antonio Machado que el hacer las cosas bien importa más que el hacerlas. Me he guiado por esta máxima durante casi veinte años que llevo escribiendo de relojes. En mi mano está hacerlo del modo más ameno posible.
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