TEXTO: Manuel Martínez
Su padre y él fueron los primeros en apostar fuerte por la alta relojería en México. Ahora Luis Peyrelongue llega a Artz Pedregal, la nueva meca del lujo en el sur de la capital, con una boutique propia que tiene dos aliados de peso completo: Rolex y Hublot.
Tres boutiques en una en el lugar que está destinado a convertirse en el centro del lujo del sur de la Ciudad de México. Luis Peyrelongue debuta en Artz Pedregal con un local de 340 m² y la complicidad de dos pesos pesados de la relojería: Rolex y Hublot. Cada marca tiene su propia fachada y espacio interior, y por dentro se conectan a la impecable nueva sucursal de Peyrelongue Chronos, donde la oferta añade otras 30 firmas suizas de renombre. ¿Así o más contundente?
“Esta zona estaba un poco desatendida, a pesar de tener un alto poder adquisitivo”, dice Peyrelongue, quien en los años 90 fue el primer joyero que vislumbró el potencial de la alta relojería en el mercado nacional. “La familia Sordo Madaleno y otros inversionistas hicieron este centro comercial, uno de los más bonitos que he visto en mi vida, donde lograron atraer marcas de muy alto nivel, algunas debutantes en México”.
Por si fuera poco, ésta es la primera boutique que Hublot abre en el país y las expectativas de Luis son altas. “La alianza con Rolex y Hublot es un ganar-ganar. A su importancia y fama mundial sumamos nuestro know-how local. Nos complementamos y debe ser una buena fórmula”, asegura.
Los Peyrelongue son una leyenda en el sector. El bisabuelo y abuelo maternos de Luis fueron joyeros desde finales del siglo XIX, y su padre Hervé abrió el primer negocio con el apellido en 1969. Pero fue él quien al incorporarse a la empresa familiar en 1992 trajo otras casas relojeras que las de costumbre en esos años.
“Sólo había Rolex, Cartier y Baume & Mercier, pero en cuanto el país se abrió a las importaciones, llegaron marcas como Audemars Piguet que empezamos a poner en nuestra tienda de la Zona Rosa”, afirma. “Hubo un momento en que la relojería tuvo tanta fuerza que decidimos abrir la primera boutique dedicada sólo a relojes en México”.
En 2003 se instalaron en Presidente Masaryk, en Polanco, donde hasta la fecha son uno de los estandartes de esa famosa avenida.
Como un veterano que ha visto las altas y bajas de la industria relojera y sus transformaciones, Peyrelongue admite que el negocio del retail también pasa por cambios importantes y un ambiente más competitivo.
“Debemos adaptarnos a lo que piden las firmas, sin perder nuestra esencia, porque si no se van con alguien más”, asegura. “Y lo que piden es más espacio y más exhibición de producto. Cuando yo empecé, hace casi 30 años, podías tener sólo seis relojes de una marca en una vitrina, y te hablo de marcas importantes. Hoy eso es imposible. Para vender bien debes tener buena variedad de producto que represente a cada firma. El stock te lleva a la venta y mientras más le ofrezcas al cliente, mejores serán los resultados”.
Otro factor relevante en esta etapa post-crisis es la depuración que algunas casas han emprendido de su red de distribución, que para él no siempre es justa.
“Como decía, las marcas piden espacio y representación con cierto número de relojes y unos resultados de ventas determinados. Lo que quieren es quitar a quienes no cumplen con esas cosas. Pero algunas aplican esas reglas igual para todos, y por supuesto que un negocio de una pequeña ciudad de provincia no puede vender lo mismo que uno en Manhattan o París. Tendrían que ser un poco más sensibles con las cuotas”.
Es la filosofía del menos es más. “Con menos tiendas quieren vender más al estar mejor representados”, resume. El less is more aplica para su negocio: “Ahora tengo treinta y tantas marcas, pero en un momento teníamos casi 50. Vino la crisis y sólo sobrevivieron las fuertes. Con esta limpieza nos dimos cuenta que puedes tener menos firmas con un mejor resultado final. Nosotros los joyeros somos un consejero para el cliente: cuando ofreces una marca tienen que ser marcas sólidas y de calidad”.
Otra lección que ha aprendido y que le ha servido en la decisión de abrir su nueva boutique: “Como dicen en Estados Unidos: ‘Location, location, location’. Cuando vas a abrir un punto de venta, lo primero que tienes que ver es la ubicación: junto a quién vas a estar, en qué calle, etcétera. Debes tener el mejor lugar rodeado de las mejores tiendas”.
Cumplir esta meta no será un problema en Artz Pedregal, un desarrollo de 50 mil m² de terreno y unos 390 mil m² de construcción, entre locales y oficinas. La inversión se estima en casi 5 mil millones de pesos.
Además, para Peyrelongue el mercado mexicano pasa un buen momento, quizás el mejor que le ha tocado presenciar. “La economía está creciendo, hay nueva clientela y nuevos puntos de venta”, opina. “El mercado ha madurado y la relojería no ha perdido su esencia. Los clientes vienen y te cuentan por qué compraron el reloj: cerraron un gran negocio, el hijo salió de la universidad, etcétera. Es un doble valor: el económico y el sentimental. Al final nosotros somos, además de consejeros, psicólogos que dan un buen consejo”.