Rexhep Rexhepi y el deseo de perdurar

Sus dos Grand Prix d’Horlogerie con apenas 35 años avalan a Rexhep Rexhepi como el nombre a seguir. Son muchos los coleccionistas e inversores que ven sus creaciones como un valor seguro del mercado.

Hacía tiempo que un maestro relojero no acapara tanta atención en el panorama internacional. Así lo pudimos comprobar en la pasada edición del Grand Prix d’Horlogerie de Genève, cuando Rexhep Rexhepi subió al escenario para recibir el premio al mejor reloj masculino del año con su Chronomètre Contemporain II. Un gran mérito si tenemos en cuenta que cuatro años antes lo había obtenido en la misma categoría con su anterior Chronomètre Contemporain. Algo increíble para un artesano de apenas 35 años que hace once se aventuró a crear su propia firma. 

La repercusión de ambos premios ha acrecentado la atención de los medios y coleccionistas sobre el trabajo de Rexhep Rexhepi. Tanto, que hoy en día se hace complicado lograr una cita telemática con él para realizar esta entrevista. Cuando finalmente lo conseguimos, Rexhepi se nos descubre como una persona extremadamente amable, dispuesta a gastar parte de su preciado tiempo para atendernos.

Chronomètre Contemporain de Rexhep Rexhepi
Rexhep Rexhepi ha logrado hacerse con su segundo premio del Grand Prix con su reciente Chronomètre Contemporain II, evolución del modelo presentado en 2018.
De Kosovo a Suiza

Rexhepi es miembro de la gran diáspora de inmigrantes procedentes de los Balcanes que han acudido a Suiza en las últimas décadas. Nació en Kosovo en 1987 y allí residió hasta que cumplió los once años, momento en el que viajó a Ginebra a reunirse con su padre, establecido ya en el país centroeuropeo. Cuenta Rexhepi que su amor por la relojería fue algo instantáneo. Con apenas quinces años entró en Patek Philippe, primero como estudiante y más tarde como uno de sus técnicos más virtuosos. Con veinte años trabajó en BNB Concept para pasar posteriormente a FP Journe. Rexhepi podría haber tenido una productiva y bien remunerada trayectoria como gran relojero en alguna de las mejores firmas del sector, pero con 25 años tomó la decisión de crear su propia marca.

“Creo que es una cuestión cultural”, nos explica. “En mi país pensamos que, si tienes la oportunidad de hacer algo, no debes desaprovecharla. Y yo quería hacer algo que perdurase en el tiempo”. Aquel proyecto fue bautizado como Akrivia. “Me parecía muy presuntuoso ver mi nombre en una carátula. Apenas tenía 25 años y no me veía en el mismo nivel que otras grandes firmas. Ya han pasado trece años y ahora sí que me veo capaz de hacerlo. Pero el concepto de Akrivia sigue adelante. Yo lo veo como una gran casa en la ahora hacemos relojes que llevan mi nombre”. 

Las nuevas generaciones

Cuenta Rexhepi que los inicios de la firma no fueron nada fáciles. “Al principio crees que sabes muchas cosas y descubres que no es así. Tienes que aprender a delegar y a trabajar en equipo. Al final, cuando vuelves la vista atrás y ves lo que habéis conseguido, te das cuenta de que todo forma parte de un proceso de crecimiento. Tengo la suerte de dedicarme a algo que me fascina. La relojería no es para mí un trabajo, es una pasión”. En la actualidad, el equipo de Akrivia lo forman 18 personas.

“Somos muchos, sobre todo si tenemos en cuenta que apenas fabricamos entre 40 y 50 relojes al año”. Nos cuenta Rexhep Rexhepi que las peticiones de nuevos clientes han crecido mucho en los últimos tiempos y que no puede atenderlas todas. “Es un problema común entre todos mis compañeros y no es algo de lo que esté especialmente orgulloso. Nunca es agradable decir que no a un cliente. Pero en Akrivia tenemos muy claro que lo más importante es mantenernos fieles a nuestra filosofía y, con la estructura actual, esta es la producción correcta si queremos mantener el nivel de técnica y acabados que hemos logrado alcanzar”

El nombre en la carátula
El Tourbillon Chiming Jump Hour, firmado como Akrivia.

A pesar de su corta trayectoria, el trabajo de Rexhepi ha experimentado un gran cambio, más conceptual que técnico. De las piezas más contemporáneas firmada como Akrivia ha pasado a un clasicismo formal con las dos referencias que llevan su nombre. Hay un claro intento de “conversar” con la tradición relojera hasta apropiarse de ella y dejar su sello personal. A partir de esta premisa, las dos versiones del Chronomètre Contemporain son excepcionales; muy parecidas en el plano estético (clásico ortodoxo), aunque completamente diferentes en el mecánico.

“Con el Chronomètre Contemporain tenía muy claro que era un reloj que debía llevar mi nombre porque con él expresaba mi modo de entender la relojería. Admiro mucho a casas como Patek Philippe, Voutilainen o FP Journe; y he tenido la fortuna de trabajar para algunas de ellas. Todas tienen en común ese deseo de perdurar en el tiempo que nosotros buscamos para Akrivia. Como te comentaba al principio, Akrivia nació con esa idea, porque creo que en la relojería es vital el proceso de transmisión de conocimiento para las futuras generaciones. No sé si seremos capaces de conseguirlo, pero al menos debemos intentarlo. Y mi modo de hacerlo es con estos relojes”.

Fondo del Chronomètre Contemporain de 2018, reloj que le hizo ganar el GPHG de ese mismo año.

Rexhepi se pone así mismo como ejemplo receptor de este conocimiento en peligro de desaparición. “Cuando eres joven piensas que lo sabes todo. Yo mismo pensaba que sería capaz de fabricar cajas a la antigua usanza. Pronto vimos que teníamos las herramientas, pero no el conocimiento para realizarlas. Tuve la suerte de dar con Jean-Pierre Hagmann y él ha sido fundamental para que seamos capaces de alcanzar el nivel técnico que buscábamos. Estoy seguro de que, si no damos con él, todo ese conocimiento se hubiera perdido para siempre. Y esto es uno de los motivos por los cuales estoy más orgulloso de Akrivia”. Un orgullo que queda perfectamente reflejado en la producción de Rexhepi y le convierte en el gran maestro relojero del momento. 

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