Cuando importa el exterior

La pasión por el pasado relojero del coleccionista Roni Madhvani.

Dicen que cualquier tiempo pasado fue mejor y, al menos en relojería, la cuenta de Roni Madhvani así nos lo confirma. Conocimos a este coleccionista a finales del pasado año con motivo de la presentación del Pebble de Cartier en Ginebra. Pronto descubrimos que aquella pieza de la Maison es la clase de producto que entusiasma a aficionados como él. Son coleccionistas que aprecian de los relojes su diseño y la historia que contienen. Como bien dice Sébastian Vivas, director de patrimonio y del museo de Audemars Piguet, cada reloj es un libro de historia, y personas como Madhvani son sus más ávidos lectores. 

La visita de su cuenta de Instagram (@roni_m_29, con 48.2 mil seguidores) es un paseo histórico por algunas de las más bellas piezas de la relojería que se han realizado en el siglo XX. “Siempre me han apasionado las artes y solo colecciono relojes que me atraigan visualmente. Los considero verdaderas obras de arte sobre la muñeca”. Es la pasión de alguien ajeno al negocio relojero y que solo colecciona por pura afición. No existe interés en sacar ganancia monetaria alguna. 

Una vida de película

Por curiosidad, preguntamos a Roni Madhvani su medio de vida y la respuesta no puede ser más curiosa. Comenzamos por sus orígenes. “Nací a mediados de la la década de 1960 y pertenezco a la tercera generación de asiáticos residentes en Uganda (África)”. Por lo que descubrimos más tarde, a finales del siglo XIX, centenares de indios procedentes de la región de Punjab recalaron en el país africano para la construcción del controvertido Uganda Railway proyectado por el Imperio Británico. Una vez finalizado el proyecto, muchos de aquellos nativos asiáticos se asentaron en el país hasta convertirse en una rica comunidad comercial. “Así fue hasta 1972, cuando el dictador Idi Amin nos conminó a todos los ugandeses asiáticos a irnos en un plazo de noventa días. Mi familia se marchó a Reino Unido y yo tuve la oportunidad de estudiar en la London School of Economics”. 

Roni prosigue con su historia personal. “Acabé los estudios y regresé a Uganda. Pronto me di cuenta con había cometido un error. El país vivía una etapa de enorme inseguridad. Una vez sufrí una emboscada en un coche. Mis compañeros murieron y yo fui herido. Decidí volverme a Inglaterra”. Dos años más tarde, Madhvani vuelve de manera definitiva a su país de nacimiento. 

El coleccionista Roni Madhvani
El coleccionista Roni Madhvani.

No le ha ido mal en los negocios a Roni Madhvani, primero con sus propios proyectos y más adelante con el negocio familiar (Nile Breweries), más tarde fusionada con South African Breweries, la cual forma hoy en día parte del grupo cervecero más grande del mundo (Anheuser-Busch InBev, propietario del Grupo Modelo). 

Actualmente, Roni Madhvani dirige el negocio familiar con ramificaciones sectores, incluyendo una fundación caritativa (www.madhvanifoundation.com). Efectivamente, a Roni Madhvani no le hace falta vender relojes para ganarse la vida. 

Una cuenta para hacer amigos

Creada en 2014, su cuenta de Instagram le ha proporcionado a Roni Madhvani la oportunidad de conocer a otros seguidores con sus mismos gustos y opiniones. Cada instantánea cuenta con su buen número de likes y comentarios; la mayoría de ellos agradeciendo la oportunidad de descubrir piezas desconocidas. “Instagram es una maravillosa fuente de conocimiento. He aprendido mucho y también he hecho muy buenos amigos que me durarán toda la vida”. En general, tiene muy buena opinión de la red social y de ella destaca la cantidad de personas con las que se ha cruzado que están dispuestas a compartir información y conocimientos, “aunque no falta la gente grosera que asume que todo lo que ve está en venta”, puntualiza al final. 

En cuanto a gustos, las imágenes hablan por sí solas. Son bellísimas piezas de una enorme creatividad y acabados imposibles de encontrar hoy en día en la industria relojera. También son una clara demostración de lo equivocado que están aquellos coleccionistas que piensan que reloj clásico y tradicional es sinónimo de aburrimiento. 

Tesoros accesibles para coleccionistas primerizos

“La mejor época de la relojería suiza en cuanto a estética fue la comprendida entre 1945 y 1965. Después de la Gran Depresión y las dos guerras mundiales, se desató una energía creativa en la sociedad que tuvo su reflejo en la industria relojera”. 

También nos asombra encontrar en su cuenta una gran cantidad de relojes fuera del ámbito de las firmas renombradas. “Es verdad”, nos apunta Madhvani, “creo que hay marcas que crearon relojes asombrosos e inusuales en cuestión de diseño y que no están lo suficientemente valorados hoy en día. Casas como Bulova, Longines o Le Coultre son una magnífica oportunidad para el coleccionista novato para disfrutar de esta pasión a un precio justo”. Pues apuntamos esta recomendación para nuestros lectores. 

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