Gérald Genta ideó el Royal Oak en una sola noche de genialidad fruto de una confusión. Georges Golay, director de Audemars Piguet en los años 70, le había pedido por teléfono un reloj deportivo extraordinario que también fuera sumergible y él entendió que fuera un reloj de sumergibilidad extraordinaria. Su imaginación voló a los recuerdos de juventud, a los cascos atornillados de las escafandras. Así nació la genética del sport-elegant más reverenciado, una estética que él mismo declinó después para Patek Philippe, IWC y Seiko en otros modelos. Octavio García, responsable del diseño del Royal Oak del 40 aniversario, está presente en la entrevista. Se muestra satisfecho después de escuchar los comentarios del genio del diseño. Su proyecto concuerda con el purismo de los orígenes y las ideas del inventor. Esa tarde del 17 de mayo monsieur Genta lleva en la muñeca el prototipo original del Nautilus de Patek Philippe.
¿Cuál es su obra maestra?
La Grande Sonnerie. Nos llevó cinco años hacer el prototipo. Para mí representa un ejercicio de estilo extraordinario. La forma es un octágono de ocho pisos, como un edificio piramidal. Para que se vea menos grueso. Tiene quantième perpetuel, un segundo huso horario, cuatro martillos con sonido catedral Westminster… Es una pieza absolutamente fabulosa. Vendí 23 unidades de este modelo a un millón de francos suizos cada uno. ¡Nada mal, verdad! Cuando se presentó en Basilea la feria en su totalidad estaba en ebullición.
Recuerdo frente a mi stand al Sr. Henri Stern y su hijo Philippe (propietarios de Patek Philippe). Les mostré el reloj. Philippe Stern me dijo: “Teníamos este proyecto pero tuvimos que renunciar; es demasiado difícil. Lo ha hecho usted perfecto, así que ahora voy a ocuparme de otra cosa”. Henri Stern comentó: “Tengo que felicitarle, es un trabajo excepcional”. Esas palabras del gran jefe fueron un cumplido que aprecié al máximo.
¿Cuál ha sido su mejor diseño?
Es un hecho que el reloj más extraordinario que he creado es el Royal Oak. Fue toda una conmoción en el mundo de la relojería porque todas las marcas habían soñado con tener un reloj semejante. Lo diseñé en una noche. Me lo pidieron por teléfono. Dijeron: “Genta, es necesario que tengamos un reloj deportivo de acero, que sea algo que no exista y totalmente sumergible”. Yo entendí que tenía que ser un reloj de una estanqueidad inexistente.
Querían el diseño para el día siguiente. Recordé que cuando era joven me había impresionado el casco de una escafandra, con las tuercas y su junta de sellado. Se necesitaba mucho valor y audacia para poner en un reloj de acero extraplano un movimiento tan caro. Lo diseñé con su brazalete incorporado. Todo podía ser patentado porque todo era diferente. El desarrollo y ajuste de la carátula fue una aventura extraordinaria. Para crear el color y la terminación tan técnica eran necesarias 18 operaciones. Costaba una fortuna, igual que el brazalete con esa caída tan agradable sin dos eslabones de igual dimensión, hechos uno a uno. Nada era lo suficientemente caro para justificar la marca.
¿Cómo recibió el mercado un reloj de acero que costaba lo mismo que un reloj de oro?
Fue muy mal recibido. El mercado italiano hizo un primer pedido de 400 ejemplares y el mercado suizo solicitó otro pedido de 400. Habíamos decidido con Georges Golay hacer sólo mil relojes en serie limitada para que una vez terminados desaparecieran las herramientas y no se creara ni uno más. Los relojes permanecieron en los cajones del distribuidor durante tres años antes de venderse el primero. El prototipo de oro blanco se le envió al Sha de Irán y se baño con él. Le debieron entrar peces en la caja porque no era hermético. Un día sucedió el milagro. El señor (Gianni) Agnelli se puso el reloj en Italia y se empezaron a vender como pan caliente.
