El equipo TAG Heuer de Hilaire y Laura Damiron terminó en segundo puesto tras superar un accidente. La edición 31ª de la Panamericana comenzó en Oaxaca y recorrió casi 4,000 km hasta Durango. Entre las más de 70 tripulaciones, un maravilloso Studebaker de 1954, “El Commander” #115. El símil perfecto del deporte motor, el preciso conteo de un cronógrafo y también la metáfora inequívoca de una historia de amor. Hilaire Damiron pilota el auto y su esposa Laura Damiron es copiloto. “Empezamos en 2015. Es la cuarta edición juntos. La competencia es alta, tenemos campeones mexicanos de rallies bien preparados, con experiencia, son muy buenos pilotos”, asegura Hilaire. Ocho días a toda velocidad con siete etapas más la clasificatoria previa, donde la pareja francobrasileira, afincada en Ciudad de México, comenzaba en el primer lugar. En 2016, “El Commander” se hizo con la victoria final de la Panamericana. “Hemos dedicado mucho tiempo, esfuerzo e inversión para estar preparados y creemos que podemos pelear por la victoria de nuevo”.
“Una marca que nos gusta por el espíritu deportivo, la cultura, por sus relojes y su amor al motorsport”, comenta Damiron sobre TAG Heuer. La firma suiza se alió con ellos justamente el primer año que el matrimonio se convertía también en pareja al volante. “Es un trabajo de respeto, muy arduo, donde cada uno tiene una gran sentido de la responsabilidad y, al final, está la confianza de uno en el otro para asegurarnos de que no habrá ningún error”. Hilaire cuenta que conoció a Laura cuando participaba como piloto profesional en Superbikes en Brasil. Tras sufrir una caída en la competencia, su estancia en el hospital durante un mes fue más agradable con la visita de Laura día tras día.
La velocidad es una invención moderna. Y contar las revoluciones con precisión sólo está al alcance de los cronógrafos. El célebre TAG Heuer Carrera debe su nombre a la Panamericana. Jack Heuer bautizó a su mejor reloj tras un encuentro con el piloto mexicano Pedro Rodríguez en las “12 Horas de Sebring”. Así nacería en 1963 uno de los cronógrafos más icónicos de nuestro tiempo. El cortejo de la muerte con la alta velocidad es una de los más hermosas razones que ha alimentado el deporte motor desde sus inicios hasta el delirio. Y la Panamericana es la carrera de coches más fascinante de América. Por ello, TAG Heuer sigue fiel a sus orígenes.
El día cuatro fue algo movido en Morelia. Lluvia, niebla y pisos mojados. Hilaire y Laura Damiron, a unos metros del poblado de Los Cantiles, en el hermoso paraje de Mil Cumbres, perdieron el control de “El Commander”. Salieron ilesos del accidente, pero el auto tuvo que ser retirado por la grúa. En plena acción el lema de TAG Heuer “Don´t crack under pressure”. Trabajo mecánico a destajo para que el equipo #115 regresara al asfalto. Tras perder una etapa, Hilaire y Laura volvieron el día 6 en Zacatecas a rodar con su Studebaker. El milagro estuvo cerca. Tras la carrera final en Durango, Emilio Velázquez y Christian Coronel se coronaron campeones. Hilaire y Laura mantuvieron el segundo lugar que lograron el año anterior. Después de tiempo y velocidad, la tercera magnitud es el espacio. La fértil y dura tierra azteca puso a prueba la ecuación. “Precaución. Curvas. Mantenga su carril”. Una simple señal de tráfico encierra más verdades que cualquier sesuda enciclopedia. “El amor todo lo puede”, tal vez tenga razón ese vieja sentencia de aires bíblicos.