Para Nick Hayek, CEO de Swatch Group, no hay discusión posible: “El futuro de la relojería no será determinado por el oro o los diamantes que pongamos en las piezas, sino por la innovación tecnológica”. En el Reporte Anual 2014 de este grupo, su hermana Nayla, presidente de la junta directiva, informa sobre este tema: “(…) mantener la producción en Suiza y seguir siendo rentables significa llevar la delantera en términos de calidad y desarrollo. Esto es imposible sin productos excelentes y tecnología de punta. Por esa razón, además de infraestructura, invertimos en investigación (…) examinamos, exploramos, revisamos… y, claro, también inventamos. En 2014, registramos una patente nueva cada dos días en promedio”.
La innovación como motor de progreso económico y competitividad para las economías desarrolladas y en vías de desarrollo ha ganado peso y atención en los últimos años. “Muchos gobiernos están colocando a la innovación en el centro de sus estrategias de crecimiento”, se asegura en el Índice Mundial de Innovación 2015 (IMI), hecho por la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI), la Universidad Cornell y la escuela de negocios INSEAD. “En el largo plazo, los estándares de vida pueden mejorar en gran medida por la innovación tecnológica”, se afirma en el Reporte Global de Competitividad 2015-2016 del Foro Económico Mundial. “(…) La innovación es particularmente importante para las economías cuando se acercan a las fronteras del conocimiento y la posibilidad de generar más valor mediante la simple integración y adaptación de tecnologías exógenas tiende a desaparecer”.
Suiza ha mantenido el primer lugar en el IMI desde 2011 entre 141 economías evaluadas de acuerdo a 79 indicadores. Una de las áreas clave es Investigación y Desarrollo (R&D), “que puede asegurar el potencial tecnológico y, por lo tanto, la innovación y el crecimiento económico”. Suiza también ha ocupado la primera posición en el Reporte Global de Competitividad durante siete años consecutivos entre 144 países. En este caso se analiza el desempeño según los 12 ‘pilares de la competitividad’. El último de ellos es el de la innovación tecnológica, que Suiza encabeza “gracias a sus instituciones de investigación de primer orden (lugar 1), a su elevado gasto en R&D por parte de las empresas (lugar 1) y a la sólida cooperación entre el mundo académico y el sector privado (lugar 3)”, dice el Reporte.
El Índice Bloomberg de Innovación 2015 coloca a Suiza en la posición 16, muy atrás del líder Corea del Sur. No obstante, para Bloomberg el país helvético es el primer lugar en manufactura. Como se puede concluir, en Suiza hay un contexto favorable a la innovación, la Investigación y el Desarrollo, y la manufactura, tres conceptos clave para la industria relojera.
Entre las casas de relojería más relevantes, innovar es una condición sine qua non de su existencia, el aire que respiran, un mantra milenario que se repite de generación en generación. Esto es verdad tanto para las marcas que forman parte de los grandes consorcios de la industria y tienen recursos considerables, como para las firmas independientes de distintos tamaños y posibilidades financieras.
Un buen ejemplo de que ser líder en la innovación tecnológica no depende de la pertenencia a un gigante del sector es Ulysse Nardin, que en 2001 lanzó su famoso Freak, el primer guardatiempo con componentes de silicio. Este material es tan revolucionario y su uso implica tantas ventajas para la producción y el funcionamiento de los relojes que fue adoptado por pesos pesados como Patek Philippe, Rolex, Breguet y Omega. Ulysse Nardin también experimentó con níquel fósforo y diamantes policristalinos sintéticos y, en 2006, se asoció con Mimotec para fundar Sigatec, una compañía especializada en la fabricación de microcomponentes mecánicos para relojería y biomédica hechos en silicio. Todo lo anterior ocurrió cuando aún era una marca independiente, pues en 2014 fue adquirida por el grupo de lujo Kering.
Sin embargo, no parece que Kering tenga planeado coartar la pulsión creativa de Ulysse Nardin. El Freak Lab que aparece en la portada de esta edición de Tiempo de Relojes fue presentado a principios de 2015 e incluye un sistema anti choques inédito desarrollado en silicio. Además, este año la firma dio a conocer la versión perfeccionada de su Ulysse Anchor Escapement, un escape de fuerza constante con arquitectura inédita y fabricado en —adivinaron— silicio.
