Hay fenómenos de los cuales es imposible escapar. Sobrepasan las páginas de los medios de comunicación para incrustarse en el corazón de la sociedad. El caso más reciente lo protagoniza la Inteligencia Artificial (IA). Como si fuera una plaga, toda estrategia empresarial de en los últimos meses pasa de manera inexorable por ver cómo la economía asume el considerado mayor reto tecnológico de los últimos años. Y no hablamos solo de los círculos empresariales: la IA también se ha convertido en un tema de debate social y político. Así lo demuestra que un organismo como la Unión Europea se haya atrevido a promulgar una Ley de Inteligencia Artificial con el objetivo de legislar y controlar cómo esta tecnología puede afectar en un futuro a los ciudadanos.
Trasladado el asunto a nuestro ámbito, nuestra principal duda es cómo afectará la irrupción de esta tecnología en relojería. No es la única cuestión que nos surge. Por delante hay preguntas más urgentes como por qué ahora de repente todo el mundo se ha animado hablar de la Inteligencia Artificial, si será algo que nos afecte realmente o acabará siendo una moda pasajera como el Metaverso o los NFTs. También, por qué no, una pregunta mucho más obvia: qué es la Inteligencia Artificial.
¿Qué entendemos por Inteligencia Artificial?
Comenzamos por este último punto y pensemos cómo funcionan los computadores con los que trabajamos a diario. Estas máquinas están concebidas para realizar operaciones en un plano concreto. A partir de la información que le hemos proporcionado, realiza unos cálculos y nos aporta una solución más o menos compleja dependiendo de su capacidad operativa. Es un proceso rapidísimo, pero no puede ir más allá de sus propias capacidades. El objetivo de la Inteligencia Artificial es que la máquina “aprenda” a trabajar por sí sola y tome sus propias decisiones. Es decir, que se ahonde un nivel más profundo del plano concreto conocido hasta alcanzar el nivel abstracto en el que se mueve el cerebro humano.
¿Cómo llegamos a ese nivel de entendimiento de la máquina? Las bases son las mismas que las de informática tradicional: responder a una orden a partir de los datos acumulados y operaciones (algoritmos) programados. La gran diferencia se encuentra en el volumen de estos datos y algoritmos sea lo suficientemente grande para que la máquina establezca su propio patrón de comportamiento, o sea, aprenda a actuar por su cuenta. Como decimos, es una definición muy básica, pero que nos ayuda a entender los matices que implica su introducción en nuestra vida cotidiana. Lo puede conseguir en la optimización de producción de una multinacional automovilística o en cómo la aspiradora es capaz de limpiar el suelo.
Ordenadores que hablan con humanos
Entender cómo la Inteligencia Artificial ha entrado en nuestras vidas es el primer tema que surge en nuestra conversación con Giovanni Prigigallo, cofundador de EveryWatch. Esta plataforma de información de mercado secundario es quien ha puesto la Inteligencia Artificial en la primera línea de la industria relojera. Prigigallo nos recuerda que la Inteligencia Artificial, a diferencia de los NFTs, no es una moda reciente impuesta de manera artificial. “Hay firmas tecnológicas que llevan años, incluso décadas, trabajando el concepto de inteligencia artificial. Si se ha puesto de moda ahora es por todos los rumores que ha generado el lanzamiento de ChatGPT”. Para los menos versados en la materia, ChatGPT es un programa creado por la empresa OpenAI que elabora una conversación de un nivel de complejidad que nos lleva a dudar de si estamos interactuando con una máquina.
La fascinación con que la sociedad ha acogido ChatGPT está en gran parte basada en la recurrente imagen de la ciencia-ficción de la interacción hombre-máquina. Es la punta del iceberg de una estrategia más importante como es la paulatina sustitución de las máquinas para hacer un trabajo hasta ahora realizado por los humanos. Y aquí entramos en el corazón del debate sobre la Inteligencia Artificial ya que su introducción tendrá una enorme influencia en la economía mundial. Para que nos hagamos una idea, según la consultora Allied Market Research, el mercado de la inteligencia artificial tendrá un impacto económico de 263,000 millones de dólares dentro de ocho años. Lógicamente, la industria relojera se verá también afectada por este alud tecnológico, si no lo está ya.
