El BR 01 nació en 2005 de una idea sencilla e iconoclasta: convertir un reloj de a bordo de avión en un reloj de pulsera. Poner el cockpit en la muñeca, dicho en otras palabras. De hecho, para optimizar la legibilidad y la funcionalidad, sus cifras, sus agujas y su caja cuadrada recuperaban los principios de la instrumentación aeronáutica. Es por eso que cada detalle tiene su porqué en el BR 01, cada elemento tiene intención y no es coincidencia que Carlos Rosillo creara una pieza tan distintiva para abrir el camino del proyecto. Desde entonces, el éxito del fenómeno Bell & Ross es indiscutible. Como dirían los expertos, el inicio del experimento a veces es lo más importante. Luego los frutos llegan solos.
Así las cosas, el modelo ilustraba perfectamente el dicho “la función crea la forma”, para un Rosillo (sin olvidar a su socio Bruno Belamich) especialmente funcionalista, amante de la pureza de líneas de los hijos de Le Corbusier. Apurando los sentidos se trata (ahí es poco) de una caja cuadrada, una esfera redonda, cuatro tornillos en las esquinas y unas cifras arábigas explicando el tiempo. Más que un concepto original, este reloj de diseño útil transformaba los códigos de la relojería tradicional trastocándolos levemente. Y sin usar la consabida (y radicalmente preferida por el maistream de ventas) forma redonda en la caja se ha ido declinando en una miríada de propuestas hipercreativas.
Era una apuesta fuerte que, de hecho, continuó en 2014 con el regreso al concepto de la cuadratura del círculo de BR-X1. Quizás un poco apartado tras las últimas novedades vintage de caja redonda de las temporadas anteriores, el BR-X1 supuso otra declaración de intenciones de la marca parisina. Una motocicleta inventada ex profeso para aderezar la evolución del BR 01 sentaba excelente a la siguiente historización de B&R; qué mejor que el motor más libre para dar la alternativa al celebérrimo universo aviador. ¡Y más aún si ese año de 2014 todas las marcas se habían puesto de acuerdo en la adoración de las colecciones Pilot! Se podrá decir lo que se quiera, pero la firma liderada por Carlos Rosillo puede ser de todo menos oportunista.
Ahora bien, diez años después del lanzamiento, Bell & Ross homenajea su primera pieza con una referencia limitada a 500 unidades. Con ella se hace gala de las mismas coordenadas de la primera especie con la suma de una cerámica de alta tecnología y alto rendimiento. La máxima calidad junto con un rediseño apurado de la caja se dan la mano para homenajear al primer reloj. El BR 01 10th Anniversary está compuesto por un cuerpo de acero cubierto por una caja de cerámica hecha como una carlinga. Como una caja sándwich que (por qué no decirlo) se inspiraba en la sencillez de Panerai desde el primer día y ahora vuelve a reconocerse a sí misma. Perfectamente encajadas, estas dos partes toman cuerpo y se refuerzan mutuamente, ya que la cerámica optimiza la resistencia y lo ‘sport’ del reloj. El grabado ‘10 Aniversario’ adorna el fondo pulido y arenado concebido para romper moldes. (Por Manuel Palos)