En el otro extremo, es lógico mencionar los esfuerzos por innovar tecnológicamente de Richemont y Swatch Group, los dos corporativos relojeros más importantes del mundo, y que se traducen en inversiones millonarias. En el año fiscal más reciente, los costos de Investigación y Desarrollo (R&D) de Richemont ascendieron a 59 millones de euros, seis millones de euros más que en 2014, de acuerdo al documento Richemont Annual Report and Accounts 2015. Este grupo es dueño, entre otras empresas, de Jaeger-LeCoultre, una de las marcas que más patentes ha registrado con 413 desde 1833 y que en 2015, después de ocho años de experimentación, lanzó la línea Geophysic cuya gran novedad es el Gyrolab, un volante de forma no circular que reduce la fricción con el aire. Asimismo, Richemont es propietario de Vacheron Constantin y de Cartier. La primera presentó hace unos meses la Referencia 57260, el reloj más complicado de la historia con 57 funciones y 10 patentes. La segunda se ha convertido en una fuente de innovaciones con piezas de vanguardia como el Astrotourbillon y los futuristas ID One y ID Two, que introdujeron nuevos materiales, sistemas y esquemas de diseño en sus mecanismos para prescindir de la lubricación, hacerlos resistentes a los golpes, los campos magnéticos y los cambios de temperatura, y mejorar su rendimiento energético.
En la primavera de 2016, Richemont inaugurará en Ginebra el Campus Genevois de Haute Horlogerie. Allí estarán las oficinas centrales de Roger Dubuis, el taller relojero de Van Cleef & Arpels, los talleres de producción tanto de Vacheron Constantin como de Manufacture Stern, y un Centro de Formación en Alta Relojería. Además, el Campus alojará un Centro de Investigación para la Relojería que tendrá “la misión de desarrollar nuevas tecnologías para mantener el impresionante nivel de innovación y calidad de nuestras Maisons”. Richemont anunció que invertirá un aproximado de 60 millones de francos suizos en capacitación e investigación durante 10 años.
En el caso de Swatch Group, sus costos de R&D en 2014 (los datos de 2015 aún no están disponibles) fueron de 187 millones de francos suizos, lo que representa el 2.1 por ciento de las ventas netas, de acuerdo al reporte anual del corporativo; en 2013, los costos de R&D sumaron 184 millones de francos suizos (2.2 de las ventas netas). En un correo electrónico enviado a Tiempo de Relojes, un representante de Swatch Group comentó: “Aunque comprometidas con sus propios proyectos, todas nuestras compañías trabajan en beneficio del grupo. Por supuesto, éste también es el caso en el campo de R&D, que es un pilar muy importante de nuestro éxito”. En el correo se mencionan como ejemplos “de nuestra extraordinaria habilidad para transformar tecnología avanzada en productos exitosos” al Swatch Sistem 51 y su movimiento mecánico automático conformado por sólo 51 partes y con 17 patentes; al Omega Globemaster y su calibre Master-Coaxial antimagnético hasta 15,000 gauss con la nueva y exigente certificación METAS; y al Swatch Bellamy con tecnología NFC que permite pagar las compras en tiendas a través del reloj. Otra firma del corporativo que se destaca por su historial innovador es Breguet, que en los últimos años ha desarrollado el pivote magnético —un dispositivo anti choques que garantiza la estabilidad y el rendimiento del volante mediante el campo magnético generado por los imanes— y el primer reloj —Type XXII— con un movimiento que oscila a una frecuencia de 10 Hertz.
Swatch Group posee empresas como Asulab, cuyo objetivo es “desarrollar productos relojeros tecnológicamente innovadores, subsistemas y componentes, además de las tecnologías de manufactura necesarias”. Moebius, por su parte, se dedica a la producción y comercialización de lubricantes y epilames para movimientos mecánicos, “con una estrategia arraigada en la innovación y basada en desarrollos hechos en sociedad con Asulab y reconocidas universidades”. En 2005, el corporativo creó la división The Swatch Group Research and Development Ltd, responsable de coordinar la labor de Asulab, Moebius y el CNDP (Centro de Desarrollo de Nuevos Productos, por sus siglas en francés), así como las innovaciones tecnológicas de otras marcas del grupo. “Es un trabajo colectivo”, señala el representante del grupo.
Con el esfuerzo de innovación de las firmas mencionadas en este artículo, se beneficia todo el sector. “Las compañías en las economías desarrolladas innovan para reducir los costos de producción, para desarrollar nuevos productos y crear nuevos mercados”, se afirma en el Índice Mundial de Innovación 2015. “Las empresas innovadoras son más exitosas económicamente que aquellas que dependen de procesos y estrategias comprobados. La innovación también genera beneficios secundarios involuntarios para otras compañías y consumidores —por ejemplo, al reducir los precios o incrementar la calidad de productos intermedios o finales”.
En conjunto, un gran universo creativo paralelo de nuevos productos que nacen a ritmo de patentes para mejorar presente y futuro. (Por Manuel Martínez Torres)