Todo está en la información
No ha tardado mucho la Inteligencia Artificial en aparecer en los discursos relojeros. El pasado mes de noviembre hacía su presentación dentro de Dubai Watch Week el proyecto EveryWatch. Caras conocidas sobre el escenario, como Chabi Nouri, anteriormente consejera delegada de Piaget, y Alexander Friedman, creador de Watchonista y uno de los grandes influencers del negocio relojero. EveryWatch se presentó como la plataforma definitiva para los aficionados que quieran comprar un reloj de segunda mano. La herramienta les ofrece la oportunidad de comparar precios en las casas de subastas y agentes comerciales que lo vendan. Quien se encarga de explicar el funcionamiento de EveryWatch es el antes mencionado Giovanni Prigigallo, cofundador y principal impulsor. A él le preguntamos si la apelación a la IA es relevante o un mero recurso de marketing.
“Para nada”, responde Prigigallo. “EveryWatch comprende medio millón de relojes y estamos sumando siempre referencias nuevas. Trabajamos con 250 casas de subastas y 150 operadores online. La base de datos que hemos creado es nuestro gran valor y es de uso privado. Hicimos una gran inversión en big data”. Sin embargo, para Prigigallo, la labor de la AI viene en la siguiente fase, cuando la “máquina” procesa esa información y añade una nueva referencia. De manera automática, la AI coteja la pieza y la añade a la base de datos con los parámetros que están introducidos. Puede ser el diámetro, color de la carátula o cualquier otra variable.
Si hay un reloj de unas características que concuerdan a otro de los modelos acumulados, el programa entiende que pertenece a la misma familia y lo clasifica. Lo hace aunque alguno de los parámetros sea incluso no concuerde con los datos hasta ahora conocidos del reloj. “El mercado se segunda mano es complicadísimo de catalogar”, confiesa el cofundador de EveryWatch. “Las referencias antiguas son incompletas. Por ejemplo, no hay manera de saber su un Daytona 6263 es de acero o de oro solo por la referencia. Tampoco sabes el color de la carátula”. Hasta hace poco ese trabajo de discriminación tenía que realizarlo un equipo humano. La IA aprende de su propia base de datos y “entiende” que el reloj que acaba de incorporar es el Daytona, aunque no tenga conocimiento previo de él.
Optimización de recursos
El modo de trabajar de EveryWatch es solo uno de los usos potenciales que la IA ofrece al negocio relojero. Codatic es una de las pequeñas emergentes suizas que ya trabajan con IA. Su producto estrella es WATCH512, un generador de relojes virtuales del cual hablamos en extensión en el siguiente artículo. Para Codatic, se presenta como una magnífica herramienta de trabajo “para perfeccionar ciertos procesos de trabajo para aquellas empresas que estén listas para dar este paso”. La lista que nos propone es muy interesante. “Por ejemplo, la IA podría usarse en los procesos de fabricación para predecir cuándo se saturarán las líneas de producción. También cuándo es probable que una máquina se averíe o para optimizar el tiempo de los trabajadores o descubrir defectos de fabricación”.
La lista de usos se amplía al área de negocios (“predecir retraso de los proveedores, clasificando la calidad del producto o minimizando los costos de producción”) y el marketing (“refinar la demografía de los clientes, detectar saturación en el mercado y encontrando nuevas oportunidades de negocio”). En resumen, según los responsables de Codatic, “con la cantidad y calidad de datos necesarias, los modelos de IA pueden predecir y clasificar cualquier aspecto del negocio”.
¿Hacia un nuevo modo de comercio relojero?
