A Sebastian Vivas el sonido de los relojes con repetición de minutos de Audemars Piguet (AP) le recuerda a los cencerros de las vacas que pastan en las montañas del Vallée de Joux, la cuna de la relojería suiza. “Es exactamente igual”, dice mientras señala el paisaje verde y lluvioso que se aprecia desde la ventana de la Sala de Registros del Museo de AP que él dirige desde 2012 y donde recibe al enviado de Tiempo de Relojes.
El museo está ubicado en la casa original de la familia Audemars en el poblado de Le Brassus y solo se puede entrar por invitación. Fue inaugurado en 1992. La colección de relojes de AP consta de más de 1,300 relojes y en el museo están exhibidos unos 200; muchos otros forman parte de exposiciones itinerantes que recorren varios países con temáticas diversas.
En la Sala de Registros se encuentran los cuadernos históricos con los datos de cada reloj hecho por Audemars Piguet desde 1882, explica Vivas. Los registros se escribían a mano y aún se hace así hasta la fecha, como una forma de respetar esa tradición.
“Así podemos reconocer a nuestros ‘bebés’ para autentificarlos y restaurarlos”, dice Vivas. “Esto es para que siempre se vean originales y sean originales. Los relojes no están hechos para durar tres o cuatro años como un teléfono, sino 200, 300, 500 años, no sabemos. Mientras existan relojeros y documentos [históricos], se puede lograr que un reloj siga funcionado”.
El registro más antiguo data de 1882. No hay fecha de producción, sino de venta, lo que hace imposible saber si el reloj de ese registro fue hecho en ese u otro año. La marca fue fundada en 1875 en Le Brassus por Jules-Louis Audemars y Edward-Auguste Piguet, por lo que Vivas presume que puede haber uno o más cuadernos de registros anteriores que no han podido localizar.
Los repetidores de minutos son importantes para Audemars Piguet porque en esos cuadernos históricos han descubierto que 80 por ciento de las piezas hechas por la manufactura eran relojes complicados y 50 por ciento de toda la producción estaba hecha de repetidores. Esta función, con la que el reloj toca las horas, los cuartos y los minutos mediante un sistema de gongs y martillos, es considerada una de las cumbres de la relojería por su complejidad.
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“Es una cantidad enorme”, dijo Vivas. “Eso muestra que [las repeticiones de minutos] eran el corazón de la casa. La compañía estaba formada por relojeros especializados en hacer complicaciones y, sobre todo, repetidores de minutos [la mayoría de bolsillo]”.
Vivas dice que AP fue pionera en la fabricación de repetidores de minutos de pulsera. En el sitio de internet de la marca se asegura que fue en 1892 cuando AP hizo su primer reloj de pulsera con esa complicación.
Entre los relojes con repetición de minutos que Vivas mostró a Tiempo de Relojes, hay uno de 1924 que se puede ver en el lado izquierdo de la fotografía que acompaña esta nota. “Ese mismo año hicimos este otro [el de en medio en la foto] que es un reloj extremadamente importante porque fue considerado el más hermoso en términos de sonido por nuestros expertos, quienes en 2007 escogieron el mejor reloj con sonería para empezar el proyecto del Supersonnerie”, dijo Vivas.
El tercero de la imagen [extrema derecha] es “emblemático del renacimiento de los relojes de pulsera con repetición de minutos de los años 90, después de la crisis de cuarzo”, dijo Vivas. “AP jugó un papel fundamental en la renovación de las complicaciones clásicas en los relojes de pulsera”.
“La principal diferencia entre estas dos generaciones es que los relojes de 1924 no son herméticos, no están protegidos y son extremadamente frágiles”, dijo Vivas. “Este [el de los años 90] tiene una caja más robusta para el uso moderno y es un poco más grueso para protegerlo del agua y el polvo. Esto significa también que la caja modera un poco el sonido”.
El cuarto reloj de la foto, que está de costado, es el Royal Oak Concept Supersonnerie. AP presentó un prototipo en 2015 y este año dio a conocer la versión final. Con este reloj, AP ha reinventado la arquitectura de la complicación por excelencia, la sonería, al añadir un nuevo componente que funciona como la caja de resonancia de una guitarra. Los gongs transmiten las vibraciones directamente a esa caja de resonancia, en lugar de a la platina como en un repetición de minutos tradicional. Ésta es solo una de las innovaciones que mejoran la calidad, el tono y la amplificación del sonido. La marca optó por incluir al Supersonnerie en su línea Concept, reservada para las creaciones más vanguardistas, y enriquecerlo con cronógrafo y tourbillon. La caja de 44 mm es de titanio.
“El sonido del Supersonnerie es tan hermoso como en el del reloj del siglo XX, pero más fuerte, y tiene algo especial: si me lo pongo en la muñeca, suena con más potencia”, dijo Vivas. “Es un sonido para compartir y también para disfrutarlo, porque es muy placentero para el oído. Nos tomó años encontrar cuál era el sonido más agradable para el oído humano. No es una cuestión de volumen, sino de entender cómo nuestro cerebro interpreta el sonido y lo disfruta o no”.
Texto y fotos: Manuel Martínez. Le Brassus/Suiza