Vuelta por fin a la normalidad, o al menos a algo que se parece mucho a lo que teníamos antes de la pandemia. Ayer lunes abrió sus puertas Geneva Watch Days (GWD), el primer evento presencial de relojería que se celebra este año en Europa. Geneva Watch Days se diferencia de las citas relojeras tradicionales por su carácter descentralizado. Todas las firmas acuerdan una fecha y espacio para facilitar la tarea a periodistas y profesionales. Más allá de este consenso, cada una ha seguido su propia estrategia y estilo.
Entre las firmas más madrugadoras ha estado Ulysse Nardin. La manufactura de Le Locle prosigue su programa de celebraciones del 175 aniversario de su fundación. “Lo hemos repartido a lo largo del año”, comenta Jean Christophe Sabatier, máximo responsable de producto de Ulysse Nardin. “En el primer semestre hemos querido transmitir el lado más innovador de la manufactura”. Esto se ha expresado en productos como el Diver X Skeleton o el increíble reloj de mesa UFO, también elegido por Ulysse Nardin como base para su pieza única donada a la subasta Only Watch. “Este segundo semestre es algo completamente diferente”, prosigue Sabatier. “Ahora queremos centrarnos en nuestros orígenes. Volver a las raíces de Ulysse Nardin. Este camino pasa inevitablemente por la tradición cronométrica”.
El mayor legado
En un mercado tan exigente como el relojero, solo sobrevives si tienes algo que te diferencie del resto. Puede sonar presumido, pero ser especial es el único modo de destacar entre la multitud de marcas que pueblan el panorama. Ulysse Nardin conoce bien sus puntos fuertes. Uno de ellos es su legado de cronometría marina: no hay ninguna otra firma que pueda presumir de semejante bagaje técnico.
Cuando nace Ulysse Nardin en 1846, los barcos es el único medio que permite el transporte de personas y comercio de mercancías entre continentes. Un enorme negocio que depende de la habilidad de los marineros para dejar su carga en el sitio y plazos estipulados. Algo solo posible si contaban con un buen cronómetro marino. “Era una pieza esencial en los barcos”, aclara Massimo Bonfigli. “En aquella época era muy normal que un buen cronómetro marino costara un tercio del precio total de un barco”. La tecnología punta nunca ha sido barata. Ni ahora, ni hace 175 años.
“Hay un modo muy sencillo de comprobar quién era una firma importante en el campo de los cronómetros marinos. Simplemente hay que ver quién llevaba más relojes a los observatorios astronómicos para que testaran la precisión de sus maquinarias y fueran después entregados a los clientes. Los numerosos premios conseguidos por Ulysse Nardin nos demuestra que estábamos en aquellos momentos en la cima”, prosigue Bonfigli. “Todo este extraordinario legado es el que queremos mostrar ahora en la nueva colección”.
Un torpedo hecho a mano
Marine es la colección que mejor ha sabido trasladar a la actualidad la herencia cronométrica de Ulysse Nardin. Ella acoge esta serie cápsula de modelos lanzados con motivo del 175 aniversario de la manufactura. En total son siete referencias, todas ellos realizadas en edición limitada e identificadas por lucir en sus carátulas la leyenda Chronometry since 1846.
El modelo de partida elegido es el Torpilleur (torpedo en francés). El reloj fue lanzado por primera vez en 2017 y comparte con otras referencias de la familia Marine ese aire clásico tan característico de Ulysse Nardin, con el canto acanalado y un finísimo bisel que cede todo el protagonismo a la carátula. Este diseño lleva siempre a los Torpilleur a parecer más grandes de lo que realmente son.
La primera de las siete referencias presentadas ha sido el Marine Torpilleur Esmalte Azul. Es la pieza más básica de la colección, aunque no la más barata. En su realización han contado con la ayuda de Donzé Cadrans, la gran casa artesanal de carátulas de esmalte de Le Locle, adquirida por Ulysse Nardin en 2011. El equipo de Donzé Cadrans ha diseñado para el Marine Torpilleur un tono de azul específico para esta edición del 175 aniversario. Cuesta saber si el tono, como dicen en Ulysse Nardin, es realmente exclusivo. Lo que sí podemos afirmar es que es bastante atractivo y queda igual de bien si el cliente opta por una correa en similar tono azul o en marrón. De este reloj se lanzará una edición de 175 piezas, todas ellas a un precio de 11,500 dólares.
Más económica es la versión Marine Torpilleur Panda. Es la primera vez que esta colección incluye una carátula en esta disposición. Aquí la tradición deja paso al deseo de conquistar al público más joven. No en vano, es la referencia que tiene un aire más moderno de toda la colección cápsula. Del reloj se harán un total de 300 piezas, ya sea con correa azul o marrón. El precio elegido es de 8,200 dólares.
Complicaciones funcionales
En la categoría de complicados entramos con el Torpilleur Moonphase, un reloj también sencillo donde la novedad reside en la incorporación del indicador de fases lunares dentro del segundero, aunque por el camino haya perdido la ventana de fecha. El Torpilleur Moonphase comparte diámetro con la versión sencilla (42 milímetros). Su movimiento es el UN-119, una derivación del UN-118 empleado en las versiones de tres agujas. “Para mí, uno de los calibres mejor construidos que podemos encontrar hoy en el día en el mercado”, señala Patrick Pruniaux, consejero delegado de Ulysse Nardin. Disponible tanto con carátula blanca como azul. La edición es de 300 piezas para cada una de las versiones. Su precio, 9,900 euros.
Más interesante en el plano técnico es el Marine Torpilleur Cronógrafo Anual, lanzado por Ulysse Nardin hace cinco años. No es muy habitual encontrar un mecanismo que combine estas dos complicaciones hoy en día en el mercado. Ulysse Nardin lo consigue con el calibre UN-153, variación del conocido UN-150. Este movimiento parte del dispositivo de calendario anual que Ludwig Oechslin creó para Ulysse Nardin en 1996 y que lanzó aquel año coincidiendo con la salida al mercado del Calendario Anual de Patek Philippe. Es un mecanismo que destaca sobre todo por su naturalidad en el uso y la posibilidad de corrección en ambos sentidos. Puede sonar sencillo, pero la corrección en sentido contrario es algo muy raro de encontrar en relojería. Y es una pena, porque su presencia agiliza mucho el proceso de cambio de fecha.
La disposición en el Marine Torpilleur Cronógrafo Anual es muy sencilla. Los diseñadores de la casa aciertan al prescindir del contador de horas del cronógrafo. Eliminan elementos y dejan una esfera más limpia. También contribuye en esta búsqueda de la claridad el buen diámetro que tiene el reloj, nada menos que 44 milímetros. Como el resto de las referencias, el Marine Torpilleur Cronógrafo Anual está disponible en acero y dos acabados de carátula (blanca o azul) y dos de pulsera (Azul y marrón). Serán 600 piezas para repartir entre los dos acabados de carátula. El precio asciende a 12,100 euros.
Queda una última referencia Marine Torpilleur para completar esta edición conmemorativa del 175 aniversario. Sin duda es el reloj más especial. Hablamos del Marine Torpilleur Tourbillon Esmalte Grand Feu Negro. Una enorme pieza tecnológica que merece un artículo para ella sola. Ya les contaremos.