Los puentes se han caracterizado por agilizar la actividad e interacción de las ciudades. Bajo este concepto e inspirado en el puente “Passerelle de l’Ile” de Ginebra, Laurent Ferrier lanza su modelo Bridge One.
Este reloj a primera vista tiene la forma de ese puente que veía Laurent Ferrier de niño desde la ventana de su casa. De hecho, este guardatiempo representa un puente que se reflejó en la forma rectangular de su caja, con unas ligeras curvas en los extremos. El “Passerelle de l’Ile” es un puente construido en 1876 que está en Ginebra. Bajo este concepto la casa Suiza tiende puentes para una nueva era.
Así lo deja ver el fondo de la caja de cristal de zafiro del Bridge One, que muestra una delicada vista gracias a su acabado con motivos Côtes de Genève, lo cuales tienen un tratamiento de rutenio y granulado circular de la placa principal, todo tallado y montado a mano por los artesanos de Laurent Ferrier.
Es la primera vez que la firma suiza se atreve con una silueta rectangular. La caja de 30 x 44 mm tiene un cristal zafiro abombado con efecto ahumado que le da un toque singular.
Para el Salón de Ginebra se presentaron dos modelos, el primero con una esfera blanca esmaltada Grand Feue con numerales romanos de esmalte gris, sin subesfera para una legibilidad sin contratiempos.
La segunda versión luce una esfera gris granulada con número XII en realce a las 12 horas en punto. A diferencia del primero, este sí cuenta con una subesfera que da una sensación texturizada.
Ambas versiones están equipadas con manecillas de horas, minutos y segundos “Assegai-Shaped” de oro blanco.
El Bridge One late con calibre manual in house LF107.01, el cual ofrece una reserva de marcha de 80 horas. Además cuenta con correa de cuero Honey Timberland o de cocodrilo Honey con forro de Alcántara, que es asegurado con una hebilla o un doble cierre desplegable.