Anteriormente ya hemos hablado de las semejanzas que comparten Richard Mille y Roger Dubuis, dos gigantes de la hiperrelojería deportiva. Por supuesto, también tienen sus diferencias. Nosotros hemos encontrado las cinco más importantes. Cada una de las marcas ha logrado crear su propia personalidad. Ahora es decisión del aficionado decir cuál de ellas le atrae más.
Producto parecido, diferente poder
La gran diferencia entre una y otra casa. Siempre ciñéndonos a las estimaciones realizadas por Morgan Stanley y LuxeConsult, Richard Mille se situó en 2020 en la séptima posición de firmas relojeras más potentes de Suiza con una facturación aproximada de 788 millones de francos suizos. En comparación, Roger Dubuis caía hasta la posición 43 con una facturación estimada de 50 millones. Eso sí el estudio del banco de inversión calcula una producción bastante similar para ambas firmas: 5.000 relojes al año de Roger Dubuis frente a unas 4.300 unidades por parte de Richard Mille. Repetimos que son cifras estimadas por agentes externos a las marcas, aunque nos ayudan a hacernos una idea de la fuerza de cada una de ellas.
Ventajas de la independencia
Richard Mille nació como firma independiente y así se ha mantenido hasta la actualidad. No es el caso de Roger Dubuis. Creada en 1995 de la asociación de Roger Dubuis y el empresario portugués Carlos Dias, la manufactura ginebrina decide cuatro años más tarde incorporar a su grupo de inversores al empresario francés Akram Aljord con un importante porcentaje del capital de la empresa. En 2008 salta la noticia de la compra del 60% de la firma por parte de Richemont. Ocho años más tarde el grupo relojero se hace con el 100% de Roger Dubuis al comprar las acciones que aún quedaban en manos de Aljord. Es incuestionable el empuje que Richemont ha dado a Roger Dubuis en estos años. Por el contrario, la firma responde a unos intereses comunes de todo el grupo Richemont, incluyendo el paso por sus despachos de conocidos directivos del grupo.
Aunque Richard Mille no ha sido ajeno a los movimientos de capital de sus socios, la firma siempre ha mantenido su componente independiente. Una política coherente que se traduce en los buenos resultados registrados en los últimos años.
Imagen unitaria frente a diversidad
Un reloj de Richard Mille es fácilmente reconocible incluso por el aficionado más bisoño. Esta potente identidad de la marca se debe en gran parte a la habilidad de su creador para hacer de la caja tonneau el gran símbolo de la casa. Solo ha abandonado este formato en los modelos que necesitaban incorporar un bisel giratorio funcional o en las minoritarias y muy curiosas referencias de caja rectangular. El mantenimiento de la caja tonneau a lo largo de estas dos décadas otorga a Richard Mille una personalidad muy apreciada por los coleccionistas de largo recorrido. Más allá de la evolución de las referencias y los mecanismos, la “identidad” de un Richard Mille se ha mantenido inalterada a lo largo del tiempo. Una buena razón que explica su buen comportamiento en el mercado de segunda mano y subastas.
Por su parte, Roger Dubuis ha mantenido una actitud más camaleónica. Comenzó realizando complicaciones de corte clásico del gusto del propio Dubuis. Cuando Carlos Dias optó por asumir el mando creativo de la manufactura, el catálogo de la firma se llenó de referencias poderosas y extravagantes muy acordes con la relojería deportiva ‘extreme’ que imperaba en el mercado a comienzos de este siglo. La entrada del grupo Richemont atemperó la personalidad de Roger Dubuis y dio paso a referencias más clásicas y elegantes. Fue la época de colecciones como La Monégasque, Hommage o la femenina Pulsion, hoy desaparecidas de su catálogo. Ha sido la con la recuperación del Excalibur esqueleto y las asociaciones emprendidas con Lamborghini y Pirelli cuando por fin Roger Dubuis ha logrado uniformar su imagen y comunicación de cara a los aficionados. La estabilidad siempre es un punto a favor en la industria relojera.
Dónde comprar sus relojes
Hablábamos antes de la independencia de Richard Mille y es en la política de distribución uno de los puntos donde es más evidente la naturaleza de la marca. La firma anunció hace dos años que vendería sus relojes exclusivamente en sus boutiques. Los propios portavoces de la firma razonaban tal decisión explicando que su producción era tan pequeña y las ventas tan concentradas que podían permitirse esta medida. En términos de resultados, es obvio que la medida de la firma se ha traducido en números más que positivos, aunque ha tenido unas desagradables consecuencias para mercados, como el mexicano o el español, donde Richard Mille no cuenta con boutiques propias. El resultado, los aficionados tienen que desplazarse al extranjero si quieren conseguir uno de sus relojes.
Roger Dubuis, en cambio, sí que mantiene una estrategia comercial más convencional y reparte sus ventas entre las boutiques propias y los agentes oficiales con los que ha firmado acuerdos en cada uno de los países. Solo en México, Roger Dubuis cuenta con seis establecimientos autorizados en los que los aficionados pueden admirar y comprar sus piezas.
Cuestión de precio
La primera propuesta que hace Google cuando tecleas en su navegador Richard Mille es EXPENSIVE. Los relojes de Richard Mille son caros, muy caros. Curiosamente, la constante subida de sus precios no parece que haya mermado su interés entre los coleccionistas, sino todo lo contrario. El precio de un modelo básico de Richard Mille ronda los 75,000 dólares, sube hasta 500,000 dólares si lleva tourbillon y puede hasta superar los dos millones de dólares en sus casos más especiales. El acierto de Richard Mille ha sido convertir es enorme precio de sus referencias en un atractivo más de la marca como símbolo de la máxima exclusividad. ¿Será capaz de mantener este nivel de exigencia en sus compradores en el futuro? El tiempo dirá.
Tampoco Roger Dubuis es una firma barata, pero la diversidad de su catálogo ofrece a los aficionados una oferta más amplia según segmento de precio. Durante muchos años los modelos de más éxito de la manufactura ginebrina eran los equipados con tourbillon y doble tourbillon. Son relojes que fácilmente pueden rondar los 300,000 dólares. Sin embargo, el equipo de la firma tuvo la audacia hace años de trasladar el concepto de tourbillon esqueleto a un modelo más sencillo, ya sin el dispositivo creado por Breguet. El resultado es que hoy en día es posible encontrar referencias como el Excalibur Spider Huracan Black a un precio por debajo de los 50,000 dólares. Un magnífico modo de iniciarse en el mundo de los hiperrelojes.