El hipódromo de Chantilly fue durante un día la pradera con más glamour del mundo. El pasado 19 de junio se celebró el Prix de Diane Longines, el evento hípico más coqueto de toda la temporada al que la sociedad parisina espera con júbilo para celebrar la majestuosidad de los equinos ataviada con sus mejores tocados y celebraciones sobre el pasto. Junto al Royal Ascot británico, Chantilly tiene la mayor densidad de bombines, bonetes, birretes, pamelas y cofias caprichosamente trufadas per cápita del calendario de carreras anual. Exactamente, 8,146 según el recuento de los organizadores en la edición de 2015, una numeralia tan trascendental como las 45,000 personas que asisten a la cita o los 1,478,000 euros en premios que se repartieron en este encuentro. Está claro que aquí, además de la competición y las apuestas, la elegancia es una actitud.
Chantilly marca el punto álgido de los caballos en la sociedad francesa desde 1843 y este junio no faltamos a la cita organizada por Longines, la firma cronometradora y reloj oficial de los más importantes certámenes de carreras y de salto de caballos en el mundo. Longines es toda una institución entre los amantes de los caballos. La firma con más de 180 años de trayectoria se hizo presente en los paddocks en 1881, tres años después de presentar su primer cronógrafo Jockey Lépine de bolsillo, y nunca más abandonó el mundo con el que el reloj descubrió por primera vez su utilidad de instrumento en el deporte antes de la llegada de las carreras de autos.
Al premio de Chantilly, en los terrenos de un lujoso château propiedad del Aga Khan rodeado de casi 8,000 hectáreas verdes, los parisinos guardan la tradición de llegar en un tren especial que parte de la Paris Gare du Nord, todo un ritual que empieza temprano el domingo y se prolonga hasta agotar el día cuando el campo se transforma en un club al aire libre. Mientras, fuera de la pista, las tribunas reciben a los invitados especiales desde las 11 de la mañana que antes desfilan por la pasarela para encontrar el mejor sombrero del día o se procesan las apuestas con efervescencia de champagne, en el interior de la pista abundan los manteles con estampados campestres, los juegos de campo y la música en vivo.
Este año les tocó al dúo folk Brigitte y al DJ Domenico Torti poner ambiente festivo. La canasta caja-de-sombrero de Fauchon con una ración de gazpacho, terrinas de pollo y pato, sándwiches y quesos fue la estrella de la Village Diane. Aquí todo es cuidadosamente premeditado. La web del hipródromo incluso imparte consejos previos sobre las tendencias en sombreros. Para esta edición los tonos a tener en cuenta son “azul petróleo, amarillo mostaza, terracota y verde mar con pompones de colores y detalles combinados con el look de tu pareja”.
Longines es más que el anfitrión natural de este teatro de hedonismo deportivo al aire libre que anticipa el verano de la capital francesa. La firma de Saint-Imier patrocina desde hace seis años la mayoría de las nueve carreras del día y premia al tocado más creativo en el concurso de elegancia Mademoiselle Diane con uno de sus relojes femeninos. Este año fue un DolceVita de acero con diamantes, cocodrilo rojo y clásico decorado flinqué con horas romanas que entregó su embajador, el actor asiático Eddie Peng. Ninguna otra colección de la marca celebra con tanta naturalidad el chic-campestre del Prix de Diane como la DolceVita y eso que la firma cuenta con una colección denominada Equestrian.
Sin duda, el premio más esperado del día fue el Prix de Diane, una carrera de media distancia de 2,100 metros dedicada a potrancas de tres años y en la que en esta ocasión se impuso sin sorpresas La Cressonniere, un caballo que venía de vencer en sus cinco carreras anteriores y que se postula para un buen desempeño también en el Qatar Prix de L’Arc de Triomphe, el premio más codiciado del circuito, en la larga distancia de los 2,400 metros, que en octubre de 2016 también se celebrará en este circuito.
Dentro del universo relojero, Longines es líder indiscutible del mundo hípico. Está presente en alrededor de 400 eventos al año y, además de ser el cronometrador o reloj oficial de las 26 citas más importantes del año, entre las que también está el Longines Handicap de las Américas en México, organiza además el Ranking de los Mejores Caballos de Carreras del Mundo, el equivalente a la ATP en el tenis, y la Conferencia Internacional de Autoridades de Caballos de Carrera que desde 1993 integra a 60 países o fomenta con premios y donaciones la pasión por los caballos también entre jinetes amateurs.
Texto: Carlos Alonso/Lugar: Chantilly, Francia