Año 2006. Con la efeméride del 250 aniversario aún reciente, Juan Carlos Torres, flamante CEO de Vacheron Constantin (VC), encarga a Dominique Bernaz, guardián del patrimonio de la casa, crear el Atelier Cabinotiers, una sastrería de piezas únicas a medida, con una consigna clara: “¡Sin límites!” Bernaz, un erudito de gusto refinado, empezó a fraguar una idea: retomar el pulso que se mantuvo en el primer tercio del siglo XX, en la eterna rivalidad con Patek Philippe, para crear el más sublime guardatiempo supercomplicado de todos los tiempos, cuyo récord ostentaba el Calibre 89 (33 complicaciones) de Patek. La idea tiene sentido y VC, tras el Tour de L’Île (16 complicaciones), se jactó de su capacidad en el umbral de una nueva edad dorada de su larga trayectoria. Bernaz pidió a la firma más relojeros e inversión. Torres, en cambio, aseveró que la prioridad era encontrar el cliente.
Un año después, el mayor coleccionista de relojes de bolsillo del mundo, un estadounidense amante también de los manuscritos antiguos, se interesó en recuperar el espíritu de Henry Graves Jr. y James Ward Packard para estimular, con un pedido imposible, el progreso de la relojería. El cliente se acercó previamente a Patek Philippe solicitando un nuevo pináculo relojero y Philippe Stern no aceptó el encargo. El camino estaba despejado para que VC hiciera historia.
Tras 18 meses de idas y venidas para concretar un voluminoso contrato donde se resaltaba que el propietario y el precio deberían quedar en secreto (hemos sabido que se acordó una cifra de un dígito próxima a los 10 millones de francos, un tercio pagado por adelantado) y que el reloj no debía tener nombre, los caballeros de la Cruz de Malta encomendaron el proyecto a tres maestros veteranos: Jean-Luc Perrin como líder del proyecto (20 años en Vacheron), y los hermanos Micke y Yannick Pintus (18 años en la firma). Los Pintus, de 41 y 38 años, hijos de relojero, estaban listos para un reto mayor después de desarrollar el Tour de L’Île.
Durante ocho años, los tres relojeros y Bernaz empezaron a pintar libremente funciones en un papel en blanco, con una primera idea de alcanzar alrededor de 36 complicaciones. Todo en el más estricto secreto. El propietario pidió que el reloj incluyera un calendario perpetuo hebreo, algo que jamás se había hecho ni en la relojería monumental. “Ésta fue también la primera complicación con el cliente”, bromea Bernaz. “Cuando le trasladé a los relojeros la petición, me miraron atónitos y preguntaron: ¿Qué es un calendario hebreo?” Estaba claro que la aventura sería entretenida.
Algo como esto exigía indecibles cálculos matemáticos nunca antes realizados para poder combinar los meses lunares y los años solares en un sistema operativo funcional. Se trabajó sobre un ciclo metónico de 19 años (también llamado el Número áureo) y con la fecha de Yom Kippur acoplada a un calendario gregoriano y a las funciones de amanecer y ocaso. Si eso se podía lograr, cualquier cosa era posible. La frase que François Constantin escribió el 3 de Julio de 1819: “Faire mieux si possible, ce qui est toujours possible” (hacerlo mejor si es posible, y siempre es posible), cobraba más sentido que nunca. La expresión acabó grabada en el movimiento del reloj como prueba.
El equipo trabajó con la presión añadida de que el reloj debía estar listo el 17 de septiembre de 2015, fecha del 260 aniversario de VC, y de que cada elemento, por evolucionado que fuera, debía atenerse a las últimas leyes del Poinçon de Genève. Al proyecto se le asignó accidentalmente el nombre de Tívoli, sin un significado concreto. Una buena guía de partida era que las cuatro grandes complicaciones históricas de VC —James Ward Packard, Conde Guy de Boisrouvray, Fouad I y Farouk I— incluían, entre todos, funciones como carillón con pequeña y gran sonería y función de silencio, alarma, cronógrafo rattrapante o calendario perpetuo. Si a esa partitura se le suman las funciones astronómicas con amanecer y ocaso, la ecuación del tiempo, el doble huso horario y el tourbillon que equipaba el Tour de L’Île, el camino estaba dado. Cada complicación se trabajó por separado conforme a los principios clásicos de una gran creación de horological culture pero priorizando las ideas originales, únicas, reinventadas para la primera gran pieza del siglo XXI. Así, en un sesudo diálogo entre los cinco integrantes del proyecto, se lograron las 57 funciones que nadie sospechó en un inicio.
Llegó el día del estreno y tuvimos el privilegio, junto a otros once colegas, de descubrir el reloj por primera vez en público con la sensación de estar asistiendo a un momento histórico. Las estadísticas son abrumadoras. Fueron necesarias 85 maquetas y prototipos de módulos por separado que, acoplados en cinco niveles-platinas, se probaron todos juntos por primera vez en el reloj definitivo, sin un prototipo completo previo. Dieciséis kilos de esquemas en el proceso; 2,826 componentes, algunos de los cuales se repitieron decenas de veces hasta obtener el definitivo empleando hasta 100 kilos de plata alemana; 242 joyas (las dos paletas del áncora son diamantes reales); 31 manecillas; 10 discos de aluminio o 10 nuevas patentes para el difícil reto de los tres calendarios perpetuos (hebreo, gregoriano e ISO 8601) en sintonía o el bellísimo doble cronógrafo rattrapante retrógrado, la función automática de silencio de la sonería en la noche, el primer tourbillon armilar de espiral cilíndrica inspirado en Antide Janvier o el más completo conjunto de funciones astronómicas reunido en un reloj portable. La obra más que un reloj es un universo en sí mismo. Una cátedra de relojería tan sublime que dota a Vacheron Constantin de un envidiable conocimiento para el futuro y argumentos para creer en el progreso mecánico en la era de los smartwatches. (Por Carlos Alonso)
A FONDO: REFERENCIA 57260
ANVERSO
El reloj pesa 957 grs, es de oro blanco, su caja mide 98 x 50.55 mm, tiene 31 manecillas, 10 discos giratorios y 10 funciones inéditas. Al frente, las funciones principales, el cronógrafo, la sonería, la Luna y el calendario hebreo.
REVERSO
La precisión es de -1 +1 segundos/día sobre la mesa. Oscila a 18,000 alt/h. Atrás, las funciones astronómicas, los calendarios perpetuos Gregoriano e ISO 8601, entre otras funciones, y el Tourbillon Armilar con jaula de aluminio de 1.08 grs.