Volvemos a la actividad de venta de relojes. Un profesional del sector nos da la idea de un proyecto similar a EveryWatch, pero con modelos nuevos. “Aquí el precio no es un factor influyente, pero sí que podría ser útil para saber, por ejemplo, en que punto de venta autorizado de tu país puedes encontrar una versión concreta del Speedmaster Moonwatch o incluso un Submariner de acero. Sería muy útil, aunque para hacer algo los puntos de venta autorizados deberían dar permiso para acceder a sus bases de datos y eso es algo que nunca va a ocurrir”. Es cierto, aunque esta posibilidad de conocimiento real del stock de piezas en el mercado puede ser un paso definitivo para el cambio del canal de venta y la desaparición de los intermediarios ya que el fabricante tendría la información exacta de qué relojes son los más demandados por sus clientes.
Este último punto también implica otra ventaja fundamental que la IA ofrece a los fabricantes. Conocida la demanda del mercado, la IA puede calcular con exactitud cuántas piezas, componentes, carátulas, o cualquier otro parámetro que crea conveniente añadir, va a necesitar para satisfacer la demanda de la temporada. La producción puede ajustarse con precisión, lo que supondría un gran ahorro de costes y la capacidad de satisfacer la esa demanda de un modo más rápido.
No hablamos de futuro próximo, sino de presente real. Por ejemplo, LVMH es una de las compañías que más dinero lleva invertido en la aplicación de IA en la producción y comercio de sus marcas. También las del segmento relojero. Ricardo Guadalupe ya conoce los primeros pasos de su aplicación en la distribución de piezas y sus comentarios no pueden ser más optimistas. “Son herramientas que se van introduciendo poco a poco en nuestro trabajo, pero los resultados son muy buenos. Son herramientas cada vez más afinadas. Un programa de IA nos ha ayudado para definir los 35 modelos que deben estar en los puntos de venta para conseguir las mejores ventas. Por ahora estamos usándolo solo en nuestra red de boutiques, pero está claro que será una gran ayuda en el futuro”, afirma el consejero delegado de Hublot.
Un asistente útil y económico
Sin embargo, ha sido el apartado de creación el que más interés ha despertado en la sociedad y el mundo empresarial. La capacidad de aprender de la IA tiene su lado más llamativo en la creación de contenidos. De igual modo que un asistente virtual ayuda en la gestión de los stocks de producción de una fábrica, otro es capaz de crear textos, imágenes o vídeos siguiendo el mismo proceso de uso de base de datos más aplicación de algoritmos. En las últimas semanas ha saltado a la primera página de todos los medios la aplicación Sora de OpenAI. Son los mismos creadores de ChatGPT, para la creación de vídeos a partir de unas instrucciones textuales.
El vídeo es el último paso de la recreación artificial de la realidad, aunque aún se encuentra menos desarrollado (es menos “real”) que los resultados obtenidos en texto e imágenes. Sin embargo, el potencial es tremendo y todos los expertos aventuran que sus resultados serán igual de impactantes que los obtenidos en otros campos.
Hasta que llegue ese momento, la generación artificial de textos e imágenes ya se ha incorporado a la rutina empresarial de muchas compañías. Según el último informe de Deloitte, un 52% de las firmas relojeras tienen previsto usar Inteligencia Artificial para la generación de publicaciones e informes en 2024. No será el único campo de trabajo donde lo apliquen. El 25% de los encuestados han declarado que también la aplicarán en sus acciones de marketing. Un 20% en el proceso creativo y un 9% en la elaboración de vídeos y material 3D. Estos últimos dos apartados son los que más inquietud despiertan al ser un área reservada a la creatividad humana. ¿Es posible que el diseño de los relojes del futuro quede en manos de una inteligencia artificial? Algunas firmas ya se han aventurado.
La interacción humano-máquina
G-Shock ha preparado un reloj muy especial con motivo de su 40º aniversario. Se llama G-D001 y es un concept limitado a una única pieza para todo el mundo. El diseño del G-D001 ha combinado el trabajo de diseñadores con la ayuda de un asistente virtual centrado en mejorar las características técnicas del reloj. El resultado es bastante sorprendente, con un diseño muy orgánico que busca equilibrar la ligereza del reloj. Aunque esté fabricado en oro macizo, el reloj dispone de la protección del mecanismo que siempre ha caracterizado a las referencias de G-Shock.
