En la historia del cine hay escenas que dejan sin aliento. ¿Recuerdas la primera vez que escuchaste la Marcha Imperial acompañando a Darth Vader en La guerra de las galaxias o cuando Charlton Heston descubre la Estatua de la Libertad en El planeta de los simios? Algo similar pasa en los primeros minutos de Las horas más oscuras cuando aparecen un vaso de whisky y un puro, después se oye una voz con un marcado acento inglés y finalmente se revela la figura de Winston Churchill en toda su majestuosidad, con la cadena de su inseparable reloj de bolsillo asomando del chaleco.
La película, protagonizada de manera soberbia por Gary Oldman, el gran favorito para ganar el Oscar a Mejor Actor este año, permite conocer varias facetas del Primer Ministro, desde su famosa bravura, capacidad de oratoria y magistral apropiación de símbolos populares como la V de la victoria, hasta asuntos menos conocidos como su particular relación con el tiempo. No es casual que la palabra horas aparezca en el título de la cinta.
Lejos de la fama de sus paisanos, Churchill siempre se caracterizó por ser muy impuntual. Él mismo lo consideraba uno de sus peores defectos, pero eso no significaba que no conociera la importancia de la precisión, como demuestra su afición por los relojes.
El idilio de Churchill con los guardatiempos empezó con un Dent London que le regaló su padre Lord Randolph a los 19 años, cuando ingresó a la Real Academia Militar de Sandhurst. La pieza creada por los responsables del Big Ben tenía una caja de oro half-hunter (con una apertura en la tapa que permite ver las manecillas sin tener que abrirlo) y el escudo de armas de la familia en el reverso.
La leyenda cuenta que en su primer año como cadete, Churchill daba un paseo vespertino para disfrutar lo que quedaba del clima primaveral. Al pasar cerca de un arroyo, se agachó para recoger una vara y el reloj de bolsillo cayó al agua porque no tenía cadena.
Luego de buscarlo un rato sin éxito, contrató a 23 de sus compañeros por tres libras cada uno para que cavaran un boquete y desviar el agua hacia un pozo. Lo vació con ayuda de un camión de bomberos y al terminar la compleja operación, encontró su amado reloj, dañado pero aún funcionando.
Pero quizás el reloj más importante en la vida de Churchill fue el Breguet de bolsillo cuya réplica, hecha por la marca especialmente para la cinta, aparece en Las horas más oscuras. La Ref. 765 de oro amarillo combina una repetición de minutos (indicación sonora) y un cronógrafo rattrapante (mide dos lapsos de tiempo simultáneamente). Era tan querido por el político que lo apodó “The Turnip”, por su parecido a un nabo, y se convirtió en una especie de amuleto secreto. Hoy está en los Churchill War Rooms del Imperial War Museum de Londres.
Su bisnieto Randolph ha dicho que su bisabuelo llevaba el reloj a todos lados, aunque solía llegar tarde. “Existen historias maravillosas. Por ejemplo, cuando tenía visitas, hacía que su personal adelantara o atrasara los relojes de la casa según su conveniencia, para aparentar puntualidad. Eso sí, su Turnip no era manipulado por nadie más que él”.
Las otras tres piezas emblemáticas en la relación Churchill-tiempo son posteriores a la Segunda Guerra Mundial. La primera es un cronógrafo Lemania de 36 milímetros de oro amarillo que le fue obsequiado por el gobierno del Cantón de Vaud durante una visita a la capital, Lausana, como forma de agradecerle sus acciones durante el conflicto que cambiaron el mundo para siempre. El reloj, subastado en 2017 por Sotheby’s en 208 mil dólares, cobró un significado de armonía porque poco después su dueño dio uno de sus discursos más famosos en la Universidad de Zurich, donde llamó a la unidad de Europa.
Churchill tuvo otro reloj de bolsillo con horas mundiales creado por Louis Cottier, regalo de un grupo de ciudadanos de Ginebra. El guardatiempo de oro amarillo también fue subastado por Sotheby’s en 2015 por 751 mil dólares. La esfera está decorada con una pintura de San Jorge matando al dragón y la manecilla horaria tiene forma de tridente simbolizando la heroica lucha de Inglaterra. En el reverso tiene grabada la V de la victoria, señal característica de Churchill en el conflicto, y una dedicatoria personalizada: “1939 – Primer Ministro Winston Spencer Churchill – 1945”.
Cuando Churchill recibió el guardatiempo, escribió una nota a los fabricantes (Cottier y Agassiz and Company) para agradecer el “soberbio regalo”, mientras recordaba “el maravilloso país” que es Suiza y los “amigables sentimientos” que despertaba en él la tierra de la relojería, cuna de sus horas más brillantes.
Finalmente, el “Último León”, como se conoce al político inglés, sostuvo correspondencia nada menos que con Hans Wilsdorf, el fundador de Rolex, quien lo escogió para en 1947 enviarle el cronómetro certificado número 100 mil de la famosa marca, un Oyster Perpetual Datejust de oro.