El mundo de la velocidad ha sido una de las mayores fuentes de inspiración para Bell & Ross. Desde su fundación, han aplicado la mecánica y tecnología de vanguardia del automovilismo a relojes dinámicos, precisos y elegantes.
Este año, la compañía retoma su pasión por las carreras al construir el Bellytanker, bólido con look retro y la ingeniería aerodinámica de un misil. Luego de haber creado en 2014 el B-Rocket (moto-avión retro futurista) y en 2016 el Aéro-GT (auto-avión vanguardista), el nuevo vehículo ha sido armado a partir del tanque de gasolina de un avión de caza, al cual se le agregó un motor y cuatro ruedas, para transformarlo en un coche de carreras aerodinámico capaz de competir en las pruebas de velocidad organizadas en los grandes salares del oeste estadounidense, como el mítico Salt Lake de Bonneville, en Utah.
La nueva máquina sobre ruedas de Bell & Ross incorpora, además de influencias aeronáuticas, varios guiños al mundo relojero, como el metal de su carrocería, mismo que se reproduce en la caja de varios guardatiempos; el cristal que recubre la cabina, metáfora de los cristales ultra abombados de la firma y las ruedas color cobre, capaces de evocar las esferas de los relojes clásicos. Velocidad y tiempo unidos en un artefacto muy especial.
Pero este bólido no viene solo, pues Bell & Ross ha creado dos modelos para acompañarlo: el BR V1-92 Bellytanker y el BR V2-94 Bellytanker. Los colores elegidos para el primero de ellos, evocan la paleta cromática del auto Bellytanker: el cobrizo metálico de la esfera reproduce el tono de las llantas, mientras el negro utilizado en la línea de la escala de minutos recuerda la nariz del vehículo. Finalmente, el acero de la caja, cifras, índices y agujas rinde homenaje a la carrocería.
El modelo de tres manecillas tiene agujas de horas y minutos econ SuperLuminova, ventana fecha a las 4:30 h, aguja de segundos en forma de avión, correa de piel marrón oscuro con aspecto vintage, caja en acero pulido de 38.5 mm, fondo opaco con un grabado del perfil del Bellytanker y movimiento automático de tres agujas.
En cuanto al BR-V2 94, se trata de un cronógrafo con dos contadores (uno de 30 minutos a las 9 h y otro de 60 segundos a las 3 h) y dos variantes: correa de piel marrón oscura y brazalete de metal. El acero satinado de su caja de 41 mm rememora los depósitos del auto Mustang P-51, al tiempo que su fondo de zafiro nos deja ver los trenes de ruedas del mecanismo. Cuenta también con una versión de fondo opaco que repite el grabado del Bellytanker de su reloj hermano. El bisel fijo incluye escala taquimétrica.
Posee las mismas tonalidades que el BR V1-92, mientras en su interior late un movimiento mecánico automático calibre BR-CAL.301., además lleva un cristal de zafiro ultraabombado con tratamiento anti-reflejante, hermeticidad de 100 m, corona y pulsadores enroscados, agujas con aplicaciones SuperLuminova y hebilla desplegable en acero pulido y satinado.
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Me gusta encontrar y contar historias, desde hace 15 años con la relojería, el estilo de vida y el lujo como telón de fondo. Las revistas siguen siendo mi debilidad, así que en Tiempo de…
Heredé el gusto por los relojes desde niña y profesionalmente por el diseño. Desde hace 21 años estoy en este fascinante sector relojero, trabajando de la mano junto con las marcas haciendo estrategias comerciales y de marketing.
Geek millennial, amante de la tecnología. Ing. en comunicación multimedia, llevo los relojes mecánicos a la dimensión digital. Siempre al tanto de las tendencias tecnológicas.
Lector antes que editor. Planté un limonero y escribí un libro. Espíritu deportivo para templar el ánimo. Ldo. en Filosofía (Univ. de Sevilla) y Máster de Periodismo (Complutense de Madrid).
Los contenidos en evolución son su razón de ser sin que importe el soporte. “La vida y la relojería, donde se ha especializado por más de 30 años, no son nada sin contenido”. Después de que los soportes hayan vivido una revolución tecnológica es momento de volver a defender el buen periodismo como una necesidad general.
Decía Antonio Machado que el hacer las cosas bien importa más que el hacerlas. Me he guiado por esta máxima durante casi veinte años que llevo escribiendo de relojes. En mi mano está hacerlo del modo más ameno posible.