Haute-Rive, el reloj de las 1,000 horas

Stéphane von Gunten es el creador de la firma Haute-Rive, con su creación Honoris I, un reloj inspirado en su antepasado y que disfruta de mil horas de reserva de marcha.

Puede que el nombre de Stéphane von Gunten no sea muy conocido por la gran mayoría de aficionados a la relojería. Todo cambia cuando sale a la palestra inventos como el Grinder, una de las más revolucionarias creaciones relojeras de los últimos años. Lanzado en 2017 por Ulysse Nardin, el Grinder supuso toda una innovación en los sistemas de carga de los relojes como evolución del clásico rotor.

Von Gunten formaba parte del equipo de desarrollo de aquel proyecto en una etapa de gran creatividad técnica de la firma suiza. Fue un momento en el cual surgieron otros desarrollos como el escape Ulysse Anchor de escape constante. Al igual que otros muchos relojeros, von Gunten podría haber desarrollado una cómoda carrera en los departamentos técnicos de las más reputadas casas del país. Sin embargo, todo cambió hace cinco años, cuando emprendió su propia aventura. 

El relojero Stéphane von Gunten.
El relojero Stéphane von Gunten navegando en el lago de Neuchâtel, en la misma región donde trabajó su antepasado Irénée Aubry.

Todo comenzó en los primeros meses de la pandemia. Con mucho tiempo libre, comencé a investigar la herencia familiar y profundizar en la historia de mi antepasado Irénée Aubry. Era mi tatarabuelo, un gran relojero de finales del siglo XIX. Fue el creador de los Hebdomas (relojes con reserva de marcha de ocho días). También desarrolló en 1887 un reloj fantástico conocido como el reloj del papa”. Fue fabricado como regalo para el papa León XIII con motivo del medio siglo de su ordenación. Causó impresión en la Feria Mundial de París de 1889 gracias a su reserva de marcha de 40 días. “Me fascinó la idea de seguir la tradición familiar, así que me involucré en el sueño de devolverlo la actualidad”. El nombre para el proyecto ya estaba claro: Haute-Rive, igual al taller que tuvo Irénée Aubry, en el municipio de Chez-le-Bart, a orillas del lago de Neuchâtel. 

Como quinta generación de relojeros, sentí una profunda responsabilidad de continuar con este legado. Ese descubrimiento encendió una ambición personal: continuar con esta herencia mediante la recreación de un reloj de pulsera con una reserva de marcha de 40 días, llevando el espíritu pionero de Irénée Aubry a la era moderna y honrando la artesanía que comenzó hace más de un siglo.

“En realidad, podemos decir que toda mi carrera ha estado marcada por mis lazos familiares”. Relojero de quinta generación, von Gunten nació en La Chaux-de-Fonds en 1977 y estudió ingeniería en Le Locle. Sus primeros pasos relojeros fueron en Franck Muller, de la mano de los primos Pierre-Michel y Jean-Pierre Golay. Después vino una etapa muy fructífera en Patek Philippe para pasar en 2007 a Ulysse Nardin. “La decisión de trabajar en estas casas estuvo sobre todo marcada por cuestiones familiares. Nos mudamos a Ginebra por el trabajo de mi mujer y más tarde regresamos a Neuchâtel por la misma razón”, me comenta con una sonrisa. Por el camino, una estancia también muy interesante en Universo, el mayor fabricante de agujas de Europa, perteneciente a Swatch Group, con una capacidad de producción de 700,000 manecillas al día. 

Un diálogo con el pasado

El Honoris I, la primera creación de Haute-Rive, vio la luz en 2023 y, como indica su creador, es fruto del diálogo con su antepasado Irénée Aubry. “Le admiro en muchos sentidos. Fue un pionero de su tiempo y, al igual que me ocurre a mí, se preocupó mucho por combinar la técnica con la estética. Me conmueve pensar que él disfrutaba de los mismos paisajes de Neuchâtel como yo hago ahora con mi familia. A Aubry y a mí nos separa el tiempo, pero nos une la misma visión de la relojería”. 

