La presentación en sociedad de Raynald Aeschlimann como Presidente y CEO de Omega no pudo ocurrir en un escenario mejor que las Olimpiadas de Río de Janeiro. Aeschlimann asumió el puesto el 1 de junio pasado, dos meses antes del arranque de este evento deportivo donde Omega volvió a ser el cronometrador oficial, una de las tareas más exigentes para cualquier casa de relojería. Pero ahora, la hazaña deportiva y su papel en el deporte se fusiona con una estrategia de marketing donde las celebridades y los atletas forman parte de un mismo show en donde Aeschlimann es protagonista de reparto permanente.
A la omnipresencia del logotipo de la firma en las sedes de las competencias y los medios de comunicación de todo el mundo se sumó la Omega House, un lounge de súper lujo en la Casa de la Cultura Laura Alvim de la Playa de Ipanema que estuvo abierto durante las Olimpiadas. Además de servir de espacio de exhibición de la trayectoria y los productos de la marca, en ese lugar se celebraron fiestas a las que acudió la crema y nata de los embajadores de Omega, entre ellos el nadador estadounidense Michael Phelps, el astronauta también estadounidense Buzz Aldrin y el actor británico Eddie Redmayne, además de invitados especiales como la top model brasileña Alessandra Ambrosio o Alberto II de Mónaco.
De todos ellos fue anfitrión Aeschlimann, veterano del sector que conoce Omega al derecho y al revés, ya que empezó a trabajar ahí hace 20 años. Desde 2001 era vicepresidente y Director Internacional de Ventas y Distribución, por lo que colaboró de cerca con Stephen Urquhart, el anterior Presidente y CEO que anunció su retiro en abril de 2016, aunque seguirá involucrado como consultor y en proyectos especiales.
A partir de su llegada en 1999, Urquhart supo llevar a buen puerto una revolución tecnológica que colocó a Omega entre las compañías más innovadoras de la industria, gracias al escape Co-Axial, el uso del silicio y los mecanismos Master Chronometer con certificación del Instituto Federal Suizo de Metrología (METAS), quizá la más estricta de la actualidad.
En esta entrevista, Aeschlimann dice que apostará por la continuidad tanto en la excelencia manufacturera como en la ambiciosa estrategia de patrocinios, que además de los Juegos Olímpicos incluye la franquicia cinematográfica de James Bond.
Ha estado 20 años en Omega y ha asistido a varios Juegos Olímpicos. ¿Cómo cambiaron sus actividades en Río de Janeiro ahora que acudió en su nueva posición?
Tuve el honor de estar al frente de la imagen que Omega dio al mundo. Esto quiere decir que atendí personalmente a los invitados y me aseguré de que las cualidades aspiracionales de la marca siempre estuvieran bien representadas. Me siento orgulloso del ser parte del trabajo que el equipo de Omega llevó a cabo en Río de Janeiro.
Háblenos sobre lo que para la marca significó participar en las Olimpiadas de Río.
Tuvimos 480 cronometradores que operaron 450 toneladas de equipo. Pero más allá de los números, el beneficio real es mostrar nuestro conocimiento y experiencia. Los Juegos Olímpicos permiten a Omega comunicar sus valores de confianza, precisión y fiabilidad.
Omega presentó innovaciones para el cronometraje en Río. ¿El equipo funcionó como la compañía esperaba?
Todo funcionó bien y produjo resultados incuestionables. Lo probamos minuciosamente antes de llegar a Brasil, así que teníamos la confianza de que las cosas saldrían bien.
¿La tecnología de cronometraje deportivo que Omega tiene hoy es suficiente para, digamos, el año próximo o debe haber una actualización ‘smart’ en el futuro?
Somos una marca que siempre persigue la perfección. Aunque nuestra tecnología es excelente, siempre nos preguntamos qué podemos mejorar. Si podemos darle un mejor servicio a los atletas y espectadores con alguna innovación, trataremos de hacerlo.
La marca ha demostrado ser muy fiel con sus embajadores y los eventos que patrocina, especialmente con las películas de James Bond y las Olimpiadas. ¿Cambiará algo con usted al frente?
Hasta ahora no tengo previsto hacer ningún cambio mayor en nuestros patrocinios o asociaciones. Lo que Omega ha hecho y construido en este campo en los últimos años ha funcionado muy bien. Tenemos una reputación excelente en muchas áreas, como las películas de James Bond que mencionaste, así que mi meta es continuar el gran trabajo que se ha realizado.
¿Qué Juegos Olímpicos han sido más exitosos para ustedes?
En todos han habido momentos memorables. Creo que Londres 2012 fue muy importante en términos de tecnología. Presentamos equipo innovador como la nueva pistola de salida [Electronic Star System] que ayudó a revolucionar el cronometraje deportivo nuevamente. Por supuesto, también tuvimos la Omega House en Londres, que fue muy exitosa.
¿Ha percibido cambios en el mercado para la firma antes y después de Río? Por ejemplo en las ventas.
Es demasiado pronto para saber el impacto que Río tendrá en las ventas de la marca. Lo que sé es que el interés por Omega sin duda está en su apogeo. Espero que, junto con los relojes que hemos presentado este año, veamos una tendencia ascendente en el mercado.
¿Qué ediciones especiales de Omega para Juegos Olímpicos han funcionado mejor y cómo se están comportando las piezas conmemorativas que lanzaron por Río 2016?
Hubo mucho interés en el mercado chino por los relojes de edición limitada de Beijing 2008. Para Río tenemos una gran variedad de modelos y las ventas van en ascenso.
Stephen Urquhart llegó a Omega en 1999 para presentar el escape Co-Axial y ha dejado la compañía con movimientos con ese escape en todas las colecciones. ¿Cuál es su meta al frente de la empresa? ¿Hacer que todos sus relojes sean 100 por ciento Master Chronometer certificados por META o poner el primer reloj en Marte con ayuda de Buzz Aldrin?
Tenemos el objetivo de que para 2020 la mayoría de nuestros relojes con escape Co-Axial sean Master Chronometer. Ese es el estándar al que aspiramos. En cuanto a Marte, seguiremos proveyendo relojes para misiones espaciales, pero a dónde los llevarán los astronautas, eso es un misterio.