¿De quién fue la idea de que se hiciera en acero?
Del grupo suizo que era el agente de Audemars Piguet en Suiza e Italia. Ellos habían imaginado que se podía encontrar una solución para fabricar algo de acero de gran prestigio. No fui yo quien tuvo la idea de inventar un reloj de acero de 3,750 francos, que era una suma considerable, un descaro. Entonces un Rolex Oyster de acero costaba 850 francos. Pero sobre la Tierra hay gente que no quiere llevar el mismo reloj que su chofer, ¿y qué hace a un modelo bello y original? El precio.
¿Y por qué un bisel geométrico?
El Royal Oak fue también el primer reloj con un cristal octagonal. El octágono que yo dibujé no tenía líneas rectas, sino arcos. Para mí es la cuadratura del círculo y lo descubrí por casualidad. Después, en Singapur supe que el 8 era el número de la suerte de los asiáticos y eso me explicó el éxito. El octágono es algo mágico. En arquitectura se pueden ver capillas, iglesias, catedrales con la torre de ocho lados.
Con el Royal Oak inventó un nuevo género sport-elegant. ¿Le hubiera gustado trascender con esto en su propia marca?
No tenía los medios y no lo lamento. La felicidad es haberlo realizado, haber vivido toda esta aventura. Lo que se hace hoy es discusión aparte, porque se crean (Royal Oak) Offshores bellísimos y otros monstruosos amarillos, naranjas, azules, verdes… ¡Y por qué no color caca de una buena vez! El secreto de un estilista es el respeto a la geometría de alto nivel. Cuando ves un Breguet tiene una clase excepcional.
El Reina de Nápoles es una maravilla de pureza en el que se respetan todos los cánones. Cuando los hermanos Chaumet adquirieron Breguet me hubiera gustado comprarla a mí, porque todavía no había creado Gérald Genta, pero costaba 800,000 francos suizos y no tenía esa cantidad. Los Chaumet compraron sólo archivos y mucho polvo pero son joyeros, no relojeros, y no sabían qué hacer con todo eso. Vinieron a pedirme que me ocupara de la capacitación de los responsables de la firma. Les di las instrucciones a seguir para que se respetasen completamente las normas de la música Breguet.
Para el 20 aniversario del Royal Oak se lanzó el Offshore. En los 30 años, el Royal Oak Concept. ¿Le agradan estas evoluciones?
Me invitaron al vigésimo aniversario. Al 30 no. Al evento de los 20 años fui con mi esposa. También estaban los clientes de los inicios del mercado suizo e italiano. Y el que hizo la carátula y el técnico que construyó la caja con mis instrucciones. Fue un grupo muy confidencial. Recuerdo que en esa época hablamos de que se llevaban producidos 60,000 relojes, una cantidad considerable para un reloj que se había programado de inicio en una serie limitada de mil ejemplares. Siento mucho no haber participado en estas evoluciones porque quizás las hubiera hecho algo diferentes.
Hice un diseño para el 40 aniversario. Quise presentarlo pero nunca se abrió el diálogo. El director de Audemars Piguet hoy es un financiero que no mira tanto por el producto en sí. Rediseñé el reloj con una pureza y una simplicidad absolutamente genial, bíblica, para hacerlo en titanio o platino. Es una lástima, ya no se puede hacer nada. No quisieron escuchar. Su sueño (se refiere a Octavio García) es que trabajemos juntos pero no se puede, él no es el jefe.
¿Nos puede mostrar el diseño que hizo para los 40 años?
No, no lo creo.
Sabe, Octavio tiene el privilegio de diseñar ese reloj. ¿Tiene algún consejo que darle?