Más que el resultado final (su estética es bastante discutible), el equipo valora el potencial de soluciones técnicas diferentes que la AI aporta al diseño. En definitiva, la IA puede funcionar ahora no como el creador principal, aunque sí como un asistente. Puede aportar alternativas que pueden ser interesantes para el proyecto… y a un precio inferior que un equipo humano.
Esto último nos lo confirma el propio Ricardo Guadalupe. “Recientemente hemos trabajado con un equipo de IA para imaginar cómo sería el Hublot del futuro”, comentó durante la LVMH Watch Week. “El resultado fue asombroso. Juntamos varias complicaciones como ecuación del tiempo, repetición de minutos, tourbillon en un Big Bang. Salió algo ahora mismo que no es realizable, pero era un resultado muy curioso. Nos han propuesto como diez o doce modelos diferentes. Lo más normal es que este tipo de trabajos no acabe en uno de los modelos propuestos, pero sí que nos ayuda imaginar diferentes vías de trabajo. Y te lo puedes permitir porque es un trabajo relativamente económico. Si le pides a un estudio de diseño lo mismo, te puede cobrar fácilmente 100.000 euros mínimo”.
Visión analítica
Como comentábamos al principio, la introducción de la Inteligencia Artificial se presenta tan potente en los próximos meses que genera cierto vértigo. Esta circunstancia, unida a los intereses comerciales, ha despertado reticencias y un cierto escepticismo ante su futura aplicación. Una apuesta por una visión más fría y analítica nos viene de los mismos actores que ya la emplean, como nos confirma el equipo de Codatic. “Es incuestionable que gran parte de esta polémica proviene de los gigantes tecnológicos como OpenAI, Google y Meta que quieren publicitar su producto como ‘una nueva inteligencia’, independientemente de la controversia o miedo que estas ideas generen en la sociedad. Nosotros mismos nos hemos beneficiado de esta moda al ampliar el interés por la IA desde los núcleos más especializados al corazón de la industria relojera”.
Sin embargo, “es muy probable que tengamos que esperar a que la IA esté menos de moda para poder analizar más estar interacciones desde el mundo exterior”. Julien Tornare, nuevo consejero delegado de TAG Heuer, también ve con calma esta introducción de la Inteligencia Artificial en el mundo de la relojería. “Ahora mismo estamos en un momento de aprendizaje”, comenta a un grupo de periodistas durante la reciente LVMH Watch Week. “Creo que debemos tener calma y ver cómo evoluciona. La relojería es una industria basada en los largos plazos de tiempo y no hace falta ser siempre los primeros en subirse al carro de la última tecnología de moda. También es verdad que nosotros tenemos un producto como el Connected que dispone de un gran potencial de desarrollo en este campo. Veremos qué ocurre en los próximos meses”.
Una nueva era digital
Esta visión contrapuesta es quizás el aspecto que más nos llama la atención de la relojería mecánica y la Inteligencia Artificial. Todos los entrevistados lo tienen muy en cuenta en sus declaraciones y creen que sería un grave error intentar modificar la filosofía de la relojería en aras de una mejor adecuación a la nueva tecnología. En realidad, deberíamos ser al revés y ver cómo la Inteligencia Artificial beneficia a la idiosincrasia relojera. Como nos recuerda Codatic, “la relojería es una industria basada en el valor del tiempo y donde nos puede ayudar la IA es precisamente a evitar esa atadura a las tendencias del momento”. Prigigallo se mueve en la misma dicotomía y nos recuerda que “el valor de la relojería reside en su faceta artesanal y las nuevas tecnologías deben tenerlo siempre en cuenta. Como asistentes son perfectas, aunque me cuesta verlas como agentes 100% creativos”.
Para nosotros tampoco es fácil resolver esta dicotomía y pensamos que lo más conveniente es asumirla y valorarla como parte integral del negocio. Una opinión que nos lleva a recordar una declaración de Georges Kern, consejero delegado de Breitling, en la última presencia de la marca en Baselworld: “todo el negocio de relojería sería digital en el futuro, con la excepción de los propios relojes”. Una paradoja que hoy cobra todo el sentido.