A principios de la década de 1930, casi 100 años después de su invención, la fotografía enfrentaba su máximo reto: pasar del formato largo en placas húmedas a la utilización de películas 35mm, las cuales habían sido desarrolladas específicamente para el cine. Esta reducción de tamaño resultaría fundamental para el desarrollo de la foto, pues de lograrse, permitiría a las cámaras mayor portabilidad.
En ese momento, LeCoultre & Cie. (que a la postre se convertiría en Jaeger-LeCoultre) contaba con cientos de calibres, entre ellos el más pequeño y plano del mundo. Con esto en mente, Noel se dirigió al Valle de Joux en Suiza, para presentar su proyecto en 1934, el cual, tras tres años de desarrollo, vería la luz en 1937.