A principios de la década de 1930, casi 100 años después de su invención, la fotografía enfrentaba su máximo reto: pasar del formato largo en placas húmedas a la utilización de películas 35mm, las cuales habían sido desarrolladas específicamente para el cine. Esta reducción de tamaño resultaría fundamental para el desarrollo de la foto, pues de lograrse, permitiría a las cámaras mayor portabilidad.
Uno de los personajes que se obsesionó con esta idea fue el multifacético británico Noel Pemberton Billing, quien lo mismo se movía en la política, la invención de objetos y hasta en la aeronáutica. Gracias a sus variados talentos, aceptó el desafío de crear una cámara que reuniera todas las funciones imaginables, pero con un tamaño igual a una caja de cigarros. Pemberton Billing, gracias a su extraordinaria visión, supo que para realizas su misión, necesitaba la ayuda de una manufactura relojera capaz de dominar la miniaturización y que estuviera siempre en búsqueda de nuevos retos.
En ese momento, LeCoultre & Cie. (que a la postre se convertiría en Jaeger-LeCoultre) contaba con cientos de calibres, entre ellos el más pequeño y plano del mundo. Con esto en mente, Noel se dirigió al Valle de Joux en Suiza, para presentar su proyecto en 1934, el cual, tras tres años de desarrollo, vería la luz en 1937.
La fotografía estaba por cambiar para siempre. Bajo el nombre de Compass, esta cámara se convirtió en un éxito mundial no sólo por su diseño vanguardista y portabilidad única, sino por las innumerables funciones contenidas: fotómetro, telémetro, parasol telescópico, filtros incorporados, extinción de medición de la exposición, índices de iluminación, visor de ángulo, dispositivo para vistas panorámicas y tomas estereoscópicas, así como un tripié ultra ligero diseñado especialmente para acompañarla.
Lamentablemente, el estallido de la Segunda Guerra Mundial y los problemas con el suministro de película a consecuencia del conflicto, detuvieron su producción. Pero aún hoy la cámara Compass se mantiene como un objeto sumamente codiciado tanto por los amantes de la alta relojería como de la fotografía, pues la combinación entre la maestría mecánica de Jaeger-LeCoultre y la desbordante imaginación de Noel Pemberton Billing crearon un objeto histórico.
Para celebrar este savoir faire, la firma ha decidido mostrar al público una serie de fotografías en blanco y negro tomadas con la mítica Compass, las cuales mantienen intacta la magia de lugares como Nueva York, París, Shanghai y Venecia. Estas obras de arte formarán parte de de la exposición The Art of Behind the Scenes, organizada por la misma Jaeger-LeCoultre y que se podrá ver durante el Festival de Cannes 2017, que se celebrará del 17 de mayo al 28 de mayo en la ciudad francesa.