Los guardatiempos esqueletados son prueba de la destreza mecánica alcanzada por distintos artesanos del tiempo. Una de las casas con mayor tradición en este tipo de relojes es Chronoswiss, quien se convirtió en la primera firma en producir en serie un cronógrafo automático esqueletado (el modelo Opus, lanzado en 1995), al cual le siguió otro cronógrafo esqueletado, pero con función de split seconds (Pathos, 1998), sin olvidar su primer cronógrafo esqueletado deportivo, perteneciente a la colección Timemaster (Timemaster Chronograph Skeleton, 2014).
La casa amplía este legado con el Flying Grand Regulator Skeleton, pieza que deslumbra por su apenas existente carátula y movimiento esqueletado. El resultado es un reloj regulador multidimensional que elimina cualquier material superfluo de manera innovadora.
Con un diámetro de 44 mm, presenta líneas sumamente limpias en el diseño, las cuales se acentúan con los tonos negro y rojo, sobre todo en las sub-esferas, una a las 12 horas y otra a las 6 horas, que generan un gran equilibrio estético. El movimiento manual, también esqueletado tiene un mecanismo que detiene los segundos: al activar la corona, se dispara una platina que bloquea el resorte del segundero. Una vez detenido, este último puede ajustarse con total precisión.
Esta edición limitada a 30 piezas y disponible en caja de oro rojo o acero inoxidable, contiene bisel curvado y enroscado, cristal de zafiro anti-reflejante, fondo de caja con acabado satinado y cristal de zafiro, corona en forma de cebolla, resistencia al agua hasta 30 metros, calibre C. 677 de cuerda manual, reserva de marcha de 40 horas, agujas Poire Stuart y correa de piel aligator Louisiana con pespunte en color rojo.