Pocos relojes son más reconocibles. Desde su lanzamiento en 1994 como emblema del renacimiento de la manufactura sajona, el Lange 1 se ha convertido en el modelo más representativo de A. Lange & Söhne. Es un icono incuestionable, no sólo por su diseño inconfundible, sino porque reúne todos los atributos que han llevado a la firma a ser uno de los nombres más reputados en el segmento de la Alta Relojería.
Como reconoció hace tiempo Wilhelm Schmid, CEO de A. Lange & Söhne, los relojes de la casa dan la imagen de fiabilidad y robustez que un cliente espera de un producto alemán, y eso mismo es lo que transmite el Lange 1. Su estética sobria es el mejor reflejo de un modo propio de hacer relojería según el legado de los talleres de Glashütte.
Con todas sus ventajas, esta personalidad tan definida significa algunos desafíos. Por ejemplo, ¿cómo se puede adaptar una presencia tan fuerte a la diversidad del mercado? O, dicho de otro modo, ¿puede el imponente Lange 1 amoldarse a la delicadeza del universo femenino? No ha sido fácil, pero el Pequeño Lange 1 Fases de la Luna demuestra que sí es posible y con resultados sobresalientes.
La clave para lograrlo ha sido mantener inalteradas las características fundamentales del original. Para empezar, la caja de la nueva referencia es un poco más pequeña que en la versión masculina, exactamente 1.7 milímetros, para tener un diámetro final apenas por debajo de los 37 milímetros. Estas medidas son suficientes para conservar la estética, a la vez que se reduce el volumen de la pieza, algo muy importante en un modelo femenino.
Por supuesto, están presentes los elementos que hacen distinguible al Lange 1, como su peculiar contador horario descentrado y la ventana de gran fecha, inspirada en el reloj de cinco minutos que el maestro sajón Johann Christian Friedrich Gutkaes realizó en el siglo XIX para la Ópera Semper de Dresde con ayuda de su pupilo, nada menos que Ferdinand Adolph Lange.
El espacio liberado en la carátula por la posición del contador horario permite incluir otras funciones en el Lange 1, como el indicador de la reserva de marcha de su calibre manual y el pequeño segundero, en este caso acompañado de las fases lunares.
Lo más interesante del nuevo Pequeño Lange 1 Fases de la Luna es cómo ha logrado convertirse en el reloj más femenino de la colección sin utilizar los recursos propios de este tipo de piezas, como es el uso de nácar y diamantes. Simplemente ha bastado recurrir a los códigos cromáticos del blanco y oro rosa, más cercanos a la Alta Costura que a la relojería tradicional, y completarlos con un grabado artesanal que recuerda a las exquisitas variaciones Handwerkskunst que la manufactura realiza en ediciones muy limitadas.
Quizás sorprenda la aparición camuflada de las fases de la luna, que prescinden del tradicional color azul para adaptarse al juego blanco y oro del resto de la esfera. La solución es asombrosa y demuestra el vigor de la imaginación de los técnicos de A. Lange & Söhne, porque no todo es tradición y clasicismo.