El último lanzamiento de Bovet 1822 lleva su nombre. Miss Audrey Sweet Art. Y comienza a jugar un rol destacado dentro de la generación de nuevos ejecutivos que toma posiciones en grandes marcas relojeras. Audrey Raffy fue nombrada el pasado año vicepresidente de Bovet. Visitó SIAR por segunda vez, en esta ocasión en el reciente pop up Summer Experience. Y su agenda refleja claramente que va adquiriendo relevancia en la dirección de Bovet, la firma que compró su padre, Pascal Raffy, hace 20 años. Casa independiente familiar y manufactura integrada de cuidada producción de exigentes piezas limitadas. “Voy adonde haga falta”. Paso firme para el futuro.
—¿Está ubicada en Miami, es la responsable de América y LATAM?
—Vengo de Nigeria. Veo lo que haga falta. Empecé con Norteamérica y vine al SIAR el año pasado y empecé a hacer también Sudamérica. Y ahora África. Voy adonde haga falta.
—Como buen negocio familiar. Y la nueva generación al frente.
—Sí. Exacto. No hay nadie que tenga más motivación que yo. Mi papá estuvo 20 años, haciendo los viajes, visitando a los partners y manteniendo las relaciones. Y ahora me toca a mí. Estoy aprendiendo y solo llevo un año. Mi papá no me puede soltar las riendas, pero poco a poco.
Con nombre propio
—La última creación de la firma lleva su nombre.
—Es Miss Audrey y la colección Sweet Art. Mi papá tuvo la idea de hacer un dial con azúcar. No sé cómo se le ocurrió, pero así fue hace un año o año y medio. Y trabajó con los relojeros para averiguar cómo hacer eso realidad. Tiene una patente nuestra. Tardamos bastante tiempo en averiguar a qué temperatura poner el horno para no derretir el azúcar, etc. Es nuestra gran novedad del año y nunca se ha hecho antes en el mundo de la relojería. Es superelegante.
—¿Por qué bautizaron el reloj con su nombre? ¿Participó activamente en el proceso?
—No. Somos tres hijos: mi hermano, mi hermana y yo. Y mi papá ha puesto nuestros nombres a tres colecciones. El sistema Amadeo, nuestra patente que convierte al reloj de pulso en pieza de bolsillo o de mesa; la colección Miss Alexandra; y Miss Audrey, que soy yo.
—Bovet es una marca muy clásica y exclusiva. ¿Se da esta distinción entre hombre y mujer? Veo que usa el Brainstorm Chapter 2 Sunshine.
—Considero que todos nuestros relojes son unisex. Llevo relojes de hombre la mayoría de las veces. Técnicamente, siempre. El Miss Audrey me lo pongo de noche o de collar. Pero creo que estamos en una época que no hace falta decir si es de hombre o de mujer. Y, por mi experiencia este último año, a las señoras cada vez les gusta más llevar piezas complicadas y presentes en la muñeca. Tenemos muchas mujeres que se identifican con colecciones de hombre.
Marca premiada
—A pesar de la pandemia, ¿sigue siendo México un mercado importante?
—Sí, efectivamente. La pandemia nos afectó a todos en cada industria. Pero, gracias a Dios, poco a poco las cosas están mejorando. La gente está volviendo a salir y las cosas se están abriendo un poco más. Fue difícil, como para todos, pero nos adaptamos. Hicimos más acciones digitalmente, ventas por zoom y también contactos con partners por zoom, porque es importante mantener la relación. Las ventas sufrieron un poquito al principio del año pasado, pero el mercado mexicano tiene presente a Bovet. Y el amor es mutuo. Se está reactivando el mercado, como con este evento SIAR Summer Experience. Salimos de casa ya para visitar a retailers y partners. La situación está mejorando.
—El Aiguille d´Or fue para Bovet en el 2018. Y el pasado año pasado también doble premio en el Grand Prix d´Horlogerie de Genève (GPHG) a la Excelencia Mecánica con el Brainstorm Chapter 2 y a la pieza femenina con Miss Audrey. ¿Han notado un cambio, más deseo de Bovet?
—Diría sí y no. Sí porque nos da más credibilidad en términos de la calidad y el nivel de nuestras complicaciones para las personas que están en el mundo de la relojería. Pero tenemos a muchos clientes potenciales que no conocen el GPGH y no son particularmente muy aficionados a ese nivel y, aún así, se sientan y cuando les mostramos un Bovet pueden apreciar el nivel de trabajo que tiene nuestro reloj. En este sentido te diría que no.
“Voy adonde haga falta”
—¿La visión de futuro de Bovet es continuar con esa idea de Pascal Raffy de producir piezas con la máxima exigencia, los detalles, acabados artesanales…?
—Siempre. Eso siempre será la visión. Atención al detalle, producción limitada. Es la base de la casa Bovet. Es lo que nos hace únicos y especiales. Nosotros los hacemos in house y todo a mano. Y le prestamos atención al último detalle.
—Chapter 2 fue una pieza realmente vanguardista dentro del clasicismo que mantienen. En este sentido, algo parecido a lo que fue el Pininfarina. ¿Vendrán más relojes de este tipo?
—Absolutamente. Como sabes, mi papá compró Bovet hace veinte años. Y las piezas entonces tenían mucha historia y un ADN muy importante. Eran muy clásicas, por ejemplo, la corona a las 12 h. Pero, a lo largo de estos años, mi papá ha estado diseñando colecciones con más estilos, más formas de vida y se identifiquen con más coleccionistas. Siempre están las piezas clásicas y elegantes, pero hemos ido también en la dirección más deportiva y más casual, con más colores y materiales diferentes como el Chapter 2 en caja de zafiro. Estamos empezando a hacer las correas de caucho. Los clientes lo piden y es muy cómodo de llevar que la correa de cuero a veces. Y lo verás en el SIAR de octubre, como nuestra colección 1930 o el Virtuoso VIII, donde el precio de entrada es un poco más bajo que el Chapter 2. Colores y materiales modernos.
—El sistema Amadeo se adelantó a la tendencia de correas intercambiables.
—Vamos a seguir con lo que pide el coleccionista y lo que es la tendencia y bonito. Y poder llevar el reloj con diferentes correas y dependiendo también cómo se sienta la persona y le apetezca ponerse ese día. Vendrán dos o tres novedades en este año que podrás ver en el SIAR de octubre.