Un misterio en movimiento

Cartier y sus relojes misteriosos cautivan desde hace más de un siglo. Ahora, convierte a la masa oscilante en el centro de atención.

Los primeros relojes misteriosos de Cartier datan de 1912. Es entonces cuando sorprende con estas creaciones en las que las agujas horarias parecen flotar dentro de la esfera sin una conexión con el movimiento. Se inauguró así una forma de interpretar el tiempo que ha dejado muestras de gran belleza y singularidad en cada vez más reducido espacio. La habilidad de Cartier para trabajar este tipo de relojes da un giro muy especial.

Ahora, el carácter misterioso se traslada a la masa oscilante, que también se convierte en el ‘habitáculo’ en el que acoger al calibre. Funciones horarias y movimiento parecen caminar por territorios independientes, en un nuevo y sugerente movimiento de fuerzas. Es la tesis que se maneja en el Cartier Masse Mystérieuse y que le ha llevado a solicitar la correspondiente patente.   

Calibre 9801. Movimiento de carga automática, 17 líneas 1⁄2 con una dimensión total de 39.6 mm y un grosor de 7.3 mm, 43 de rubíes Late a un frecuencia de 28,800 alternancias por hora con una autonomía de marcha de 42 horas.

Pero vayamos por partes. El Masse Mystérieuse reúne dos especialidades relojeras de la compañía, el movimiento misterioso y el esqueletado. Y de nuevo, como ocurre en muchas de las creaciones de Cartier, todo, incluida la parte técnica, se desarrolla al servicio de una estética distintiva. En esta creación, la técnica ofrece un giro novedoso con la conversión de la masa oscilante en protagonista del espectáculo misterioso.

Calibre superdotado

De ello se encarga el inédito calibre 9801 MC, que salva los efectos de la gravedad en la cronometría. Objeto de un registro de patente,  en su creación se han invertido nada menos que casi ocho años en su concepción, desarrollo, fabricación y ensamblado. Han sido necesarias cinco construcciones diferentes antes de lanzar el prototipo y, posteriormente dos prototipos diferentes para llegar a la versión final del calibre.

En el reloj Masse Mystérieuse las agujas flotan literalmente en el espacio de la caja de platino y 43,5 mm de diámetro, sin estar conectadas a ningún engranaje.  Pero no solo eso, la sensación es que todo el movimiento flota ingrávido en el interior de los cristales de zafiro. Un efecto que se consigue integrando en la masa oscilante a todos los componentes que reciben la energía del movimiento, la transmisión y la regulación. Además, el rotor ha sido esqueletado para poder visualizar el movimiento en toda su expresión.

Inspiración automovilística

Ahora bien, si hay que hablar del elemento que hace posible todo esto, hay que referirse al sistema diferencial creado por Cartier. Inspirado en la industria automovilística, ha sido incorporado al movimiento y evita el arrastre de la visualización de la hora por parte de la masa. Esta proeza técnica se observa al menor gesto del portador.

Puede afirmarse que esta masa oscilante misteriosa es la pieza más compleja jamás desarrollada la manufactura Cartier desde el punto de vista técnico. Otro detalle importante es que usa un principio innovador que garantiza la permanencia del volante en la misma posición vertical. Lo logra gracias a que la masa oscilante es bidireccional y se desplaza a una velocidad irregular.

Este Masse Mystérieuse rompe moldes, por supuesto, pero también amplia la visión de una especialidad, de una visión estética de Cartier que hizo que los relojes misteriosos fueran considerados “milagros de la relojería” –así refirió a ellos La Gazette du Bon Ton en 1925–. Nacieron de la asociación de Louis Cartier y el relojero Maurice Couët, que en 1911 se convirtió en el proveedor exclusivo de Cartier.

Puro espectáculo. Cartier inaugura un nuevo territorio en esta forma de ofrecer la hora. Porque nunca hasta ahora la masa oscilante se convertía en protagonista destacada ni tampoco en el ‘contenedor’ del movimiento al que da la energía.

Culto misterioso

El primer reloj misterioso, que recibió el nombre de Modelo A, salió de los talleres en 1912. Maurice Couët se inspiró en los relojes del ilusionista Jean-Eugène Robert-Houdin. Couët desarrolló su creación haciendo que las agujas no estuvieran conectadas al movimiento, sino  fijadas en dos discos de cristal y borde de metal dentado.

Son ellos, accionados por el movimiento alojado en la base del reloj, los encargados de arrastrar las agujas, cada uno girando a la velocidad correspondiente. Para que la ilusión resultara perfecta, el círculo de las horas disimula el borde de los discos.

Este Cartier Masse Mystérieuse, limitado a 30 unidades, también tiene versión de platino con diamantes baguettes y otra engastada con diamantes talla baguette y brazalete de platino con diamantes.

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