En relojería es complicado separar la obra de su creador. Es parte de la grandeza de la relojería de autor, y también de sus propias limitaciones. Todos los aficionados son capaces de citar una lista de grandes relojeros que han puesto su nombre a las piezas salidas de sus estudios y talleres. También sabrán que existen muchas otras casas cuyos creadores hace tiempo que decidieron tomar un camino diferente en sus vidas.
Peter Speake-Marin pertenece a la generación de grandes relojeros que surgieron en la industria a principios de este siglo. De origen gales, Peter aprendió los principios del oficio en la Hackney Technical College de Londres y posteriormente comenzó a trabajar en un taller de restauración de la capital británica. En ambos sitios coincidió con Stephen Forsey, otro miembro ilustre de la relojería de autor del siglo XXI. En 1995 se mudó a Suiza y allí comenzó un periplo laboral que finalizó en la creación de su propia marca en 2002, sumándose al boom de la relojería de autor que comenzaba en aquellos años.
Quince años después, supimos de su marcha de la firma que había fundado. ¿Sería capaz de sobrevivir a la marcha de su creador? Cinco años más tarde, ya podemos afirmar con rotundidad que lo han conseguido y de un modo más que brillante.
La nueva etapa de Speake-Marin
Christelle Rosnoblet es el nombre clave en esta segunda etapa de Speake-Marin. Mujer de espíritu emprendedor y amante de la relojería mecánica, en 2012 decidió comprar Speake-Marin y colaborar con el relojero inglés en la marcha de la firma. La posterior marcha de Peter deja a Christelle Rosnoblet como la cabeza visible del nuevo proyecto y su única valedora. Entre las novedades encontramos la entrada de un nuevo equipo que incluye, entre otros profesionales, a Christian Bartosch como director de operaciones de la casa.
Es el propio Bartosch quien nos comenta los cambios que ha vivido Speake-Marin en estos últimos años. “Cuando se da el caso de la salida del fundador de la marca, tienes dos alternativas: o cierras o inviertes para salir adelante. Christelle Rosnoblet apostó por la segunda opción y hoy ya podemos disfrutar de los frutos de esta decisión”. La piedra angular del proyecto de la nueva Speake-Marin pasaba por la creación de sus propios movimientos. Como dice Bartosch, “tener calibres propios es fundamental para ganar credibilidad en el mercado”.
La creación de movimientos propios
Christelle Rosnoblet creó en 2015 Le Cercle des Horlogers, un taller especializado en la fabricación de movimientos ubicado en las cercanías de La Chaux-de-Fonds y cuya labor ha sido esencial para alcanzar la independencia técnica de Speake-Marin. “En la primera etapa de Speake-Marin se trabajaba principalmente con ebauches”, comenta Christian Bartosch. “Fue gracias a Le Cercle des Horlogers que la firma pudo contar con sus propios mecanismos. Son dos compañías independientes, pero íntimamente conectadas. Nosotros trabajamos en Ginebra y seremos unas diez personas. En Le Cercle des Horlogers hay alrededor de cuarenta, la mayoría de ellas dedicadas a la producción de mecanismos, también para marcas externas”.
El siguiente paso en este proceso de transformación de la firma fue la creación de un nuevo catálogo. El equipo de Speake-Marin apostó por mantener un estilo muy definido para todas sus referencias. Incorporamos detalles que los hicieran fácilmente reconocibles por parte de los aficionados. El reloj que mejor ejemplifica esta estrategia es el Dual Time, un modelo con un sistema de indicación GMT muy original, acorde con la personalísima estética de sus carátulas.
Llega el momento del Ripples
El segundo reloj clave de esta nueva etapa es el Ripples, presentado en la pasada edición de Watches & Wonders. “El Ripples es un reloj estratégico para nosotros porque es nuestra primera pieza en acero y diseñado con un brazalete integrado. Hoy en día, el 80% de las búsquedas de relojes masculinos están focalizadas en reloj con caja y brazalete de acero, así que era fundamental para nosotros tener una colección de estas características”.
Fiel a la nueva estrategia de la compañía, el Ripples incluía detalles exclusivos que lo hacían muy reconocible, como la carátula en forma de ondas o la posición del segundero junto al índice de las 2 horas. “Es un reloj muy estudiado”, aclara Bartosch. “Solo en el desarrollo del brazalete invertimos dos años de trabajo”. El director de operaciones de Speake-Marin nos comenta que la firma cuenta con su propio taller de diseño, aunque también ha colaborado con profesionales externos, como el reputado Eric Giroud.
La pandemia supuso un importante revés en el proceso de revitalización de Speake-Marin, pero Bartosch reconoce que el proyecto ya ha alcanzado la velocidad de crucero necesaria para su expansión. “Nuestro objetivo para 2022 es alcanzar una producción de 500 relojes. El año pasado fabricamos unos 300, así que hemos dado un gran paso adelante. Hemos trabajado mucho para conseguirlo, pero vemos que la recepción ha sido muy positiva. La versión Mint del Dual Time ha tenido unos comentarios muy positivos por su originalidad. En cuanto al Ripples, teníamos pensada una producción de 100 piezas y salimos de Watches & Wonders con una cartera de pedidos de unos 300 relojes”.
Las perspectivas de Speake-Marin son bastante optimistas, basadas en una estrategia muy sólida de ofrecer un producto de gran calidad, mecánica exclusiva y producción muy limitada. Y, lo que es más importante, nos demuestra que es posible sobrevivir a la marcha de tu creador.