La década de los noventa se caracterizó por ser nido de diversas manifestaciones culturales y artísticas. Dentro del universo de la alta relojería, se dio el nacimiento de Nomos Glashütte, casa que con un pie anclado en la tradición, ofrece relojes sobrios y minimalistas, los cuales conquistan el corazón de los aficionados a lo clásico.