Cartier evoluciona su icono Santos

La historia de Cartier está ligada al logro de grandes proezas y a personajes históricos destacables. Es el caso del encuentro ente Louis Cartier y el piloto Alberto Santos-Dumont a principios del siglo XX. El segundo hizo una petición inusual al joyero francés. Necesitaba un reloj que se pudiera colocar en la muñeca para poder consultar la hora sin quitar las manos de los mandos del avión. Así nació en 1904 la leyenda del reloj Santos, exponente de progreso técnico y con un ADN tan icónico que el modelo ha seguido evolucionando década a década. En todos estos años, los especialistas de Cartier han buscado perfeccionar el emblemático guardatiempo, adaptándolo a los tiempos modernos pero siempre manteniendo intactos los códigos estéticos del reloj.

De esta manera, la forma cuadrada evoca la arquitectura parisina de la época y su tendencia a la pureza y la simetría, como una metáfora de las cuatro aristas vivas de la Torre Eiffel. Una forma transgresora que rompió en su época con la redondez típica de los guardatiempos de bolsillo. También destacan los ocho tornillos del bisel, reflejo en de una arquitectura urbana en pleno auge que introduce la mecánica y el acero las estructuras monumentales. Con ellos, Cartier se atreve a mostrar lo que hasta entonces permanecía oculto.

La novedad estaba también en el diseño del bisel, que favorece la sinergia entre las líneas de la caja y las del brazalete. Éste último es un aspecto determinante de la historia del reloj Santos de Cartier. Originalmente se trataba de una correa de piel, material novedoso en relojería. Ahora el brazalete del nuevo reloj Santos de Cartier ha evolucionado. Los nuevos modelos se declinan en acero, oro, piel de becerro o de aligátor y todas las versiones se intercambian gracias al sistema QuickSwitch, patentado por Cartier, cuyo mecanismo invisible se sitúa bajo el brazalete y se acciona ejerciendo una simple presión.

Una tecnología de vanguardia a la que se le suma la modificación de la talla y de los eslabones del brazalete de metal. El sistema SmartLink, objeto de un registro de patente, permite el ajuste del largo del brazalete por sí mismo y sin necesidad de herramienta. Cada eslabón SmartLink está equipado con un pulsador que permite sacar la barrita de fijación y retirar o añadir uno de los eslabones de metal bruñido decorado con tornillos del reloj Santos de Cartier.

También el calibre automático 1847 MC va aún más lejos en su búsqueda de rendimiento y comodidad. El uso de componentes antimagnéticos de níquel-fósforo para el mecanismo de escape y del movimiento, así como un escudo realizado con una aleación antimagnética integrado en la caja, permiten al calibre 1847 MC resistir efectivamente a los poderosos campos magnéticos a los que puede verse sometido un reloj en la vida diaria. También es sumergible 100 metros.

Entre todos los modelos destaca una versión esqueletada que late con el movimiento manual de manufactura 9619 MC. Estos relojes de tamaño grande están disponibles en oro rosa y acero, con brazalete de ambos metales o con piel de aligátor. Todos tienen función de horas y minutos. El resto de las declinaciones vienen en tamaño mediano y grande y tienen funciones de horas, minutos y segundos centrales.

Con esta nueva colección, Cartier recuerda a este personaje histórico Santos-Dumont, que diseñó 22 máquinas voladoras: del dirigible al helicóptero, del monoplano al biplano. En 1901 fue además el primero en sobrevolar París en torno a la Torre Eiffel, antes de sufrir numerosos accidentes, incluyendo uno que le lanzó contra un edificio de Trocadero. Cinco años después, despegó con su avión biplano 14 Bis en el parque de Bagatelle, estableciendo los tres primeros récords oficiales del mundo en el vuelo con una máquina “más pesada que el aire”.

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