Si yo quisiera que me fabricaran un Royal Oak hoy le pediría con un movimiento (calibre) 2003 con el grosor de un papel de cigarrillo para recuperar lo extraplano de la versión inicial, pero no de acero, sino de titanio o de platino. Habría que darle cuerda diario pero eso no tiene importancia. Octavio es una persona muy divertida y simpática. Recuerdo que cuando lo vi la segunda vez me dijo: dígame cómo se hace para ser un fabricante de relojeros. Me dio mucha ternura, porque cuando se quiere ser relojero no lo piensas, ¡lo haces y ya! (Se dirige a Octavio) ¿Que están haciendo exactamente (para el aniversario)?
OG: Varias piezas pero la original se aproxima mucho a todo lo que usted describe. Estamos también trabajando una nueva versión con un tamaño diferente, pero buscamos ese equilibrio mágico con un espesor mayor añadiendo algo más complejo, un magnífico tourbillon extraplano, automático, con un rotor central de acero. El espesor es el hilo conductor de la nueva colección Royal Oak.
¿Cree que la evolución de la tecnología en los nuevos materiales ha aportando cosas interesantes?
Si se puede hay que tratar de trabajar con nuevos metales, nuevos materiales, pero hay que tener cuidado porque hay cosas, y aquí me voy a permitir criticar un Royal Oak que fue realizado no sé con qué material (se refiere a los modelos de carbón forjado), que son atrozmente monstruosas. Parece algo que salió de la lava de un volcán.
¿Nos puede mostrar el diseño original del primer Royal Oak?
Este es el dibujo original (a la derecha, en la foto), el que hice en una noche. Ya no tengo la vista para dibujar así. Si se fijan los índices y las manecillas son muy finos pero llevan el material luminiscente. La caída del brazalete con las conexiones intermedias entre eslabones es muy confortable, la corona y los tornillos son hexagonales para que no se volteen al atornillarlos. Todo esto fue pensado en una sola noche. Una noche de genialidad.
¿Conserva el prototipo del Oak?
Me hubiera gustado que me dieran el número uno pero se hicieron dos prototipos de oro blanco y uno fue para el Sha de Irán, como le dije.
OG. He escuchado que los primeros prototipos de ensayo eran de acero y se oxidaban.
GG: Sí, efectivamente por eso se hicieron de oro blanco.
¿Y qué opinión le merecen sus otras creaciones, como el Nautilus de Patek?
Es gracioso. El diseño del Nautilus permaneció un año en los cajones de Piaget. El director de la firma en ese entonces me dijo: “¡Tienes que hacernos un Royal Oak!” Tracé un diseño y se lo entregué. Al cabo de un año Piaget me mandó una carta muy bella, diciéndome: “Gracias, el diseño es formidable pero nunca vamos a hacer un reloj de acero”. Yo pensé, por qué si les gusta no lo hacen de oro. A mí me daba igual.
Me regresó el dibujo y después lo hice para Patek Philippe. (Nos muestra el primer diseño que no lleva logo). El Sr. Hattori, propietario de Seiko, me pidió también que hiciera un reloj Royal Oak Seiko del mismo precio (nos muestra el boceto). Se hicieron mil ejemplares en mis talleres y me pagaron mil regalías sobre este modelo. Es hexagonal con tuercas de llave de tobera y también con la caída del brazalete como el de un Royal Oak pero con algunas diferencias.
¿Nunca trabajó con una computadora para diseñar?
Me desespera no saber trabajar con una computadora. Él sí sabe (señala al director creativo de AP), pero yo no.
¿Algún miembro de su familia ha seguido sus pasos?
No, nadie. Mi hijo se gradúa en Administración la semana entrante en Harvard. Es un pequeño genio. No podré estar con él porque mi salud no me permite viajar, pero mi esposa estarán allí. Mi hija acaba de llegar de China, está aprendiendo chino. Se dedica al sector comercial.
Tengo mucha suerte con mis hijos. (Escucha el sonido de su Grande Sonnerie). Me gustaba oír su música en el coche cuando conducía. ¡Una maravilla!
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Fotos: Saraí Suárez