El relojero Stéphane von Gunten en su taller de Haute-Rive.
El Honoris I es capaz de ofrecer 1,000 horas de reserva de marcha con el uso de un único barrilete. Su interior aloja un muelle de carga de tres metros. En la imagen, von Gunten sostiene en sus manos el muelle del Honoris I.

Von Gunten plasma esta visión tan personal de la relojería en el Honoris I. El vínculo más estrecho lo encontramos en su espectacular reserva de marcha de 1,000 horas, una cifra ligeramente superior de la que Aubry consiguió en su reloj para el papa León XIII. Todo ello en un reloj de pulsera de 42.5 milímetros de diámetro y un mecanismo con un único barrilete de carga, con un muelle de tres metros de longitud. También es evidente la conexión con el pasado en detalles estéticos como en las ondulaciones de su bisel. Pero El Honoris I esconde muchos más elementos que enriquecen esta historia intergeneracional. 

Me esfuerzo por innovar mientras honro la artesanía de las generaciones anteriores, adoptando las tecnologías modernas sin dudarlo. Haute-Rive es, sin duda, el pináculo de la fusión entre tradición e innovación. Lo veréis pronto en nuestros próximos modelos.

Fondo del Honoris I de Haute-Rive
La reserva de marcha del Honoris I ocupa todo el fondo de la caja.

La apariencia clásica del Honoris I en realidad esconde una rupturista concepción de la ingeniería relojera donde el mecanismo de carga se traslada nada menos que al exterior de la carátula. Si lo pensamos bien, es un recurso técnico muy parecido al del Freak de Ulysse Nardin, con el cual tiene otro vínculo técnico importante en la forma que el mecanismo recibe su carga de energía mediante el giro del bisel. 

Carátula del Honoris I de Haute-Rive
El traslado al exterior del tren de rodaje es un empeño de von Gunten por combinar técnica y estética en sus creaciones de Haute-Rive.

El fondo del Honoris I también es muy revelador. En él volvemos a encontrar parte del sistema de carga, esta vez con una rueda dentada acoplada al disco indicador de reserva marcha, con esa cifra mágica de 1,000 horas de duración

Un proyecto muy personal

Haute-Rive conecta con la faceta más exclusiva de la relojería de autor. Hablamos de una firma cuya producción es de apenas diez relojes al año. “Acabamos de comenzar y tenemos más proyectos en mente, pero las cifras nunca serán muy altas”, confirma su creador. “Haute-Rive es mi proyecto personal y a él dedico todo mi tiempo ahora mismo. Lo ideal sería alcanzar una cifra de producción de unos quince o veinte relojes al año, pero sería por simple cuestión de optimización de gastos, porque tengo muy claro que una producción mayor desnaturalizaría el concepto que he planteado para Haute-Rive.

Haute-Rive Honoris I Lagoverde
La referencia más reciente del Honoris I es el Lagoverde, un reloj que recoge el entorno natural de Neuchâtel con una carátula que reproduce las olas de su lago. La caja de oro blanco tiene un diámetro de 42.5 milímetros.

Por supuesto, cuento con el apoyo de muy buenos proveedores de la región que me ayudan con la producción. También con una diseñadora que ha participado en su perfeccionamiento estético. Para el ensamblaje cuento con un primo mío, también relojero y descendiente como yo de Irénée Aubry. Por último, este proyecto hubiera sido imposible de llevar a cabo sin la ayuda y apoyo de mi mujer, quien me ayuda en multitud de tareas administrativas y me permite centrarme exclusivamente en la creación. Como ves, Haute-Rive es mucho más que una simple marca. Es la historia de una familia unida por su pasión por la relojería”. 

Andrés Moreno

Decía Antonio Machado que el hacer las cosas bien importa más que el hacerlas. Me he guiado por esta máxima durante casi veinte años que llevo escribiendo de relojes. En mi mano está hacerlo del modo más ameno posible.

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