Cartier ha legado a la relojería creaciones que podrían ser incluidas sin discusión en ese archivo imaginario de lo excepcional… de esas propuestas marcadas, además, por el calificativo de lo extraordinario. Es lo que representa en la historia de Cartier el Tortue, una de esas piezas que resumen a la perfección el estilo de la Maison. Todas esas creaciones han ocupado una posición estelar en forma de recordatorio digno de coleccionismo.
Relojero de las formas
Es lo que hizo primero la legendaria CPCP (Collection Privée Cartier Paris), y ahora lleva a buen término Cartier Privé, una colección donde el relojero de las formas hace hueco cada año a una de las creaciones históricas más llamativas y también más deseadas por los coleccionistas. En su octava edición, la propuesta se centra, precisamente, en una de sus creaciones más espectaculares: el Tortue.
Inspirado en el original de 1912, este nuevo Tortue se caracteriza por unas asas alargadas que integran perfectamente la correa, un perfil tan sencillo como depurado, cuyo resultado es líneas armónicas y una estética ligera. Tal y como también lucía aquel primer reloj.
Otros detalles importantes de la creación se encuentran en las agujas en forma de pomo y una minutería de ferrocarril que sigue la forma icónica del reloj alrededor del perímetro marcado por los índices, lo que le aporta legibilidad.
Esta nueva edición de Cartier Privé ofrece distintas versiones. La primera es un modelo Tortue de horas y minutos acabado en platino o en oro amarillo. A estas dos propuestas, limitadas a 200 unidades, se le añade una primicia de la colección, y es una versión en la que la caja de platino aparece engastada con diamantes talla brillante. Como los anteriores, ofrece la lectura de horas y minutos pero está limitada a 50 ejemplares.
En lo que respecta a la esfera, en el modelo de oro se presenta con un acabado dorado finamente graneado, y la corona de cuerda está engastada con un cabujón de zafiro. La correa es de piel de aligátor azul y tiene cierre de hebilla. En los relojes de platino, los números romanos se han rodiado. Se ha prestado, además, una atención especial a los acabados para conseguir un adecuado juego de contrastes y matices con la esfera opalina plateada.
Corona con piedras preciosas
Mientras, la corona se adorna con un diamante talla brillante engastado en la versión con diamantes y con un cabujón de rubí en la versión de platino, en una armonía cromática muy apreciada por Cartier. En estas dos creaciones, la correa de piel de aligátor roja se cierra con una hebilla –engastada con 25 diamantes en el modelo Tortue pavonado–.
Cronógrafo monopulsador
Todas estas propuestas incorporan el movimiento mecánico Manufactura 430 MC de cuerda manual, cuyas proporciones se adaptan a las del Tortue. El movimiento manual 430 MC es uno de los calibres con menor grosor de los empleados por Cartier. Pero hay un elemento más por analizar y es la llegada a la colección Cartier Privé de una complicación que debuta en esta oferta de la Maison: el cronógrafo monopulsador y su calibre manufactura 1928 MC. Esta complicación que por primera vez se vio en Cartier en el Tortue de 1928 fue reinterpretada en 1998 como parte de la Collection Privée Cartier Paris.
Con esta versión, Cartier pone la tecnología al servicio de una estética singular, como se aprecia en las agujas de acero en forma de pomo y acabado azulado o en el segundero con contrapeso esqueletado y motivos triangulares en las cuatro esquinas de la esfera.
El calibre de cronógrafo más delgado de la casa
Para mejorar la legibilidad de la esfera y hacer más accesible la precisión cronográfica, la minutería de ferrocarril se ha colocado fuera de los números romanos. Mientras, el espacio de la esfera se dedica por completo a los dos contadores destinados a las funciones de inicio, parada y puesta a cero. Las tres funciones se concentran en un único pulsador integrado en la corona y se activan con un solo gesto. El movimiento presenta un grosor de 4.3 mm, lo que lo convierte en el cronógrafo más fino de la Maison.
Mecanismo a la vista
Visible en el fondo del reloj, además de los engranajes del movimiento, se puede apreciar claramente el mecanismo de rueda de pilares que monta este calibre cronógrafo. Destaca también el nivel de acabado de los componentes del calibre, como el motivo Côtes de Genève que realza la forma de los puentes. Del mismo modo, los balancines, muelles y puentes se han biselado, el metal se ha cepillado y las ruedas y barriletes están enmarcadas en círculos.